Por Jesús Cantú ,
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Los niveles de aprobación de la
gestión presidencial de Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto eran muy
similares al inicio de su mandato, pero siguieron caminos opuestos:
mientras el primero logró recuperarse en apenas un año, el segundo nunca
pudo revertir el descenso, que se aceleró desde finales de 2014, para
llegar al bajísimo nivel actual.
Las encuestas de evaluación de la gestión gubernamental de los
últimos cuatro presidentes que periódicamente levanta el periódico Reforma
muestran las tendencias contrastantes entre estos dos presidentes. A su
vez, Vicente Fox y Felipe Calderón vivieron evoluciones y cifras muy
similares, aunque ligeramente favorables al segundo.
En enero de 1995, prácticamente al inicio de su gestión pero ya
después del llamado error de diciembre, el 53% de los ciudadanos
encuestados aprobaban la gestión de Zedillo. Sin embargo, para marzo del
mismo año ya había caído a sólo 30% de aprobación (que es la única
cifra comparable con los niveles actuales), pero 14 meses después (en
septiembre de 1996) logró recuperar 18 puntos porcentuales para llegar
al 48% e igualar los índices de aprobación y desaprobación. A partir de
ese momento las líneas se empiezan a separar, para concluir la gestión
con 69% de aprobación y apenas 21% de desaprobación.
En contrapartida, al actual presidente lo aprobaba al inicio de su
gestión el 49% de los ciudadanos (4 puntos porcentuales menos que a
Zedillo) y tuvo un promisorio inicio, ya que en julio de 2013 obtuvo el
porcentaje más alto de aprobación de toda su gestión: 52% (prácticamente
el mismo que Zedillo al inicio de su sexenio); pero ese fue el
parteaguas y desde ese momento todo ha sido descenso, para caer al 46%
(en promedio en 2014) y acelerar el descenso a partir de 2015, en el que
en promedio obtuvo el 37% para llegar hasta el 23% que obtuvo en la
encuesta de Reforma, publicada el pasado jueves 11.
Mientras tanto, los presidentes panistas mantuvieron niveles muy
similares a lo largo de toda su desempeño: Fox inició con el 65% de
aprobación y concluyó con el 61, aunque tuvo su nivel más bajo en el
promedio del 2004, con el 55%; Calderón, por su parte, empezó con el
63%, apenas 2 puntos por debajo de Fox, y concluyó con el 64%; tuvo su
punto más bajo en diciembre de 2009, con el 52% (2009 fue un año muy
contrastante pues en junio obtuvo el 69% –su punto más alto– y en
diciembre el más bajo). Así, a pesar de que sí hubo altibajos, empezaron
y concluyeron casi con los mismos índices de aprobación y
desaprobación.
Al comparar el nivel de aprobación y desaprobación de los cuatro
últimos presidentes exactamente a la mitad de su mandato, es decir, en
diciembre del año respectivo, resulta que Zedillo tenía 60% de
ciudadanos que lo aprobaban y únicamente el 32% que lo desaprobaban;
para Fox, las cifras eran 58 y 34; para Calderón, 52 y 39, y para Peña,
39 y 58.
Si nos remitimos al mismo momento actual de cada uno de los sexenios
(a unos meses de concluir su cuarto año de gobierno) las cifras son las
siguientes: Zedillo, 61% de aprobación y 26% de desaprobación; Fox, 55 y
34; Calderón, 57 y 35, y Peña Nieto, 27 y 70. Como puede verse los
niveles de aprobación de Zedillo son muy cercanos a los de desaprobación
de Peña Nieto y, al contrario, en el caso del porcentaje de
desaprobación de Zedillo (26%) y el de aprobación de Peña Nieto (27%).
En tanto que el gobierno de Zedillo iba en franca recuperación tras
su fatal inicio, Fox y Calderón muestran un descenso en sus niveles de
aprobación, pero moderado en ambos casos, y particularmente en el
sexenio de Calderón explicable (al menos en parte) por la grave recesión
económica que se había vivido en los dos años previos, mientras que
Peña Nieto se encuentra en caída libre.
En el caso de los porcentajes de desaprobación, la línea de Zedillo
estaba en franco descenso; en el caso de Fox se había estabilizado
alrededor del 34%. Para Calderón ya había pasado su peor momento, pero
en el caso de Peña Nieto el incremento se aceleró.
Sin embargo, estos niveles de aprobación y desaprobación tienen su
explicación en las precepciones de la ciudadanía acerca del buen o mal
camino por el que va el país y la forma en la que el gobierno enfrenta
algunos de los principales problemas nacionales.
Respecto al buen camino, fue posible localizar datos para los tres
últimos presidentes; en este mismo momento para Fox, el 36% consideraba
que el país iba bien; con Calderón, el 33%, y con Peña Nieto el 12%. Por
mal camino los porcentajes respectivamente son 36, 45 y 76 (los
porcentajes no suman 100% porque todos los que responden no saben o no
contestaron), lo que claramente indica que la ciudadanía cada día ve el
futuro del país más oscuro.
Y esto se encuentra respaldado por la percepción que existe sobre el
manejo que hace el gobierno federal de cuatro asuntos centrales para la
vida nacional: manejo de la economía, combate a la pobreza, combate a la
corrupción y seguridad pública. En este caso hay datos disponibles para
los tres últimos sexenios.
En el caso del manejo de la economía, el porcentaje de opiniones
favorables, es decir, los que creen que el gobierno hace una buena
gestión, pasan de 48% al inicio de la gestión de Fox al 30% al final de
Calderón y tenían una buena expectativa al inicio de este sexenio, pues
regresaron al 43%, pero en estos casi cuatro años se han derrumbado al
12%, es decir, una pérdida de 31 puntos porcentuales que muestra las
enormes expectativas positivas que se generaron al inicio del sexenio
ante la posibilidad de que se concretaran las reformas estructurales e
incluso el tan cacareado “Momento Mexicano”, pero lamentablemente la
ausencia de resultados las pulverizaron.
En el combate a la pobreza se vive algo similar, aunque en este caso
fueron los buenos resultados que logró Fox durante su gestión los que
alentaron la esperanza, los cuales rápidamente empezaron a desvanecerse.
Así pasaron de 44% al inicio de Fox a 49 al final; con el gobierno de
Calderón cayeron al 35%, pero nuevamente le otorgaron a Peña el
beneficio de la duda, pues subieron a 45% (prácticamente lo mismo que al
inicio de Fox), aunque en este caso han caído 33 puntos para situarse
en 12%.
El combate a la corrupción muestra un comportamiento diferente, pues
la alternancia en la Presidencia de la República en el 2000 alentó las
esperanzas de que entonces sí habría un gran cambio, y el 66% (las dos
terceras partes de la población) estaban de acuerdo con la política
foxista, pero los nulos resultados durante su sexenio lo derrumbaron al
31%, y todavía al 28% al final del gobierno de Calderón; repuntaron un
poco, al 37%, al iniciar la segunda alternancia, pero hoy están en
escasamente el 10%.
En seguridad pública, Fox se mantuvo en el 29% de opinión favorable a
lo largo del sexenio; Calderón lo subió un poco al 36% y repuntó con la
llegada de Peña (la expectativa de que el regreso del PRI también
traería más seguridad) al 41%, aunque hoy está en el 16%.
Las cifras no dejan lugar a dudas: el desplome es total; los niveles
de aprobación están por debajo del voto duro tricolor (hasta hoy,
alrededor del 28-29%), lo cual indica que hay muchos priistas que
desaprueban la gestión del actual presidente. Lo peor es la percepción
de que el país va por mal camino, como sostiene el 76% de los ciudadanos
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