Gabriela Rodríguez
A la enorme complejidad de la
movilidad de una ciudad con 22 millones de personas y más de 30 millones
de viajes al día, hay que sumar el abandono en que se encuentran los
servicios, crisis del sistema eléctrico, retrasos significativos por
fallas continuas de mantenimiento del Metro y autobuses y la falta de
una perspectiva metropolitana: no hay una visión integral, predomina la
fragmentación entre los distintas modalidades de trasporte.
El próximo 5 de diciembre la Secretaría de Movilidad iniciará un
programa que plantea estar a la altura de la gran capital. Al lado de
Claudia Sheinbaum, Andrés Lajous, el próximo titular de esa secretaría,
se propone integrar los distintos sistemas de transporte de la ciudad (a
pie, en bicicleta y en transporte público), busca mejorar la
infraestructura y servicios de transporte a fin de aumentar la
accesibilidad, disminuir tiempos de traslado, mejorar condiciones de
viaje y transparentar los distintos sistemas de movilidad. Piensa
incorporar nuevas tecnologías para uso de bicicletas, patines del
diablo, y muy especialmente en solucionar el problema que tiene la
ciudadanía con el primer y último tramo de viaje, que son los que toman
más tiempo. Se buscará proteger a los usuarios y usuarias con
infraestructura y servicios incluyentes, dignos y seguros.
En México y en el mundo el tiempo de traslados muestra diferencias
importantes entre mujeres y hombres, lo cual se relaciona con la
distribución sexual del trabajo y muy especialmente con el desbalance en
las tareas de cuidados familiares, que siguen cargándose injustamente
en las mujeres, se requieren condiciones particulares para su
desplazamiento. Además de que muchas acuden a lugares de trabajo
remunerado, cargan bebés, carreolas, bultos y bolsas del mandado,
entregan y recogen niños a y de la escuela, a clases vespertinas, al
médico y dentista, y además cuidan a familiares con discapacidad, a
enfermos y ancianos. El hacinamiento favorece los abusos en el
trasporte, cada vez más mujeres evitan el uso de tacones, faldas,
escotes o ropa entallada, porque los machos pueden considerarlas como
provocadoras que hay que atacar.
Un reciente sondeo realizado por la Fundación Thomson Reuters en
cinco de las urbes más grandes del mundo, encontró que el transporte de
nuestra ciudad es el peor evaluado por las mujeres: tres de cada cuatro
citadinas no tiene confianza en usar el sistema de transporte sin riesgo
de acoso, abuso o violencia sexual, los testigos se hacen de la vista
gorda, sólo un tercio de pasajeras confía en que alguien las ayudaría si
fueran acosadas, en comparación con una mitad que sí expresa tal
confianza, entre quienes viven en Londres.
El Instituto de las Mujeres de Ciudad de México y ONU Mujeres en
publicación reciente presentan un panorama doloroso. En comparación con
las demás ciudades del país, la capital es la de mayor proporción (43
por ciento) de mujeres violentadas en el ámbito comunitario: espacio
público, calles, escuelas, centros comerciales y medios de trasporte.
Las agresiones más frecuentes son frases ofensivas y de carácter sexual
(74 por ciento), tocamientos impropios (58 por ciento), 14 por ciento ha
sentido miedo de ser atacada. De acuerdo con las denuncias de violencia
contra las mujeres, las áreas con mayor riesgo en la zona centro
tienden a ocurrir en la cercanía de las líneas del Metro (en norte y
sur), mientras que en la periferia tienden a alejarse de las estaciones
del Metro, la violación se registra en mayor medida en la periferia sur y
en las porciones este y norte de la ciudad. El programa para la
seguridad de las mujeres no parte de cero en la capital, el mencionado
instituto arrancó desde 2007 el plan intersectorial Viajemos Seguras,
con vagones exclusivos para mujeres en el Metro, asientos rosas en
autobús y metrobús, señalización en rampas, pasos peatonales y creación
de senderos seguros, luminarias, cámaras de seguridad y una aplicación
móvil como recurso de alarma, se han impartido talleres comunitarios y
campañas contra la violencia en el transporte. A 10 años del programa,
el gran reto para el gobierno entrante es reducir las tasas de violencia
en el transporte, actos que conforman entornos propicios para la
ocurrencia de formas más graves de violencia. Celebro que el nuevo
programa de movilidad contemple una perspectiva de género
intersectorial, que considera los destinos y horas de viaje de las
mujeres, el protocolo de intervención en casos de violencia de género, y
una transformación cultural, campañas educativas y de concientización
para modificar el comportamiento de agresores y testigos en medios de
transporte, capacitación a conductores, difusión del derecho a una vida
libre de violencia y crear módulos especializados en las agencias del
Ministerio Público.
Twitter: Gabrielarodr108
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