El avance del fascismo en el marco electoral. El avance del feminismo en las calles
Son tiempos intensos en América Latina en general y en la
Argentina en particular. Mientras las derechas neoliberales parecerían
estar volviendo a ganar espacio a través de algunas victorias
electorales, diferentes colectivos se ponen de pie y ganan las calles
para reclamar por sus derechos. En la Argentina, el año 2018 fue un hito
histórico en la lucha de las mujeres y las personas con capacidad de
gestar por disponer de su propio cuerpo, por ejercer maternidades
deseadas, por separar goce de reproducción. El estado de organización y
movilización alcanzó tal punto de avance que llevó la Ley de
Interrupción Voluntaria del embarazo a la Cámara de Diputados y luego a
la Cámara de Senadores en dos jornadas históricas en las que los múltiples cuerpos del feminismo ocuparon las calles.
| Por Ana Orsi | Foto: Luciano Dico |
En Brasil las históricas movilizaciones del #EleNão mostraron un contundente poder de movilización, organización y transformación de la política en otros sentidos.
Al mismo tiempo, el candidato que representa la oferta más
ultraderechista del abanico electoral brasileño ganó las elecciones
presidenciales.
En esta aparente encrucijada, la líder más popular de la
oposición argentina, Cristina Fernández de Kirchner, dijo al pasar
algunas palabras sobre las luchas por los derechos de las mujeres y
sobre el armado de una fuerza política de cara a las elecciones
presidenciales del año 2019.
Esas palabras generaron debates que resultan productivos para
pensar esos otros modos de la política que las luchas del feminismo
hacen parir y cómo conviven con las formas tradicionales y vigentes de
la política.
Las expresiones de Cristina Fernández de Kirchner –quien votó
en el Senado a favor del derecho al aborto- que calentaron el debate, en
el marco de la 8º conferencia de Clacso 2018, fueron estas: “No puede
ser la división entre los que rezan o no rezan, mala división, que no es
nacional ni popular además. Es un lujo que no nos podemos permitir,
porque en nuestro espacio hay pañuelos verdes, pero también hay pañuelos
celestes y tenemos que aprender a aceptar eso sin llevarlo a la
división de fuerzas. Esto es fundamental. Puede costar. Puede no gustar
lo que estoy diciendo. Pero es lo que pienso”. Estas palabras interesan
menos como objeto de una hermenéutica de la voz líder que como
disparador para interrogarnos sobre la fuerza del argumento.
Cristina sobre los pañuelos
¿Qué nos dice a quienes nos movilizamos hoy por nuestras
libertades el planteo de la principal líder de la oposición? Lo que nos
dice la propuesta de Cristina es que, de cara a una elección
probablemente polarizada y con singulares características como sucedió
en Brasil, dividir los armados políticos en el marco electoral entre Aborto no / Aborto sí nos fuerza a entrar en una suerte de perverso mecanismo plebiscitario de derechos. Y los derechos no se plebiscitan.
Es urgente aprender unas cuantas cosas de la lección de Brasil.
Una de ellas es esta: la derecha y la ultraderecha están muy
interesadas en convertir la victoria de sus candidatos en la urnas en
una oportunidad para deslegitimar las enormes movilizaciones y avances
en las luchas de distintos colectivos: mujeres, sindicatos, trabajadorxs
contra la privatización del sistema previsional, trabajadorxs de la
educación, entre muchas.
Se vuelve urgente una alternativa para no entrar en ese
mecanismo siniestro que propone la derecha para desactivar el estado de
movilización social. Gane quien gane en un ballotage, las mujeres y
personas con capacidad de gestar seguimos teniendo derecho a elegir
sobre nuestro cuerpo. Y las formas de obtener ese derecho son las de la
conquista tal como nos ha enseñado la experiencia histórica: luchando en
las calles. Mecánica electoral y lucha de calles son dos universos con
sus propias lógicas y recursos. En este momento histórico preciso, la
derecha apuesta tácticamente por superponer estas dos esferas para
lograr por la vía del consenso electoral lo que no pueda lograr por la
coacción violenta.
