Carlos Fazio
Cuando el 30 de diciembre de 2013, en vísperas de
que se cumplieran 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, el entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE),
Gerardo Gutiérrez Candiani, demandó un
TLCAN plusen el espacio geopolítico que abarca a Canadá, Estados Unidos y México, habló en nombre de la plutocracia internacional.
Aprobadas ya varias iniciativas del paquete de contrarreformas
neoliberales de cuarta generación por el régimen de Enrique Peña Nieto y
los legisladores del Pacto por México (PRI, Verde, PAN, PRD, etcétera),
el vocero del sindicato empresarial afirmó que dada la
revoluciónenergética que vivían Estados Unidos y Canadá, México debía entrar en
sinergiacon sus dos socios asimétricos, y para ello había que mejorar la interconexión eléctrica y de ductos, avanzar en el reconocimiento de normas técnicas, ventanas especiales y trato preferencial recíproco entre agencias de comercio de los tres países, invertir en infraestructura y agilizar el transporte terrestre, marítimo y aéreo.
Eran los días en que Peña Nieto estaba
salvandoa México –según la multicitada portada de la revista Time– y las grandes corporaciones se frotaban las manos para la nueva etapa de despojo de tierras y saqueo de recursos implícita en las contrarreformas en curso.
En realidad, la cuarta fase del TLCAN –complementado primero con el
Plan Puebla Panamá (2001), luego rebautizado Iniciativa Mesoamericana, y
en 2005 con la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del
Norte (ASPAN o TLC militarizado), articulada en 2007 con la Iniciativa
Mérida (también denominada Plan México, símil del Plan Colombia), como
instrumento para la contrainsurgencia al servicio de la economía de
rapiña– estaba planificada desde inicios del sexenio de Peña Nieto,
cuando en su Plan Nacional de Desarrollo 2013/2018 incluyó la iniciativa
para crear Zonas Económicas Especiales (ZEE) en el sur-sureste de
México.
Jugador en las grandes ligas al servicio de la cleptocracia
trasnacional, Gutiérrez Candiani debió participar en el diseño final de
las ZEE en los días en que la ex secretaria de Estado Hillary Clinton
impulsaba a través del entonces embajador de EU en México, Carlos
Pascual, la entrega de los hidrocarburos a las depredadoras
corporaciones del sector Exxon Mobil, Chevron Texaco (ambas ligadas a la
banca JP Morgan) y British Petroleum (BP, vinculada con Goldman Sachs),
según revelaron correos electrónicos desclasificados por el propio
Departamento de Estado el 31 de julio de 2015.
Los emails desclasificados de Clinton exhiben el papel
jugado por David Goldwyn, primer coordinador internacional de Energía
del gobierno de Barack Obama, en la operación para romper el monopolio
de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex). Goldwyn, nombrado por
la secretaria Clinton en 2009, dirige hoy una consultoría privada sobre
hidrocarburos (Goldwyn Estrategias Globales) y funge de abogado de
industrias en el bufete Sutherland, Asbill y Brennan. A su vez, Carlos
Pascual, embajador en México entre agosto de 2009 y marzo de 2011,
sucedió a Goldwyn como coordinador de Energía y es ahora un agente clave
del Centro de Política Energética Global de la Universidad Columbia y
vicepresidente de la consultoría IHS CERA (Cambridge Energy Research
Associates, empresa que cuenta con una unidad de
evaluación de las opciones futuras en México), en proyectos relacionados con refinación y transporte de hidrocarburos (petróleo, gas líquido y shale), exploración en aguas profundas y electricidad. El presidente de IHS CERA es Daniel Yergin, cerebro de la seguridad energética de EU.
El 23 de julio de 2015, ante el subcomité del Continente
Americano de la Cámara de Representantes de EU, Carlos Pascual sostuvo
que la importancia estratégica y comercial de la
reformade Peña Nieto de julio de 2014 era que México podría suministrar energéticos (hidrocarburos y electricidad) a Centroamérica y el Caribe, labor que ahora realiza parcialmente Petrocaribe, mecanismo auspiciado por el gobierno de Venezuela.
Merced a las presiones neocolonialistas de Hillary Clinton, Goldwyn y
Pascual, la red de infraestructura e interconexión eléctrica y de
ductos para convertir a México en el surtidor de energéticos hacia el
mercado mundial, quedó contenida en las ZEE vía el corredor industrial
interoceánico Coatzacoalcos-Salinas Cruz y el corredor petrolero
Coatzacoalcos-Ciudad del Carmen, Campeche, que pasará por Tabasco.
Las leyes secundarias de la contrarreforma energética debilitan la
certidumbre sobre la tenencia de la tierra y abren margen al despojo de
comunidades, ejidos y poblaciones por consorcios petroleros, gaseros y
eléctricos nacionales o internacionales. En la ley desapareció el
término
expropiación, pero se le sustituyó por
ocupación temporalde predios, y en otros artículos se mantiene la disposición, por lo que habrá expropiaciones. Las nuevas leyes permitirán a las corporaciones disponer de tierras, bosques y aguas, las que podrán comprar o rentar. También se estableció la obligación de ejidatarios, comuneros y propietarios privados de entregar sus tierras y bosques a trasnacionales a través de la figura denominada
servidumbre legal.
La designación de Gutiérrez Candiani como titular de la Autoridad
Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales (AFDZEE),
el pasado 8 de julio, confirma la pretensión de privatizar buena parte
del sur-sureste de México. El funcionario contará con autonomía técnica,
operativa y de gestión, y desde allí tendrá oportunidad de servir a los
nuevos zares energéticos mexicanos, que compartirán los negocios con
las megapetroleras mundiales. Entre ellos destacan Carlos Slim (Grupo
Carso Oil&Gas), Germán Larrea (Grupo México), Alberto Bailleres
(Petrobal), Bernardo Quintana (Grupo ICA), Armando Garza Sada (Grupo
Monterrey, Alfa), Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas, Typhoon), Pedro
Aspe (Evercore) y Luis Téllez (Monterra Energy/KKR).
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