5/18/2016

Conflictividad en la educación y diálogo


Utopía 
Eduardo Ibarra Aguirre

La conflictividad en el sector educativo del país tiende a incrementarse no sólo por la capacidad de resistencia de más de tres años que muestra la más reciente iniciativa de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, números y contingentes movilizados aún por evaluarse, sino porque empiezan a converger con las acciones de la Asamblea General Politécnica como el lunes 26 que marcharon juntas a Los Pinos hasta donde los granaderos les permitieron; también porque las normales rurales –lo que Gustavo Díaz Ordaz y sucesores dejaron de este golpeado sistema escolar–, rebasaron los 32 meses de activismo alrededor de la matanza y la desaparición forzada en Iguala.

Es para registrarse la instrucción dada por el titular del Ejecutivo federal al secretario de Educación Pública para que dé respuesta “cuantos antes” a los planteamientos de la Asamblea General Politécnica, lo que sucedió transcurridas seis horas, en tanto que a Aurelio Nuño se le solicitó durante 30 días.

La intransigencia de Nuño que dio al traste con el sueño guajiro de la precandidatura presidencial, cedió ante la preocupación del presidente que simultáneamente es su jefe y gran amigo, para que a la brevedad se normalicen las actividades académicas en todas las escuelas del Instituto Politécnico Nacional.

Y como donde gobierna capitán no manda marinero, Nuño obedeció e hizo a un lado el discursito del paro dirigido por “los radicales”, también sus acostumbrados “consejos” con los que exhibe que no tiene idea de los orígenes, las dinámicas y las constantes de la vasta y diversa conflictividad social mexicana.

A los profesores los llamó Nuño a “no caer en la trampa” que representa el paro de labores que sólo tiene como objetivo “defender los privilegios indebidos” que tenían algunos dirigentes magisteriales. Por supuesto que no se refiere a Juan Díaz de la Torre y Elba Esther Gordillo enriquecidos desde la Presidencia de la República y la Secretaría de Educación Pública durante sexenios. La Maestra permanece arbitrariamente en prisión por no obedecer los designios de Enrique Peña Nieto, pero como es costumbre enraizada en el sistema político y su aceitada maquinaria de la corrupción, no se le quitó un solo centavo de su injustificable fortuna. Y el grupo gobernante no canta mal las rancheras.

Mientras el presidente tiene un atisbo dialoguista con la AGP, Miguel Ángel Osorio niega cualquier posibilidad de diálogo con la CNTE y también con la primera. Olvidó Osorio que al movimiento del que hace dos años surgió la primera, le prometió entonces resolver en cinco minutos sus demandas, pero los estudiantes pusieron un freno a las ansias interesadas del señor que los fines de semana se desplaza en convoy de lujosas camionetas blindadas a Pachuca con la familia, hujieres, el perico...

Y lo que faltaba, el funcionario que como rector de la Universidad Nacional no paraba de criticar las políticas y programas gubernamentales, ahora pretende negar el derecho a debatir la despenalización de la amapola. Ningún burócrata federal o local tiene atribuciones para impedir que en México analicen y discutan lo que los ciudadanos o una parte mínima de ellos consideren pertinente y necesario. Que José Narro cuide su chamba de secretario de Salud es su derecho, pero que no joda el que los demás tienen.

Queda claro que sin diálogo como un arma esencial de la democracia e instrumento de gobernanza, la conflictividad social y la política pueden tender a incrementarse y llegar al peligroso punto en que rebase a los gobernantes.

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