Lydia Cacho Plan b*
Imposible no tomar un poco a broma los dichos del cardenal Norberto
Rivera Carrera. Seguramente después de leer “Educación sexual para
adolescentes cristianos” tuvo la genial idea de atacar el matrimonio
entre hombres desde el punto de vista biológico.
Después de explicar cómo el órgano sexual de la mujer está diseñado para
lubricar y recibir, declara “en cambio el ano del hombre no está
diseñado para recibir, sólo para expeler. Su membrana es delicada, se
desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos
que pudieran infectarlo. El miembro que penetra el ano lo lastima
severamente pudiendo causar sangrados e infecciones”. Dios le guarde su
ignorancia a este hombre que bien podría haber estudiado un texto más
científico para evitar que cualquier persona con conocimiento básico de
anatomía, sexualidad y prácticas sexuales le revire apuntando sus
yerros. No importa, en realidad lo interesante es que las debilidades
del Cardenal son muy similares a las del presidente Enrique Peña Nieto.
Ambos, como líderes de grandes grupos sociales, intentan imponer sus
ideas con fórmulas fallidas, en exceso débiles, interpretando el mundo
sólo por el ojal de su mirilla.
El cardenal se enfoca en sus propios prejuicios sobre la sexualidad
entre hombres de tal manera que es incapaz de comprender que se
ridiculiza a sí mismo y a la iglesia. Sus fobias y su rusticidad sobre
el sexo anal serían las delicias del doctor Freud, si no representaran
la decadencia intelectual del líder del corpus político de la Iglesia.
Se les han acabado los argumentos para debatir temas vitales con
argumentos del Siglo XXI.
El reduccionismo ideológico es uno de los signos de la debilidad
argumentativa, así como reflejo de la incapacidad para complejizar los
problemas, para aceptar todas sus aristas, reconocer la postura personal
y luego tomar una posición sólida al respecto. El cardenal cree que
todo el problema del matrimonio entre hombres se reduce al uso del ano
como órgano de placer (para ser exacta sería el punto P o punto
prostático, el que produce el orgasmo anal). No mira a los hombres como
seres multidimensionales y complejos que buscan que sus relaciones
erótico-afectivas, familiares, íntimas y amorosas sean reconocidas legal
y socialmente como fórmulas familiares; reduce todo al sexo porque no
hay argumento creíble para negar el derecho a dos personas a amarse,
crear vínculos, hacer familia, tener derechos y obligaciones frente al
Estado.
No es el único político eclesiástico confundido con el significado del
erotismo y la sexualidad; en tres juicios irlandeses sobre pedofilia
clerical los abogados de la iglesia defendían a sus curas pederastas
argumentando que los violadores nunca penetraron a sus víctimas; lo
defensores del padre Maciel argumentaron que él “sólo” les hacía
(forzaba sería lo correcto) a los niños que tocaran su miembro viril o
que le hicieran sexo oral.
Resulta curioso que cuando conviene a la Iglesia los seres humanos no
son alma y cuerpo sino fragmentos anatómicos, tal como lo demuestran al
asegurar que la iglesia, el Estado y el hombre son fiduciarios del
sistema reproductor femenino. Ven el ano porque es lo único que les
queda, si vieran el todo, la Constitución, los Derechos Humanos, la
libertad amorosa, la poli-identidad sexual postmoderna que se ha salido
de los cánones convencionales, tendría que declararse a favor del amor
entre personas y dejar atrás su homofobia producto de una cultura
medieval inerte.
Peña Nieto por su parte, está también enfocado en su pequeño orificio de
podredumbre. Él se ha creído que el problema es la Casa Blanca y el
condominio de Miami, su obsesión vengativa se centra en un pequeño
equipo de periodistas que lo evidenciaron; es incapaz de comprender que
su verdadero problema es que ha elegido la corrupción como forma de
vida, que las mansiones son solo un síntoma de un problema inmenso de
ingobernabilidad, de una forma de ser, actuar y ejercer la función
pública.
Peña ha creído que su problema es la presencia de especialistas de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y no que él y su equipo
gobernante hayan elegido ocultar la evidencia, proteger a un gobernador,
a un alcalde y a un puñado de soldados corruptos. Su problema ha sido
rodearse de hombres de mente pequeña, ignorantes, pusilánimes, que
avalan la corrupción como eje del poder. Ambos hombres de poder muestran
su decadencia, uno desde la política religiosa, otro desde la laica;
ambos se enfocan en el ojal por el que miran el mundo, ambos están
equivocados.
@lydiacachosi
* Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que
siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy
probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
Cardenal Norberto Rivera Carrera | Foto retomada del sitio wikipedia.org
Por: Lydia Cacho
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario