"Hay un enorme tufo de corrupción que hace que la gente esté cansada de ver a los mismos haciendo lo mismo", aseveró.
El periodista de La Jornada, Julio Hernández, consideró que “en los peores momentos de México tenemos seguramente a uno de los peores ocupantes de la silla presidencial, y tenemos a uno de los peores gabinetes que se ha tenido en muchas décadas y en todo lo que llevamos de una historia reciente”.
En entrevista para Aristegui CNN, enlistó una serie de “errores, fallas e insuficiencias” de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
Señaló una “colección de pifias y de circunstancias grotescas que han ido desdibujado la de por sí decreciente respetabilidad de la figura presidencial en México”.
Peña Nieto -aseveró Hernández- “ha cometido errores y ha actuado en términos parecidos a otros ocupantes de la silla presidencial, sin embargo la falta de pericia política, la integración de un gabinete lesivo a los interes colectivos -con personajes que se han dedicado a realizar negocios y actuar de una manera profundamente adversa a las necesidades de este país-, y el propio Peña Nieto que desde los 3 libros que no supo decir que le marcaran su vida, ha ido en una etapa de descenso”.
“El uso de teleprompter en lugar de la alocución directa, en lugar del discurso persuasivo que debe ser el que proviene de una improvisación y de un enfrentar las cosas con el propio intelecto, pues se ha convertido en un personaje que no transmite ni confianza y que además en los hechos ha ido encabezando a un grupo faccioso que no está actuando en beneficio del país”, expuso.
Sobre las reformas “estratégicas que constituían el más alto punto de éxito en la estrategia de Peña, pues terminaron convertidas como lo estamos viendo hoy en un fracaso manifiesto, reformas que han llevado a encarecer los servicios de la energía eléctrica, de las gasolinas y el gas a pesar de las promesas de EPN en el sentido contrario”.
En tanto, la reforma educativa “se ha convertido en uno de los puntos más críticos en la gestión de Peña Nieto”.
Además de que hay “hechos delictivos que implican a órganos del Estado y que necesariamente implican la complicidad de altos niveles del aparato estatal como ha resultado el caso lamentable, doloroso y persistente de los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero además casos como Tlatlaya, como Ostula, como muchos lugares donde lo que ha visto el mexicano es un abatimiento de las instituciones de procuración y de administración de justicia”.
Así como la presencia de “una impunidad reinante, una impunidad rectora ante hechos de una profunda corrupción encabezados por gobernadores de los estados, por presidentes municipales, por la clase política en general y con una postura frívola de mucha vocación por lo suntuario, por lo frívolo, por la exhibición en revistas de moda y del corazón, tanto del propio ocupante de la silla presidencial, Peña Nieto, como de su esposa Angélica Rivera y de las familias de esta pareja que pareciera más decidida a disfrutar de las mieles del poder, que a ejercer el poder con la respetabilidad, con la seriedad, con el compromiso y la honestidad que los momentos reclaman”.
Hernández apuntó que mientras el hartazgo nacional “crece”, hay una “incapacidad de los gobiernos, el federal y los estatales, para salir adelante en la circunstancia crítica en la que vive nuestro país”.
Recordó un último acontecimiento: “esta historia en Miami con los dos departamentos, que viene a agravar la circunstancia del enojo nacional y de la convcción generalizada de que más allá de los legalismos, hay un enorme tufo de corrupción que hace que la gente esté cansada de ver a los mismos haciendo lo mismo”.
“Pero lo peor es que aún con la vía electoral pareciera que los caminos son insuficientes y que México estuviera condenado a seguir adelante en este esquema negativo y nefasto mientras no haya una participación de la sociedad civil que haga que las cosas cambien en nuestro país”, concluyó.
En entrevista para Aristegui CNN, enlistó una serie de “errores, fallas e insuficiencias” de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
Señaló una “colección de pifias y de circunstancias grotescas que han ido desdibujado la de por sí decreciente respetabilidad de la figura presidencial en México”.
Peña Nieto -aseveró Hernández- “ha cometido errores y ha actuado en términos parecidos a otros ocupantes de la silla presidencial, sin embargo la falta de pericia política, la integración de un gabinete lesivo a los interes colectivos -con personajes que se han dedicado a realizar negocios y actuar de una manera profundamente adversa a las necesidades de este país-, y el propio Peña Nieto que desde los 3 libros que no supo decir que le marcaran su vida, ha ido en una etapa de descenso”.
“El uso de teleprompter en lugar de la alocución directa, en lugar del discurso persuasivo que debe ser el que proviene de una improvisación y de un enfrentar las cosas con el propio intelecto, pues se ha convertido en un personaje que no transmite ni confianza y que además en los hechos ha ido encabezando a un grupo faccioso que no está actuando en beneficio del país”, expuso.
Sobre las reformas “estratégicas que constituían el más alto punto de éxito en la estrategia de Peña, pues terminaron convertidas como lo estamos viendo hoy en un fracaso manifiesto, reformas que han llevado a encarecer los servicios de la energía eléctrica, de las gasolinas y el gas a pesar de las promesas de EPN en el sentido contrario”.
En tanto, la reforma educativa “se ha convertido en uno de los puntos más críticos en la gestión de Peña Nieto”.
Además de que hay “hechos delictivos que implican a órganos del Estado y que necesariamente implican la complicidad de altos niveles del aparato estatal como ha resultado el caso lamentable, doloroso y persistente de los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero además casos como Tlatlaya, como Ostula, como muchos lugares donde lo que ha visto el mexicano es un abatimiento de las instituciones de procuración y de administración de justicia”.
Así como la presencia de “una impunidad reinante, una impunidad rectora ante hechos de una profunda corrupción encabezados por gobernadores de los estados, por presidentes municipales, por la clase política en general y con una postura frívola de mucha vocación por lo suntuario, por lo frívolo, por la exhibición en revistas de moda y del corazón, tanto del propio ocupante de la silla presidencial, Peña Nieto, como de su esposa Angélica Rivera y de las familias de esta pareja que pareciera más decidida a disfrutar de las mieles del poder, que a ejercer el poder con la respetabilidad, con la seriedad, con el compromiso y la honestidad que los momentos reclaman”.
Hernández apuntó que mientras el hartazgo nacional “crece”, hay una “incapacidad de los gobiernos, el federal y los estatales, para salir adelante en la circunstancia crítica en la que vive nuestro país”.
Recordó un último acontecimiento: “esta historia en Miami con los dos departamentos, que viene a agravar la circunstancia del enojo nacional y de la convcción generalizada de que más allá de los legalismos, hay un enorme tufo de corrupción que hace que la gente esté cansada de ver a los mismos haciendo lo mismo”.
“Pero lo peor es que aún con la vía electoral pareciera que los caminos son insuficientes y que México estuviera condenado a seguir adelante en este esquema negativo y nefasto mientras no haya una participación de la sociedad civil que haga que las cosas cambien en nuestro país”, concluyó.
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