Francisco López Bárcenas
Los ríos de nuestro país son
una tragedia. Sin una política que los tome en cuenta como lo que son,
las venas por donde recorre la sangre que da vida a nuestro territorio y
a los que en él habitamos, por años han sido considerados basureros y
depósitos de desechos tóxicos donde las industrias de todo tipo arrojan
sus desperdicios impunemente. Esta indolencia de los industriales,
alimentada por la indiferencia gubernamental, ha dado como resultado que
los más importantes ríos de nuestro país ahora sean focos de
contaminación, insalubridad y muerte para quienes ahí habitan, sean
plantas, animales o seres humanos. A esto hay que agregar que en las
recientes décadas se ha incrementado la construcción de represas para la
generación de energía eléctrica, al tiempo que grandes volúmenes de
agua dulce se destinan para la industria de la minería y el fracking. Un panorama aterrador que ya deja ver sus desbastadores efectos socioambientales sobre los mexicanos y su patrimonio.
Frente a esta tragedia han sido organizaciones sociales las que han
tomado la iniciativa de lucha por la defensa de los ríos. Hace 15 años,
al calor de la lucha convocada por el Consejo de Ejidos y Comunidades
Opositoras a la presa La Parota (Cecop) para defender el río Papagayo,
sobre el cual se pretendía construir dicha obra; las organizaciones
participantes decidieron constituir el Movimiento Mexicano de Afectados
por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder), con el claro objetivo
de oponerse a la construcción de presas porque se estaban realizando
violando los derechos de los pueblos indígenas y comunidades campesinas y
sólo beneficiaban al capital trasnacional. Quince años de lucha que los
días 17 y 18 de este mes festejaron realizando su 13 encuentro nacional
en la comunidad de Salsipuedes, Bienes Comunales Indígenas de
Cacahuatepec, en el Acapulco rural, estado de Guerrero.
Más que una organización el Mapder es un espacio donde se articulan
organizaciones y comunidades que tienen dentro de sus objetivos la
defensa de los ríos. En estos 15 años de lucha han enfocado sus
esfuerzos al intercambio de experiencias entre sus integrantes y a
brindar solidaridad a los movimientos nacionales e internacionales que
tienen los mismos fines; también han organizado campañas de denuncia
contra la violación de los derechos de los defensores de los ríos y el
ambiente. Su activismo ha logrado la cancelación de la presa de
Arcediano, en Jalisco; y la suspensión, modificación o retardamiento de
la construcción de las presas La Parota, en Cacahuatepec, Guerrero; El
Zapotillo, en Temacapulín, Jalisco; Paso de la Reyna, en las costas de
Oaxaca; Las Cruces, en Nayarit, Jalcomulco y Amatlán, en Veracruz;
Olintla y San Felipe Tepatlán, en la Sierra Norte de Puebla, y varios
embalses en Chiapas.
Quince años de lucha no han estado exentos de represión. En la
defensa de los ríos muchos han dejado la vida. Quienes participaron en
el 13 encuentro del Mapder recordaron y exigieron justicia para Antonio
Esteban y Manuel Gaspar, defensores del territorio en Sierra Norte de
Puebla, y la aparición con vida de Sergio Rivera, secuestrado y
desaparecido por las mismas razones; también exigieron justicia para
Ulises García, Eusebio Elacio, Alexis Santos, Crecenciano Everardo y
Feliciano Ascencio, asesinados el día siete de enero de este año en la
comunidad de la Concepción, municipio de Acapulco, lo mismo que Celerino
Hernández, asesinado el 15 de noviembre de 2014, todos ellos miembros
del Cecop; recordaron y se pronunciaron por la libertad de los 19 presos
políticos del Cecop y de Gonzalo Molina, preso político de la CRAC,
Policía Comunitaria de Tixtla, en el penal de Chilpancingo; y la
cancelación de las órdenes de aprehensión contra todos los luchadores
sociales.
En su pronunciamiento final, los miembros del Mapder exigieron la
cancelación de las presas hidroeléctricas que se encuentran suspendidas.
Es una demanda por la cual están claros que hay que seguir luchando,
aun con el ascenso al poder de un nuevo gobierno, que para ganar el voto
popular prometió un cambio de rumbo y en preparación de la toma del
poder está enviando señales contradictorias. Por eso declaran que el
ascenso de un gobierno progresista no es garantía de cambio.
Para los movimientos que nos oponemos al extractivismo y al modelo energético imperante en nuestro país eso no significa un cambio en favor de nuestras demandas, dicen. Y agregan:
Tenemos claro que sólo la organización y articulación de movimientos sociales podrá hacer valer la determinación de los pueblos en sus territorios. Es una convicción que merodea todos los territorios de la resistencia.
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