Brasil y Argentina: las paralelas se unen
Así se dio en Brasil en octubre de este año, donde el candidato
ultraderechista Bolsonaro hizo campaña basándose en gran medida en la
reivindicación de políticas como las de mano dura y justicia por mano
propia, y mostrando la cara más estereotípicamente reaccionaria frente a
los reclamos de los colectivos de mujeres, sexualidades disidentes y
minorías. El candidato de la más rancia reacción pareció moverse muy cómodo en la oposición maniquea entre fascismo antiderechos y los distintos colectivos en lucha por la emancipación.
Uno de los spots de campaña a partir del cual el candidato
electo apuntaló su campaña muestra a un votante bolsonarista disparando
un revólver contra un pibe que roba un celular. La posibilidad de optar
por un juicio justo por parte de cualquier persona acusada de cometer un
delito es un derecho civil fundamental en el marco de un Estado de derecho liberal-republicano
y como tal, no se plebiscita. Lo mismo puede hacerse extensivo a los
distintos aspectos que hacen a los derechos de las mujeres.
Después de la enorme lucha de los maestros y maestras
bonaerenses, que las legislativas de 2017 las haya ganado el oficialista
Esteban Bullrich fue un golpe desmoralizador para quienes luchamos por
una mejor educación para nuestro pueblo. El partido en el poder en la
Argentina apostó directa y polarizadamente por la confrontación. Y
pretendió mostrar su victoria en las urnas como un rechazo a estos
reclamos. Pero aun si este candidato conservador hubiese sacado un 90%
de votos ello no vuelve menos legítimo el derecho de maestras y maestros
a mejores condiciones de trabajo. Así y todo, es indudable que desde
los medios hegemónicos se ha utilizado el vaivén electoral para intentar
desactivar el reclamo docente a través de la supuesta “vía del
consenso” (lo que no quita que no lo estén desactivando también por la
vía de la represión directa). Una vez más Brasil y Argentina comparten
senderos nacionalmente paralelos, históricamente confluyentes.
Aborto legal. Los derechos no se plebiscitan
De cara a las elecciones de 2019, la ultraderecha es consciente
del avance de las luchas y los reclamos emancipatorios en nuestro país y
se propone hacer de un virtual triunfo en las urnas una oportunidad
para deslegitimar nuestras reivindicaciones históricas. Las elecciones
parecen imponerse como una instancia para someter a plebiscito nuestros
derechos. La reacción conservadora en América Latina está muy interesada
en utilizar las elecciones presidenciales de 2019 como una suerte de
instancia plebiscitaria –aunque en un plano estrictamente formal no lo
sean.
En una coyuntura de avance de las luchas emancipatorias y al
mismo tiempo de giro a la derecha de una parte del electorado, la
diferencia política entre militancia de pañuelos verdes y de pañuelos
celestes es una realidad contundente. En términos de mecánica
partidaria en la construcción de frentes electorales, esta división es
un error. Es imperioso que la resistencia antifascista cree alternativas
para que la elección de 2019 no sea utilizada como una suerte de
instancia plebiscitaria del aborto y de otros derechos humanos
fundamentales. Hay que insistir: los derechos no se plebiscitan. Los
derechos se conquistan. La marea feminista desborda la tibieza de las
urnas, pero las urnas existen y son usadas por los neo-fascismos.
Para quienes militamos y luchamos por causas como el derecho a
la interrupción voluntaria del embarazo o contra la mano dura, las
elecciones de 2019 son el momento en que deberemos optar en todo caso
frente a quién reclamar o contra quién luchar, son el momento en que
tendremos que elegir las autoridades a las cuales les exigiremos los
siguientes cuatro años con una voz cada vez más fuerte, masiva y
organizada QUE SEA LEY.
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