Por: Mariel García Montes*
(Esta columna, en agradecimiento a las mujeres que trabajan género y
deporte incansablemente entre ciclos olímpicos: Pamboleras, @elpezflaco y
las periodistas de deportes con perspectiva de género)
Tenía 6 años la primera vez que vi gimnasia en los Juegos Olímpicos con
mi madre. Era 1996, el año en el que, Kerri Strug, lesionada, decidió
aterrizar de todas maneras el salto de caballo que le dio el oro al
equipo de EEUU en gimnasia artística femenil. El año en que María
Petrova se retiró de la gimnasia rítmica con una de las rutinas de
pelota más hermosas que, veinte años después, he visto en la historia de
la gimnasia.
Una década después, ya con acceso a internet, pasé horas de mi vida
leyendo, viendo y hablando sobre gimnasia y los Juegos Olímpicos.
Durante los campeonatos mundiales, mi Twitter se llenaba de mensajes que
literalmente A Nadie Le Importaban, y nunca tuve, fuera de los foros de
Internet, con quien disfrutar esta afición. Ser fan de la gimnasia en
un país de futbol es una actividad bastante solitaria.
Cuento esta historia porque, dos décadas después, el día que siempre
esperé llegó por fin: los medios mexicanos estaban hablando sobre la
gimnasia mexicana. ¡A la gente le importaba!
Excepto que no: a nadie le podría importar menos la gimnasia. La gente
claramente sigue sin saber un pepino sobre los códigos de puntaje, los
elementos de la gimnasia. En realidad, la gente no sabe un pepino sobre
atletismo, natación, deportes olímpicos medianamente alejados de nuestra
realidad diaria. Y eso no está mal. No tenemos por qué ser expertos en
algo lejano.
¿Cómo, entonces, estamos ocupando el espacio de comunicación que crean
los Juegos Olímpicos? La respuesta se vuelve evidente semanas antes de
la ceremonia de apertura: nos gusta hablar sobre cuerpos. En específico,
sobre cuerpos de mujeres.
La receta es simple: Tenemos una gimnasta mexicana, Alexa Moreno
clasificada para unos Juegos Olímpicos(!!!). Naturalmente, decidimos
usar el espacio de comunicación que se presenta para hacer comentarios
raciclasistas y gordofóbicos sobre su cuerpo. Así como lo usamos para
hablar de la “belleza sexy” de Cynthia Valdez, no sobre su larga
carrera, cuando ella era la que estaba bajo el reflector.
¿Esto significa que debemos pretender que los cuerpos que vemos en los
Juegos Olímpicos no son algo fuera de serie? Ésa no es mi postura. En
realidad, me parece que los Juegos Olímpicos son una de las
celebraciones más grandes que tenemos del cuerpo y de la verdadera magia
que logra ejecutar.
De estos Juegos Olímpicos, siempre recordaré la emoción desbordante que
me causó ver el poder de Caterine Ibargüen de Colombia, campeona
olímpica en salto. La magia histórica de tener, después de décadas de
tabú, a una nadadora afroamericana, Simone Manuel, y a otra, Yu Fuanhui,
hablando abiertamente sobre menstruación. La resiliencia perpetua de
Oksana Chusovitina, gimnasta que compitió en sus séptimos Juegos
Olímpicos. La fuerza increíble de las mujeres haciendo halterofilia, la
resistencia de las nadadoras sincronizadas.
Veinte años después, los Juegos Olímpicos volvieron a ser una
oportunidad para sentarme con mi madre a admirar el trabajo de mujeres
deportistas y maravillarnos con sus cuerpos, sus cuerpas. Tanto podemos
celebrar sobre las cuerpas que no tenemos excusa para usar el poco
espacio que dedicamos al olimpismo para criticar, pretender que lo que
pueden hacer no es superhumano.
Espero que, en la próxima edición, medios de comunicación y civiles
ocupemos el espacio para celebrar lo que ya muy elocuentemente ha dicho
mi querida @evekamikaze: la cuerpa es potencia. Gracias a todas la
atletas de Río 2016 por realizar la potencia de sus cuerpas de maneras
tan inspiradoras.
Nota: al cierre de este texto, Guadalupe González ganó plata en marcha.
Al centro de un escándalo de corrupción en las instancias del deporte
mexicano, la cuerpa de esta mujer realizó su potencial en 20 kilómetros.
Mi más profundo respeto.
*Mariel García Montes es comunicadora y “hippy” (“chaira”,
“activistoide”) en temas de TIC para el cambio social con jóvenes y
activistas. Ya no es tan joven, pero cada vez es más feminista, y quiere
aprender de y con mujeres que así se identifiquen.
Especial
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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