Un pecado llamado solidaridad
FRAGUA
Como hemos insistido en no pocos números de FRAGUA,
la solidaridad es una tarea necesaria no sólo en momentos coyunturales o
cuando la represión nos alcanza, al contrario, debe ser un quehacer
cotidiano, una forma de conducirnos en el trabajo organizativo y en
nuestra vida diaria en la escuela, centro de trabajo o con la familia.
Sin embargo, el
sistema capitalista en el que vivimos nos lleva a pensar que apoyar a
los demás es algo que debemos realizar como expiación de pecados,
solamente cuando me siento muy mal porque anduve en “malos pasos” pero,
más allá de eso, no está bien actuar en respuesta a las injusticias,
porque en este mundo “cada quien se rasca con sus propias uñas”. La
burguesía, clase dominante en el capitalismo, concibe a la solidaridad
como una forma de expiar pecados, nada más.
El gobierno y los
grandes empresarios nos meten las ideas individualistas hasta en la sopa
y buscan romper todo lazo que una a nuestra clase o que nos hermane en
la lucha. De manera reciente, esto ha sido mucho más evidente en el caso
de la movilización del magisterio democrático aglutinado alrededor de
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el
intento de los poderosos, a veces bien logrado, de alejar al pueblo de
la lucha de los maestros por medio de la mentira o el terror.
Desde
hace ya mucho tiempo, los profesores se han movilizado en contra de las
reformas y las injusticias del gobierno. En esa larga lucha, han
sufrido la represión y el terrorismo de Estado en todas sus formas y
magnitudes: ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, prisión
por motivos políticos, amenazas, agresiones y el factor importante de la
criminalización.
Por ejemplo, el pasado 19 de junio del presente
año, un grupo de pobladores y maestros se encontraba realizando un
bloqueo en Nochixtlán, Oaxaca, cuando fueron desalojados violentamente
por policías estatales, federales y elementos de la Gendarmería
nacional. Distintas organizaciones defensoras de derechos humanos documentaron
que hubo 11 ejecuciones extrajudiciales, 2 desapariciones forzadas, más
de 100 heridos y 37 detenciones arbitrarias producto de dicho desalojo.
Como
si de un resorte se tratara, miles de personas comenzaron a mostrar su
indignación por tan atroces hechos. De inmediato se convocaron
movilizaciones en apoyo al magisterio y organizaciones e intelectuales
progresistas se pronunciaron por el fin de la represión. Al siguiente
día, las calles se inundaban con la noticia de la violencia del Estado,
los volantes corrían y las arengas llenaban plazas y mercados. Poco a
poco la información circulaba y nos íbamos enterando que los muertos
eran de todos los orígenes y profesiones: un comerciante, unos
trabajadores del municipio, estudiantes, es decir, el pueblo puso el
cuerpo para defender la digna lucha de los maestros y el Estado demostró
que la solidaridad se paga con la vida.
El Estado responde a
la solidaridad con la represión. Por ejemplo, en la capital del país, en
la “democrática” Ciudad de México (CDMX), 16 jóvenes que protestaban frente a la Representación del estado de Oaxaca fueron detenidos
por policías capitalinos y, además de que se les mantuvo incomunicados
durante horas, la mayoría fueron víctimas de acoso sexual. En el estado
de Chiapas, en el municipio de Altamirano, dos militantes del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS)
siguen presos por mostrar su solidaridad con el magisterio e incluso se
les condiciona la libertad a firmar un documento donde indiquen que su
organización ya no apoyará más a los maestros. En Oaxaca, el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT)
sufre una campaña de desprestigio y de criminalización por parte de los
medios de comunicación debido a que fue de las primeras organizaciones
en sumarse al plantón de la CNTE en el zócalo de Oaxaca, incluso,
recientemente se han registrado incursiones militares en comunidades triquis. Nosotros, como Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), hemos sido objeto de hostigamiento policial en el municipio de Texcoco, estado de México, mientras repartíamos volantes frente a una primaria pública.
El
Estado y sus plumas y voceros oficiales buscan explicar esta
solidaridad como un “oscuro plan” donde hay “intereses ocultos” pues para
la burguesía el apoyo entre hermanos de clase es impensable, ellos
están acostumbrados a darse la mano mientras se pican la espalda.
Cuando
el pueblo reacciona de manera solidaria, es él mismo quien rompe con
los estándares que este sistema capitalista nos ha impuesto. Cuando
somos solidarios, poco a poco resquebraja esa dura y pesada tela que nos
ponen para nublarnos la vista y llegamos a contemplar la realidad tal
cual es: una realidad de hambre, despojo y explotación. En ese momento,
muchas veces podemos reconocer que los problemas de los demás no son muy
distintos a los nuestros pues a todos nos pesan los bajos salarios, las
altas rentas y el precio de las tortillas, además de los deficientes
servicios públicos, entre otras cosas.
La solidaridad nos
ayudará a entender que la causa de los problemas que tenemos como
estudiantes, amas de casa o profesores tienen un mismo origen y, por
tanto, tenemos un mismo enemigo: el capitalismo y sus políticas
neoliberales. Esta revelación es a la que tanto miedo le tiene el
Estado. El gobierno quiere que dejemos solos a los profesores, busca
desgastar al movimiento y romper el lazo de unión entre el pueblo y la
lucha magisterial. Al Estado no le conviene que las demandas y
consignas se amplíen, que otros sectores encuentren las contradicciones
del capitalismo ni que pasemos de la indignación a la organización.
Por eso, como OLEP,
creemos necesario realizar la denuncia de las implicaciones de las
reformas estructurales y los saldos de la represión en todos los lugares
donde tengamos presencia pues, al final, son muestras claras de que este gobierno no busca proteger los intereses de las mayorías explotadas,
sino que, al contrario, quiere empobrecer más a la población que menos
tiene con tal de obtener mayores ganancias para los empresarios.
Hacemos el llamado a estudiar a fondo las reformas estructurales utilizando nuestro Programa Mínimo de Lucha como una guía para la comprensión, la organización y la movilización;
también los invitamos a participar con nosotros en los brigadeos y
acciones políticas a favor de la CNTE y contra las reformas
estructurales. Ampliemos la lucha por medio del trabajo constante y
organizado; construyamos la unidad del pueblo rumbo a la superación del
capitalismo, rumbo al socialismo.
Nota:
Este artículo fue publicado como parte de la sección ANÁLISIS del No. 19 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 25 de julio de 2016.
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