Hace seis años, semanas antes de que dejara la dirección de la
Comisión Nacional del Agua, al final del sexenio de Felipe Calderón,
José Luis Luege Tamargo elaboró un informe en el que exponía la
inviabilidad del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco y
enumeró las razones técnicas y las graves consecuencias ecológicas.
Incluso entregó el documento a Sofía Frech López Barro, entonces
coordinadora de gabinetes y proyectos especiales de la Presidencia de la
República. Al parecer nadie lo leyó… Después llegó Enrique Peña Nieto y
relanzó el controvertido proyecto, que el gobierno entrante de Andrés
Manuel López Obrador ya sepultó.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desde octubre de 2012, antes de que
Enrique Peña Nieto llegara a Los Pinos, el entonces director de la
Comisión Nacional del Agua (Conagua), José Luis Luege Tamargo, escribió
un extenso informe para advertir que el principal riesgo de construir el
Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en la zona federal del
Lago de Texcoco representará “un altísimo riesgo para el proyecto mismo y
para la metrópoli” porque provocará mayores inundaciones y el
hundimiento en muchas zonas de la Ciudad de México.
El exdirigente panista destacó que la construcción de un aeropuerto
sobre esta zona del ex Lago de Texcoco afectará los espacios de
almacenamiento temporal de agua “que ayudan a compensar las
insuficiencias de los grandes drenes cuando la intensidad de las
tormentas llega a sobrepasar la capacidad instantánea de dichos drenes” y
pueden provocar una inundación en la capital del país, tal como ocurrió
en junio de 2011 con la tormenta tropical Arlene, que afectó con
inundaciones Ecatepec, Nezahualcóyotl, Aragón y otras zonas.
Así lo explicó Luege en el informe –cuya copia tiene Proceso–
dirigido a Sofía Frech López Barro, entonces coordinadora de gabinetes y
proyectos especiales de la Presidencia de la República:
“Ante una lluvia muy intensa que aporta un escurrimiento excesivo más
allá del límite de los drenes, el agua se desvía y se almacena en las
lagunas de regulación mientras pasa el temporal; una vez que vuelve la
calma, las lagunas se vacían paulatinamente para quedar preparadas para
la siguiente tormenta.
“Cuando los volúmenes de regulación no son amplios, los drenes suelen
trabajar de forma desahogada; lo contrario implica un riesgo para la
ciudad, ya que una capacidad de regulación pequeña no puede manejar los
picos de precipitación y el agua se derrama por toda la ciudad. En el
caso de la Ciudad de México se perdió la mayor parte de su regulación
con el desecado y posterior urbanización del lecho de los lagos. La
mayor parte de la regulación desapareció y sólo quedó, en términos
prácticos, la zona del Lago de Texcoco…
“En el caso del Valle de México, las obras de protección actuales y
en proceso de construcción apenas alcanzarán para proteger la ciudad de
una lluvia con periodos de retorno de 50 años y siempre y cuando se
tengan lagunas de regulación disponibles con un volumen adecuado de
capacidad.”
La construcción del NAIM en el ex Lago de Texcoco, alertó el director
general de la Conagua, desaparecerá la laguna de regulación que
constituye esta zona. La única que sobrevivió entre los otros lagos
ancestrales del Valle de México, como eran los de Xaltocan, Chalco,
Zumpango y Xochimilco. De estos dos últimos “subsisten reducidos espejos
de agua” y otros de carácter estacional, como los de Texcoco.
“Se puede afirmar que el Lago de Texcoco siempre ha funcionado como
un vaso regulador ya que, hasta la década de los setenta, en él
descargaban, como destino final, agua pluvial y drenajes procedentes del
sur y surponiente del área metropolitana”, destaca el informe, que
consideró que las constantes descargas de aguas negras y sin tratar
durante todo el año contaminaron los suelos y desertificaron el lecho
del lago, lo que trajo como consecuencia “un foco de polvaredas
insalubres”.
A partir de 1971, con la creación del Lago de Texcoco y un programa
integral de rescate concebido por el doctor Nabor Carrillo, “se
sembraron pastos en 6 mil hectáreas y se plantaron varios miles de
árboles en el vaso y millones en la parte alta de la cuenca”. Además, se
formó el lago Nabor Carrillo, alimentado con agua tratada “que ahora
constituye un refugio de aves migratorias con casi mil hectáreas de
espejo de agua”.
Todo este esfuerzo de recuperación desaparecerá con la construcción
del NAIM en Texcoco, se afectará a una población de 100 mil aves, la
gran mayoría migratorias, pero, sobre todo, afectará al Valle de México
por los riesgos de inundaciones y de mayor hundimiento.
