Finca Chánguina podría pertenecer a campesinas
“Cuando
llega el tiempo de luchar, hay que hacerlo, ponerse una, para salir
adelante” es la consiga que rige los 4 años de lucha de la campesina
Carmen Villanueva Campo y su andar con 80 familias de campesinos que
buscan ser propietarias del territorio que han labrado, la Finca
Chánguina, en Costa Rica.
Poco a poco la Finca Chánguina ubicada en Palma Sur, en la zona del
Pacífico de Costa Rica, recobra su vida por el trabajo de sus campesinas
y campesinos; el verde con el que se pinta por sus parcelas de bananas,
papaya, maíz, yuca… En sus caminos andan puercos, caballos y el río
recupera su transparencia. Comienza a sanar de los estragos en los que
la dejó la compañía bananera, la “United Fruit Company” (UFCO, por sus
siglas en inglés).
FINCAS DE COSTA RICA Y SU HISTÓRICA RESISTENCIA
La compañía americana UFCO se asentó en Costa Rica en 1934 y se
mantuvo produciendo y explotando los territorios de este país por 50
años, incluyendo los de Palma Sur, en Puntarenas, donde se ubica la
Finca Chánguina, junto con otras como la Finca 8, la Finca 7, Finca
10-11.
El emporio de la compañía frutera tuvo su declive en los años ochenta
cuando los trabajadores que habitaban en las plantaciones se
organizaron para exigir mejores condiciones laborales. Ante los
estallidos de protestas, la United Fruit avisó al gobierno de Costa Rica
que abandonaría las fincas y en consecuencia quedaron desamparados
todos sus trabajadores.
Las autoridades costarricenses mantuvieron los empleos de los
campesinos y la producción de cacao, palma y banana por medio de la
creación de cooperativas, pero las personas trabajadoras de las fincas
emprendieron una lucha porque se les entregue estas tierras que por años
han trabajado.
En el caso de la Finca Chánguina el proceso legal para que las 80
familias que la habitan y trabajan se hagan propietarias comenzó en
2015, explica Erick Morales integrante del Comité de la Finca, durante
una visita que Cimacnoticias realizó como parte del Encuentro de
corresponsables del informativo Voces Nuestras.
Erick detalló que en la repartición del terreno se espera que cada
familia reciba 3.5 hectáreas por parte del Instituto de Desarrollo Rural
(Inder) la instancia del gobierno de Costa Rica responsable de su
manejo.
Pero a diferencia de otros lugares, en la Finca Chánguina no hay
distinción de género para repartir y poseer estas tierras, las mujeres
son propietarias como los hombres. “Las necesidades son las mismas”
indica Erick, ambos han trabajado en esta finca y al igual la merecen.
Pero sin duda, también reconoce, el trabajo de las mujeres rurales ha
sido clave para la recuperación de estos territorios y su cuidado.
MUJERES RURALES AL FRENTE DE LA LUCHA
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Carmen Villanueva es una de estas mujeres. Nació en el campo, es
descendiente de mujeres campesinas, su abuela mujer indígena campesina,
al igual que su madre, ella es la tercera generación dedicada al
cultivo. “Para mi es un orgullo ser campesina, yo nací siéndolo, desde
chiquilla mi padre me enseñó a cultivar el arroz”.
Carmen es propietaria de una parcela en la Finca Chánguina y parte
del comité de ésta. Durante 4 años ha estado en la resistencia ante los
intentos del gobierno por echarlos de las parcelas. Participó en el
último y más fuerte enfrentamiento que tuvo la población con la policía
costarricense en 2015, cuando los desalojaron de la finca por una orden
judicial que obtuvo el empresario y arrendatario de la finca, Oscar
Echeverría Heigold.
“Primero en el desalojo la policía nada más llegan y dicen que
desocupáramos las tierras, que había desalojo. Al quedar uno afuera
perdimos los cultivos, quemaron –los policías- los cultivos, algunos
pozos los contaminaron, al mío le echaron un perro muerto, los
platanales les echaban gasolina y les prendían fuego”.
En resistencia por sus territorios las y los campesinos tomaron por
17 días el puente del Río Térraba, el más grande de Costa Rica y que es
la entrada a la fincas, ahí nuevamente fueron reprimidos por la policía,
continuó narrando Carmen.
