11/23/2018

México SA : Carlos Fernández-Vega


OCDE: ínfimo ingreso en México
Decreciente calidad en el empleo

Autocalificado como el presidente del empleo, el aún inquilino de Los Pinos sigue de fiesta por la millonaria creación de plazas formales a lo largo de su sexenio, aunque en organizaciones amigas de los gobiernos neoliberales tal motivo no les resulta suficiente para elogiar tal balance y menos para utilizarlo como ejemplo a nivel internacional.
Tal es el caso de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la cual subraya que el desempeño del mercado laboral no debe juzgarse exclusivamente por el número de empleos disponibles y el número de personas que forman parte de la fuerza laboral, sino también por la calidad del empleo. Y la baja calidad de ellos es una gran preocupación de política pública en toda la OCDE y particularmente imperiosa en economías emergentes como México.
La citada organización divulgó ayer su análisis Getting it Right: Prioridades estratégicas para México, del que se toman los siguientes pasajes, y en su capítulo Reformar el mercado laboral y las políticas sociales, advierte que la calidad del ingreso en México es la más baja de la OCDE, debido al relativamente bajo ingreso promedio y al alto nivel de desigualdad en este rubro.
La inseguridad del mercado laboral, reflejada en el riesgo de desempleo, es relativamente baja. Sin embargo, si se considera también el riesgo de un salario extremadamente bajo, la inseguridad es mucho mayor que el promedio de la OCDE. La incidencia de tensión laboral, un indicador del desequilibrio entre las demandas impuestas a los trabajadores y los recursos a su disposición es ligeramente menor que el promedio de la organización. Sin embargo, una proporción relativamente alta de trabajadores en México tiene horarios de trabajo muy largos. La calidad del empleo es especialmente baja para los trabajadores de grupos sociodemográficos desfavorecidos.
Por ejemplo, una de cada siete personas en edad de trabajar vive con menos de la mitad del ingreso familiar promedio, en comparación con una de cada 10 personas en promedio en la OCDE. Estas tendencias del llamado grupo de bajos ingresos empeoraron desde la crisis mundial y las mujeres (en particular aquellas responsables de cuidar a otros), los jóvenes, los migrantes y los indígenas con frecuencia están en desventaja en el mercado laboral.
Las dificultades que los trabajadores enfrentan en el mercado laboral son mayores que lo que sugiere la relativamente baja tasa de desempleo de México. La falta de un sistema de seguro de desempleo en el país, único caso en los países de la OCDE, significa que muchas personas que pierden su trabajo no pueden dedicar el tiempo suficiente para buscar uno nuevo que sea adecuado y se ven obligadas a aceptar la primera opción disponible.
El gasto en políticas activas del mercado laboral es prácticamente inexistente. La informalidad es elevada y la participación laboral de la mujer sigue siendo reducida. La participación total de la fuerza laboral de México es la segunda más baja de la OCDE, solo detrás de Turquía.
Además, el crecimiento económico no ha sido lo suficientemente incluyente para lograr mejores condiciones de vida para muchas familias. El mercado laboral mexicano obtiene una calificación desfavorable en comparación con otras economías de la OCDE en términos de calidad de ingresos y diferentes medidas de inclusión relacionadas con la desigualdad de ingresos, paridad salarial por género e integración de grupos desfavorecidos.
Las rebanadas del pastel
Como lo suyo no es el juego limpio y equilibrado, los inversionistas en empresas mineras mexicanas, y ellas mismas, mantienen la histeria tras la iniciativa morenista en la materia. Ayer, por tercer día consecutivo, los precios de las acciones de Grupo México y Peñoles (Germán Larrea y Alberto Baillères, respectivamente) perdieron 4.71 y 3.49 por ciento, en cada caso, con lo que en ese lapso acumulan caídas de 12 y 17 por ciento.
Twitter: @cafevega

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