By Claudia Villegas
El
extitular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP),
Francisco Gil Díaz, asegura que Luis Videgaray debería pasar a la
historia como uno de los mejores secretarios de Hacienda del país. El
exfuncionario público, que hoy aparentemente estaría dedicado a
actividades en el sector privado, promovió las tres principales reformas
estructurales que abanderaron el gobierno de Enrique Peña Nieto: la de
telecomunicaciones, la energética y la educativa.
Luis
Videgaray se transformó en una figura relevante en la administración
peñista quien llegó a tomar decisiones en todos los sectores de la
economía pero también en ámbitos como la seguridad. En resumen, uno de
los hombres más poderosos de este sexenio.
Sin embargo, después de
la visita del candidato del Partido Republicano, a la Presidencia de
Estados Unidos, Donald Trump a nuestro país, Videgaray fue señalado como
el artífice del encuentro, situación que le valió su renuncia en medio
de una oleada de críticas.
A Videgaray también le tocó dirigir las
finanzas públicas en el país en un ámbito sumamente restrictivo con
precios del petróleo a la baja, endeudamiento y recortes. Hoy la deuda
pública representa el 50 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Para
Gil Díaz, sin embargo, Videgaray tendría que ocupar otro lugar en la
historia: la de un hombre con el liderazgo necesario para abrir sectores
estratégicos e impulsar la competencia.
Gil Díaz, catedrático del
Instituto Tecnológico Autónomo de México, egresado de la Universidad de
Chicago y, por supuesto, integrante de esa generación de economistas
que se forjaron al amparo de las doctrinas de Milton Friedman en la
academia estadunidense, no se ruboriza al afirmar que Videgaray logró
grandes avances para la economía mexicana que deberían valorarse en su
justa dimensión.
Después de Gil Díaz, sus sucesores, incluyendo a
Videgaray, enfrentaron muchos problemas de volatilidad a nivel mundial.
Gil Díaz fue uno de los últimos titulares de la Secretaría de Hacienda
que pudo ejercer sus funciones con un nivel de 100 dólares para los
precios del petróleo.
En una conversación para el programa de radio Salud, dinero y amor
que se transmite por Grupo Acir, Francisco Gil Díaz aseguró: “Para mí,
Luis Videgaray ha sido uno de los grandes secretarios de Hacienda que ha
tenido el país en su historia por una razón poderosa; fue el arquitecto
de todas estas reformas de fondo que hemos venido platicando”.
Y
agregó: “se requirió mucho talento y mucho trabajo, visión, liderazgo
para lograrlo”. En fin, como diría otro clásico de la economía, Keynes,
en el largo plazo todos estaremos muertos. Claro, que Francisco Gil Díaz
como uno de los más consistentes exponentes en México de la Escuela de
Chicago comulga con el libre mercado, la inversión y la apertura, puede
hablar en términos positivos del desempeño de Videgaray al frente de la
SHCP.
Milton Friedman, catedrático de la Universidad de Chicago,
pugnaba por la apertura de los mercados, por la inversión privada y, por
supuesto, por la disminución de la participación del gobierno en áreas
estratégicas para el desarrollo social como la educación y la salud.
A
él se le atribuyen los consejos a estrategas estadunidenses que
decidieron disminuir presupuestos precisamente para la educación y la
salud; decisiones parecidas se habrían tomado en Chile e Indonesia bajo
el impulso de los proyectos locales de discípulos de Friedman. En
México, sucede que Francisco Gil Díaz pertenece a esta generación de
economistas que viajaron a Estados Unidos para estudiar –casi siempre
con becas– para graduarse en posgrados de la Universidad de Chicago.
En
Chile, fue después del golpe militar al gobierno de Salvador Allende
que se acentuó la presencia de las ideas de los economistas seguidores
de Milton Friedman.
Egresado del ITAM, Luis Videgaray siguió al
pie de la letra los decálogos de Friedman que se basan en la
privatización, apertura e inversión extranjera. El problema con
Videgaray es que la apertura en el sector de la energía –uno de los
grandes anhelos del capital estadunidense– se presentó justo cuando el
gobierno de ese país se esforzó en reducir su dependencia del petróleo.
Videgaray –como lo hizo Carlos Salinas en su momento con el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte– impulsó la apertura de sectores
como la electricidad, las telecomunicaciones, la energía en todas sus
modalidad; el problema fue que lo hizo cuando la población de escasos
recursos en México lucha por sobrevivir con pequeños salarios en los que
se sostiene la productividad del milagro maquilador mexicano. Videgaray
llegó a la época de los Chicago Boys 2 décadas tarde. En su libro Proyecto México, los economistas del nacionalismo al liberalismo,
la investigadora Sara Babb documenta cómo la llegada de los discípulos
de Milton Friedman no fue casual sino resultado de un plan del régimen
estadunidense para garantizar en América Latina los proyectos económicos
afines a sus intereses. La canadiense Naomi Klein en su libro La doctrina del
shock documenta cómo en Indonesia la llamada “mafia de Berkeley”
también se incrustó en el gobierno de ese país para impulsar
privatizaciones. Y no, no es que el modelo de Milton Friedman sea malo,
el problema son los resultados. Técnicamente puede justificarse y en las
aulas de Chicago y Berkeley puede parecer eficiente; sin embargo, en
México y en toda América Latina los modelos económicos están en crisis.
En Estados Unidos se confirmó que Friedman se equivocó; sus pobres cada
día son más pobres y sus ricos más ricos.
Claudia Villegas
[IQ FINANCIERO]
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