NAIM: cuento de la lechera
Texcoco o el Apocalipsis
Haberlo dicho: resulta que a
lo largo de los pasados 36 años –seis sexenios al hilo– el desarrollo
nacional se mantuvo prófugo, el raquítico crecimiento económico registró
una cota similar a la de Haití, el poder adquisitivo se desplomó, el
peso se devaluó, la pobreza se incrementó sostenidamente, la desigualdad
avanzó a paso veloz, la violencia se desparramó por la geografía
mexicana y muchísimo más, porque a nadie se le había ocurrido la
brillante idea de construir un megaaeropuerto en Texcoco (a Fox sí, pero
se rajó).
Cuando menos lo anterior se desprende de la apocalíptica reacción de
la mafia financiero-empresarial, tras de que el presidente electo
anunció que la nueva terminal aérea no será en Texcoco, sino en Santa
Lucía, y como no se construirá donde ella quiso, entonces lo que sigue
es devaluación, debacle bursátil, menor crecimiento económico, nula
generación de empleo, desplome de la inversión,
grave incertidumbre, alza en las tasas de interés, conmoción en la cúpula empresarial, recorte de las calificadoras, etcétera.
El caos, pues, según ese pronóstico, aunque, dicho sea de paso, todos
esos males, y más, han sido registrados y padecidos por los mexicanos a
lo largo de los seis gobiernos neoliberales, con o sin nueva terminal
aérea.
Entonces, ¡qué bárbaros! La construcción de un megaaeropuerto (en
Texcoco, obviamente) siempre fue la receta mágica de salvación nacional:
México saldría de la mediocridad económica y la depauperación de sus
habitantes. Estaba a la vista de todos y nadie registró que allí
comenzaba el futuro del país: crecimiento de dos dígitos, empleo a manos
llenas, creciente bienestar, inversión creciente, progreso marca
Noruega, desarrollo a toda velocidad y muchísimo más. Todo con una
megaterminal aérea. Sólo con una.
Pero algo falló, pues ahora que, por fin, los siempre desinteresados
genios empresariales y financieros hallaron la solución a los grandes
problemas nacionales y ubicaron la ruta al paraíso, ¡zas!, que llega el Peje y se las tumba, y de cereza les notifica que
se acabó el predominio de una minoría; se terminó la vinculación entre el poder económico y el poder político en México.
Enterada de la decisión del presidente electo, la secretaria general
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la mexicana
Alicia Bárcena, consideró
un poco exagerado decir que bajará la confianza o no habrá más inversiones en México luego del resultado de la consulta sobre el nuevo aeropuerto; el anuncio no nos debe llevar a conclusiones de que ya se rompió esto, no. Es sólo un proyecto que la ciudadanía lo votó mayoritariamente. México es un país muy viable para las inversiones.
Eso dijo la señora, pero su problema es que no tiene inversiones ni
suculentos negocios asociados a la terminal aérea, de allí que no
comparta el pronóstico de la mafia financiero-empresarial por la
cancelación de Texcoco.
En cambio, el banco suizo UBS se fue hasta la cocina: con la decisión de AMLO (basada en la consulta),
vemos la posibilidad de que un referendo público sea aprobado como una forma constitucionalmente válida de hacer cumplir los cambios en el futuro, incluida la posibilidad de extender el mandato presidencial de seis años. El uso de reservas en el banco central también podría estar sujeto a la elección de la gente. ¡Qué tal!
Eso y más se escuchará por estos días, aunque al final de cuentas,
¿qué es lo que realmente le preocupa a la mafia financiero-empresarial?
¿Que el megaaeropuerto no se construya en Texcoco o que se acabó el
gobierno de la minoría? Ustedes dirán.
Las rebanadas del pastel
Cómo estará el ambiente, que hasta el secretario
peñanietista de Economía, Ildefonso Guajardo, aclara que (por la
cancelación del proyecto en Texcoco)
la reacción de los mercados cambiarios y accionarios es sólo eso: reacción, no tendencia; es una lectura un tanto exagerada que se prevea una crisis económica.
Twitter: @cafevega
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