Las afectaciones
La construcción del NAIM también afectará a otros sistemas que
conjugan las aguas negras y pluviales de la parte sur y surponiente de
la cuenca, como es el Gran Canal de Desagüe, el río de los Remedios, que
es un canal a cielo abierto y un túnel que trae aguas del poniente al
valle y la laguna Casa Colorada, en el extremo surponiente de Texcoco.
“En términos bélicos, toda esta confluencia de aguas constituye una
seria amenaza por el flanco occidental. En el flanco oriental, se tiene
la llegada libre de los ríos de oriente que bajan de las sierras del
mismo rumbo. Estos ríos no tienen otra regulación que el propio Lago de
Texcoco. En lo que toca al flanco sur, se tienen varias lagunas que
regulan los caudales sanitarios y pluviales que vienen del sur y
surponiente de la ciudad y que han probado estar limitadas”, advirtió
Luege en su informe.
El NAIM “estaría totalmente rodeado de aguas manejadas a través de
una infraestructura cuya confiabilidad se puede considerar
considerablemente baja por la incertidumbre del clima” y la construcción
del aeropuerto “tendría como efecto colateral la desaparición de todos
los servicios ambientales y la imposibilidad de desarrollar otros. En
efecto, la infraestructura propuesta sería totalmente incompatible con
el carácter de hábitat para avifauna y fauna fija y migratoria”.
Por si fuera poco, el NAIM estará situado “en un área sumamente
poblada en su flanco occidental mientras que en el flanco oriental se
tiene una tendencia acelerada de desarrollos urbanos”, y en ambos lados
se tienen servicios muy limitados, “particularmente del suministro de
agua potable que proviene de un acuífero sobreexplotado con arcillas
compresibles que provocan el hundimiento constante del suelo”.
El informe sentencia: “El NAIM vendría a constituirse en competidor
de servicios para las poblaciones vecinas” y “no existen planes urbanos
regionales que permitan visualizar cuál sería el efecto de una
instalación de tan grandes proporciones y complicaciones en medio de un
desarrollo urbano muy precario y poco sustentable”.
Otro estudio, elaborado por José Espino Espinoza y David Delgado
Viveros, expertos de la Universidad Autónoma de Chapingo, destaca que el
NAIM provocará un “estrés hídrico en el Valle de México e
inundaciones”, además de que “competirá y quitará” agua para comunidades
como Santa Catarina del Monte, San Joaquín, La Purificación, San Miguel
Talminca, Nativitas, San Dieguito y Tequesquinahuac.
Luege acompañó su informe de conclusiones que recomendaron
explícitamente no construir el NAIM en Texcoco y optar por “el
desarrollo de varios aeropuertos de la región”, una propuesta similar a
la que últimamente ha manejado Javier Jiménez Espriú, quien será titular
de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en el gobierno
lopezobradorista.
Riesgo de inundaciones
La zona federal del Lago de Texcoco se ubica en el municipio de
Ecatepec, el más poblado del país y del Estado de México que, además, se
caracteriza por estar sujeta a frecuentes inundaciones. No cuenta con
una salida natural hacia el dren general del Valle, “por lo que no es
posible desalojar las aguas excedentes producto de las lluvias que se
presentan en la cuenca de aportación”, indicaron las conclusiones de la
Conagua en 2012.
Esta misma zona, según la dependencia, ha sido escenario de varias
inundaciones, como ocurrió en 1993, cuando se presentaron “lluvias
atípicas” que generaron escurrimientos instantáneos que rebasaron la
capacidad de regulación.
“Las lluvias torrenciales en la zona oriente del Valle de México en
1993 y 2011 provocaron inundaciones en los municipios aledaños al Estado
de México y delegaciones del Distrito Federal que afectaron a los
bienes de la población, lo que hace evidente la necesidad de contar con
zonas de desfogue y regulación para los ríos y drenes ubicados” en la
zona federal del Lago de Texcoco.
El análisis de riesgo de inundación que acompaña el informe con
anexos de estudios pluviales en Nezahualcóyotl, Ecatepec y Atenco indica
que si no se mantiene la capacidad de regulación, las inundaciones se
incrementarán.
La tormenta tropical Arlene de junio de 2011 provocó que los desagües
de la ciudad fueran sobrepasados, y gracias a que se utilizó una parte
de la zona del Lago de Texcoco se pudo evitar un daño mayor en varios
municipios del oriente de la ciudad.
“Arlene no fue una tormenta tan intensa, las habrá aún mayores; por
eso, independientemente del Drenaje Profundo y del futuro Túnel Emisor
Oriente, se requieren de manera imprescindibles más áreas de regulación
y, en este sentido, la zona federal del Lago de Texcoco es vital para la
seguridad de millones de habitantes. Prescindir de esta zona para
construir un nuevo aeropuerto es poner en riesgo a toda la ciudad”,
subrayó Luege Tamargo.
Este texto se publicó el 28 de octubre de 2018 en la edición 2191 de la revista Proceso.
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