“No les importó que fueran mujeres, las golpearon, fue muy duro pero
aquí estamos, tratando de llevar la lucha adelante, queremos ser
ejemplo, que vean que si se proponen las cosas se logran. Cuando es
tiempo de luchar hay que hacerlo, ponerse una, para salir adelante”.
En medio de la lucha por este territorio, no hay inversión por parte
del gobierno para que sea dotado de los recursos mínimos de vivienda, en
la Finca Chánguina así como las otras aledañas, no hay agua potable ni
electricidad.
La población ha tenido que obligar a las autoridades a colocar por lo
menos tanques de agua potable en la entrada a la finca, pero el acceso
es complicado para quienes viven en los adentros de la Finca, señala
Evelyn Saborío otra las mujeres campesinas.
“Digamos que las personas que viven adentro –de la Finca- no tienen
acceso a esa agua tienen que salir a traerla. Hay agua de pozo pero
estas tierras fueron utilizadas por la bananera y puede que esté
contaminada, no se puede utilizar para el consumo. ¿Electricidad? No hay
esperanzas porque la finca está en manos del Inder y el cableado está
muy afuera, solo quieres están en la orilla –de la Finca- podrían
acceder. ¿Paneles solares? no saben si pueden tener acceso. Los
servicios de teléfono es difícil, no hay señal. Prácticamente vivimos
como se pueda con los servicios básicos”.
SEMILLAS PARA TENER COSECHA
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Pero incluso en estas adversidades las mujeres de la Finca Chánguina
siguen construyendo sus hogares, sus parcelas y generando comunidad.
Cuando a una mujer se le entrega una tierra es seguro que será
productiva, “somos más cuidadosas”, asegura otra campesina de la Finca,
Sonia Cortes. Sentada en medio de sus parcelas de bananos y papayas
Sonia comparte un poco de sus saberes, “Desde la cocina, cortamos un
limón guardamos la semilla, la yuca, cuando la cortamos se guarda la
semilla, es como cuando criamos a nuestros hijos, va poco a poco.”
Las mujeres campesinas han aprendido que el cuidado de la tierra es
fundamental para que siempre tengan cosecha “Hemos aprendido a tener la
semilla criolla nada de transgénico, yo utilizaba químico ahora estoy
utilizando lo orgánico para ir mejorando la parcela, para la salud,
sacar mejor producto y darlo a mejor precio. Incluso damos las “manos
cambiadas”, un día trabajamos aquí otro día en otra parcela” relata
Sonia.
Evelyn también aplicada estos métodos de cultivo más ecológicos “Ahí
vamos trabajando siempre tenemos muchos árboles que próximamente van a
dar frutos y con eso podamos sacar todo lo que hay en la parcela.
Aplicamos la agricultura orgánica y les enseñamos a los compañeros dejar
los agroquímicos”.
Otras mujeres que han llegado a vivir a la Finca Chánguina han
aprendido a cultivar como María Acuña. Ella cuenta que llegó hace 4 años
con sus cinco hijos cuando su cuñado le regalo un “pedacito” para que
viviera con ellos. “Yo nunca tenía tierras, yo pregunté si me podía
apuntarme para una y me dijeron que sí. Yo tengo dos cerdos, siembro
plátano, yuca, mi proyecto es sembrar pasto para tener dos vaquitas y
tener leche para mis hijos.”
“He luchado sola, me siento orgullosa por eso” dice María, porque
hasta hace un año era madre soltera y aprendió por si misma a andar en
moto para recorrer la parcela y “volar machete”, dice en referencia a
cortar y recoger el plantío.
Aunque todavía no se resuelve el proceso legal para que les entreguen
las tierras de la Finca Chánguina y según calculan pueden pasar otros 2
años para ello, las mujeres desean que su lucha sea un ejemplo para sus
hijas y para otras campesinas concluye Sonia Cortes, “Se ha sacado en
pie esta tierra para que las mujeres vean que sí se puede, porque el
Inder sólo daba tierra antes a los varones, con esta lucha han visto que
las mujeres podemos sacar nuestras casas sin necesidad de compañero. La
mujer rural se nota, no sólo los varones.”
Hazel Zamora Mendieta
Por: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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