Miguel Lorente Acosta
El episodio ocurrido en un vuelo de Ryanair ha dado la vuelta al
mundo varias veces a una velocidad que ni siquiera la luz puede igualar
en su huida de la oscuridad. Y al igual que sucede con el paso de la
luz, tras su presencia pasajera queda un resplandor que a veces sirve para mostrar la realidad y otras para ocultar parte de ella.
Es lo que ha ocurrido con este episodio, como sucedió con las palabras
del líder del PP, Pablo Casado, sobre el día de la Hispanidad, en las
que todo el mundo vio “nacionalismo”, pero muy pocas personas vieron el machismo que contenían.
El machismo vuela a ras de suelo, aunque lo haga en avión y el vuelo sea
de bajo costo, y va tan rápido que no siempre se logra identificar.
Nadie duda de que las palabras de David Mesher, “pasajero blanco” del
vuelo de Ryanair Barcelona-Londres, iban cargadas de racismo, pero de
nuevo pocas personas han visto en las palabras de David Mesher,
“pasajero hombre” del vuelo Ryanair Barcelona-Londres, machismo. Los
insultos que profirió contra la pasajera Delsey Gayle iban llenos de
racismo, como, por ejemplo, cuando la llama “horrible negra bastarda”,
pero antes y después de cada una de las referencias al color de su piel,
sus palabras iban dirigidas contra su condición de mujer,
atacando aquello que el machismo utiliza para dar reconocimiento a las
mujeres a través de su cosificación, concretamente la estética de las
mujeres y el “interés sexual” que puedan “despertar” en un hombre,
aunque sea en un encuentro fortuito y temporal. De ahí que en sus
ataques David Mesher utilizó contra ella expresiones como “no quiero
sentarme junto a tu fea cara”, “tu puta fea cara”, o “no me hables un
puto idioma extranjero, puta vaca fea”.
Estoy convencido de que el motivo principal de la agresión fue más la condición de mujer por encontrarse “fuera del rango” que el machismo considera “respetable”,
que la de ser afro-descendiente. Si en lugar de 70 años, como tiene el
propio David Mesher, la mujer hubiera tenido 30, dudo que la hubiera
insultado, es más, quizás hasta habría intentado mantener una
conversación con ella durante el vuelo. Y del mismo modo, si en lugar de
mujer hubiera sido un hombre jamaicano de 70 años, tampoco creo que
hubiera hecho ninguna referencia al color de su piel ni a los rasgos de
su fisionomía.
David Mesher, hombre blanco que viajaba en el vuelo de Ryanair Barcelona-Londres, llevó a cabo una agresión machista y racista,
no sólo racista, sobre Delsey Gayle, mujer afro-descendiente que volaba
junto a él. Los testimonios de sus vecinos que se han hecho públicos,
además, confirman que muestra una conducta acosadora en sus relaciones.
El machismo es la esencia sobre la que se construye el odio y la discriminación
al ser la primera referencia utilizada para considerar a quien no
comparte los elementos de identidad, no sólo como diferente, sino
“diferente e inferior”. En el Neolítico, hace más de 10.000 años, cuando
se inicia el control de las mujeres por parte de los hombres y el
desarrollo de la cultura patriarcal, dentro de los grupos no existía
ningún otro elemento diferencial, sólo el sexo y la condición de hombre y
mujer en cada una de las personas. A partir de esa construcción sobre
la condición de las personas y la desigualdad, conforme los grupos
crecieron y las sociedades se hicieron más complejas y plurales,
surgieron otros elementos de discriminación a partir del color de la
piel, la procedencia, las creencias… y todos ellos sufrieron el mismo
esquema a partir de la condición considerada superior: fueron personas
consideradas “diferentes e inferiores”, no sólo diferentes.
Por eso hoy el machismo es racista, xenófobo, homófobo… y crítico con
todo aquel que no comparta su condición (hombre, blanco, nacional,
heterosexual…), podrá expresarlo de una forma u otra dependiendo de las
circunstancias y de otros elementos, pero el machismo contiene el núcleo
del odio al diferente y el de la discriminación. Por ello, la cultura
machista que tenemos tiende a justificar, a minimizar y a aislar
cada uno de los episodios en los que refleja esa construcción de poder y
odio, lo hace con la violencia de género y lo hace con los ataques
racistas. Todo es una trampa, primero porque la crítica se lleva a cabo
sólo sobre los problemas que superan el umbral de “corrección” y
“normalidad” que previamente impone la cultura, y después porque la
propia existencia de ese umbral significa que hay toda una serie de
situaciones con el mismo significado que nunca llegan a ser cuestionadas
ni criticadas.
La desigualdad está construida sobre el pilar del machismo, aunque luego
tenga muchas derivadas. Por eso debemos prestar toda nuestra atención
para no dejar pasar el machismo que se esconde bajo muchas manifestaciones revestidas de normalidad o de otras formas de discriminación y violencia.
El episodio protagonizado por David Mesher, hombre blanco pasajero del
vuelo de Ryanair Barcelona-Londres, fue racista y machista, sobre todo machista.
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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la violencia de género.
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