Primero. Es una mentira reiterada por los detractores de AMLO que el
Plan de Paz y Seguridad propuesto es muestra del autoritarismo que viene
y que delega en las Fuerzas Armadas la integración del grupo de combate
al delito. De entrada el concepto de Guardia Nacional está previsto en
los artículos 89, fracción VII, y 76, fracción IV, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, con antelación a la referencia
que hace del concepto el próximo titular del Ejecutivo.
Los artículos referidos le otorgan atribuciones al presidente de la
República, en acuerdo con el Senado, de tomar esa decisión. Así, la
medida se ajusta en estricto derecho al mandato constitucional sin
violación normativa alguna, pero puede perfeccionarse mediante reformas
constitucionales si el poder reformador de la Constitución lo considera
pertinente.
Segundo. Se dice –y también se falta a la verdad con esa afirmación–
que serán los militares, no un civil, quienes dirijan esa Guardia
Nacional. ¿Quién, con un mínimo de instrucción, podría ignorar que el
presidente de la República, que es un civil, es el comandante supremo de
las Fuerzas Armadas, según lo dispuesto en el Artículo 89, fracción VI,
de la Constitución? A mayor claridad, el artículo 11 de la Ley Orgánica
del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos establece: “El Mando Supremo del
Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos corresponde al Presidente de la
República, quien lo ejercerá por sí o a través del Secretario de la
Defensa Nacional; para el efecto, durante su mandato se le denominará
Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas”.
El Plan prevé 266 coordinaciones regionales, teniendo como titular a
un civil y participación de autoridades civiles, militares e invitación a
la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y organismos civiles.
Tercero. Según un reporte preparado para el Congreso de Estados
Unidos sobre el crimen organizado en México, sólo parcialmente tres
estados no tienen una presencia dominante de cárteles: la Ciudad de
México, Oaxaca y Chiapas. En otras palabras, en 29 de 32 entidades
federativas dominan o cogobiernan con las autoridades las diversas
expresiones de empresarios de este giro de negocios que día con día no
sólo atiende el relativo al tráfico de drogas, sino que se ha
diversificado incluyendo secuestros, extorsiones, tráfico de órganos y
de personas y el denominado cobro por derecho de piso
(https://fas.org/sgp/crs/row/R41576.pdf, p. 12). Sobra decir que ni
Morena ni AMLO intervinieron en el reporte referido.
México es ya un narcoestado. Bien dice la conseja: a grandes males
grandes remedios. Y López Obrador propone el plan porque puede y la
empresa privada y la economía seguramente lo aplaudirán. Llama la
atención cómo el viernes 16 el diario Reforma publicó en portada la nota
“Rompen ONG’s con AMLO”, como si ello tuviera una trascendencia para la
gobernabilidad o la estabilidad del país. En cambio, los diarios
financieros y Excélsior ponderaron el apoyo empresarial al plan, tanto
que empresarios prominentes aceptaron formar parte del consejo asesor
anunciado por AMLO.
Cuarto. Nadie puede probar que genéticamente los agentes de policía
son menos corruptos que los militares. Tampoco que las convicciones
éticas de unos y otros se anteponen a la eventualidad (es un decir) de
obtener ingresos económicos al margen de la ley. Sí es posible probar
que las Fuerzas Armadas tienen mayor entrenamiento, recursos materiales y
capacidad de combate que cualquier policía, incluida la del
inconstitucional mando único.
Y de cara a la realidad que AMLO desconocía a fondo cuando estaba en
campaña, tiene el deber de actuar en consecuencia para recuperar la paz
que se ha perdido en los últimos años en el país. Por supuesto, recurrir
al Ejército no es la primera opción, sino la última, que se antoja
justificable ante la gravedad del diagnóstico sobre la colusión entre
los empresarios del ramo y la autoridad civil, militar e incluso
religiosa, periodística y social.
Quinto. Es verdad, y hay que reconocerlo, que las Fuerzas Armadas no
fueron diseñadas para mantener la seguridad pública de un estado o
municipio. La formación en los objetivos que animan a la policía y al
Ejército son complementarios, pero diferentes. El policía debería
prevenir y detener a presuntos delincuentes y ponerlos en manos del
Ministerio Público. El Ejército está pensado para abatir al enemigo.
Será todo un reto entreverar derechos humanos con el combate a los
miembros del crimen organizado que han escalado a tal magnitud que han
dejado de ser delincuentes comunes para asimilarse a terroristas que
ponen en peligro no sólo la seguridad pública, sino la seguridad
nacional en el mejor de los sentidos; es decir, el mantenimiento
razonable del estado de derecho.
De cualquier forma deberán –como así apuntan las cosas– prepararse
unidades operativas del Ejército con nuevas habilidades, aptitud y
actitud para llevar a cabo esa nueva tarea, con los mínimos daños
colaterales que esa iniciativa tendrá.
Sexto. México no es el primero ni será el último que haga uso de sus
Fuerzas Armadas para preservar sus rasgos distintivos como nación. El
famoso milagro del desarrollo económico de varios países asiáticos se
explica por sus bajas tasas delictivas y por mantener bajo control la
seguridad de personas, bienes e inversiones directas. A mayor seguridad
mayores posibilidades de crecimiento es un principio demostrado por
países como Singapur, que no sólo ha podido salir del subdesarrollo,
sino que está en la lista de las primeras economías del mundo, el
llamado Tigre Asiático donde el Ejército tiene divisiones dedicadas a la
seguridad pública.
Y vaya que hay diferencia: mientras que Singapur es el cuarto país
más rico del mundo, México ocupa el lugar 68, algo que no es para
presumir
(https://www.gfmag.com/global-data/economic-data/richest-countries-in-the-world?page=12).
Séptimo. He insistido en otras ocasiones, y ahora lo hago de nuevo
por su importancia capital, que toda vez que no hay en México perfiles
genéticos impermeables a la corrupción y a la impunidad, deben
practicarse con toda seriedad exámenes de control de confianza por
terceros expertos independientes con la totalidad de elementos que
implica semejante ejercicio (estudio toxicológico de vello, estudio de
entorno social, polígrafo y eye-detect, al menos; y todos, no sólo
alguno de ellos) que puede hacer la diferencia entre el éxito y el
fracaso en el nuevo modelo que busca que al final del día se pueda
encontrar la seguridad perdida para el bien de todos.
ernestovillanueva@hushmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario