Por: Sergio Rincón
(17 de mayo, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- Los Estados de
América Latina no están protegiendo a las personas, ni siquiera tienen
el control de los “señores de la riqueza”, en ese contexto, Ayotzinapa,
es un caso de extrema violencia que se puede repetir en cualquier parte
de la región porque la institucionalidad estatal es una ficción, pues no
puede controlar a las grandes empresas y sus intereses, declaró la
antropóloga argentina Rita Laura Segato.
El llamado imperio de la violencia o del desorden -que en ocasiones
es provocado por intereses económicos- ha provocado hechos como la
desaparición de 43 normalistas. De hecho, la experta mencionó que una de
las líneas de investigación del caso Iguala, la que habla del quinto
autobús, expone que hubo un interés financiero que pudo ocasionar la
desaparición de los estudiantes.
“La imperio del desorden, es lo que estamos experimentando. No sólo en Ayotzinapa, sino en todo el contiene. El golpe de estado que acaba de ocurrir (en Brasil), es
un fenómeno de dueñedad, o sea, el mundo hoy como nunca antes está
siendo cambiado de una forma muy acelerada en un mundo de dueños”,
comentó Laura Segato.
“Yo le llamo a esta etapa que estamos viviendo, la fase apocalíptica
del capital, porque es tan grande la concentración de riqueza que no hay
institucionalidad que la pueda controlar, o sea, no existe
institucionalidad estatal que pueda controlar el poder de los dueños.
Hay una refeudalización de la vida. Y que puede controlar las fronteras,
como lo vemos con los offshore. Todo eso es una clara evidencia
que el estado es una ficción y que toda institucionalidad es ficcional
en este momento, por el extremo grado de acumulación de riqueza. Estamos
frente a un mundo de dueños, y en esa realidad sólo hay desigualdad”,
agregó la experta en antropología, quien acompañó casos de mujeres
desaparecidas en Ciudad Juárez.
El antropólogo colombiano Alejandro Castillejo criticó que en los
estados de América Latina tienen un control sobre los conceptos de
justicia, la verdad y la reparación, pues en lugar de darles la
dimensión, son usados como artefactos políticos y económicos, lo que
provoca una “domesticación” (minimización) de graves problemas, como las
violaciones a los derechos humanos.
Castillejo explicó que los estados atienden problemáticas siempre y
cuando se tenga una reconciliación con la víctima, lo cual no permite
que existan “víctimas que se salgan del marco de lo que se supone tiene
que decir y exigir del estado”.
“El discurso de la justicia, verdad y reparación puede ser fácilmente
muy limitado, para tratar de entender otras formas de violencia muy
específicas”, dijo el antropólogo, quien es integrante de colectivos de
búsqueda de desaparecidos, fue miembro de la Comisión de la verdad en
Chile y ha estado cerca del problema de la guerrilla en Colombia.
Castillejo explicó que es importante conocer los lenguajes del dolor
que se instauran en una sociedad, pues existen hechos de horror que no
pueden ser pronunciados, pero cuando un estado o la sociedad les asignan
un nombre, entonces los minimiza y puede restarle responsabilidades al
estado.
“Es muy importante entender que hay lenguajes del dolor, y que por lo
tanto, esos lenguajes definen las condiciones de enunciación de lo
decible. Esto en pocas palabras, es que estos procesos de justicia,
verdad y reparación, estas leyes que los instauran, estos lenguajes que
se ponen sobre la mesa, permiten que unas cosas se digan y otras cosas
no se digan”, aclaró, ejemplificando que, una víctima cuando no perdona
al estado entonces no se le brindan el mismo acceso a la justicia,
verdad y reparación.
Ambos expertos expresaron sus posturas durante un foro realizado en el Instituto de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde ambos coincidieron que existen hechos violentos en América Latina que no pueden ser siquiera nombrados.
Por su parte, Ximena Antillón de Fundar detalló a Revolución TRESPUNTOCERO
que los expertos lograron contextualizar la lucha a la justicia y la
verdad en América Latina, donde a diario se viven casos de extrema
crueldad.
“Es enfrentarse a los mecanismos de impunidad, de simulación y
significa que los familiares tiene que dedicarse totalmente estar en
contra de estos procesos. Eso es lo que nos han contado los familiares
de los 43 normalistas, que desde el 26 o 27 de septiembre (de 2014) han
tenido que dejar sus casas, sus trabajos y tuvieron que cambiar su vida
para buscar a sus hijos”, detalló Antillón.
La activista agregó que una forma de luchar contra los mecanismos de
impunidad es ir conociendo e investigado información de diversas áreas,
como fue en el caso de Ayotzinapa, donde muchas organizaciones tuvieron
que estudiar sobre ADN nuclear, ADN mitocondrial para oponerse a la
“verdad histórica”.
“Investigar es uno de los recorridos para llegar a la verdad. Sobre
la justicia, un compañero que sus familiares fueron desaparecidos, nos
contó que él ya no sabía qué era la justicia, él quería decir que quería
que se castigara a los culpables y se supiera cómo fueron los hechos,
pero además pensaba en cómo pensamos en justicia cuando hay una herida
histórica, cómo pensamos la justicia cuando hay desapariciones, cómo
podemos pensar en justicia cuando queremos que no se repita o que la
experiencia de la víctima sea escuchada. Ahí hay una problematización de
la justicia y esos mecanismos de impunidad. Sobre la reparación, pues
en muchos lugares de América Latina ha sido un logro, frente al
reconocimiento de la responsabilidad del estado en crímenes
sistemáticos, masivos”, detalló Antillón.
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