Miguel Ángel Porrúa*
Hay quienes consideran que lo
moral, desde los puntos de vista social e individual, debe permanecer
fuera de los ámbitos de la legalidad de una nación. La propuesta del
presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para dotar a la nación
de una Constitución moral no se contraponen con los principios
del Estado de derecho, régimen bajo el que, afortunadamente, vivimos los
mexicanos. El problema que enfrentamos, y éste es un hecho cierto, es
que siendo un país de leyes, éstas no se cumplen a cabalidad: la
corrupción, la violencia, la impunidad y la injusticia se perciben como
una constante en la vida de los mexicanos.
La forma en que la Constitución moral se ha planteado conlleva la finalidad de contribuir al proceso de la llamada Cuarta transformación,
brindando un conjunto de normas éticas y cívicas que permitan una
convivencia en condiciones de vida digna. En otras palabras, que sean la
pauta para recobrar el amor a la patria y, por supuesto, los elementos
sustanciales del civismo y la vida republicana, las virtudes y valores
que tanto en el hogar como en la escuela se deben fomentar.
En el ámbito de la conducta, los valores son aquellos principios que
permiten a los seres humanos ser mejores personas. Son cualidades,
convicciones y creencias que ayudan al individuo a encaminar su vida
hacia la plenitud y autorrealización en el bien. Los valores
cívicos son la base para vivir en colectividad, permiten regular nuestra
conducta en orden para el bien común, asegurando la convivencia en
armonía, y en la sociedad se cultivan al interior de las comunidades,
preservándose como parte de su tradición y legado. Sin embargo, no todas
las personas comprenden la importancia de este garante de ciudadanía,
lo que trae consigo problemas o conflictos que provocan el rompimiento
de las normas establecidas y en ocasiones trastocan el orden jurídico.
Por ello es importante la educación y formación en valores cívicos que
garanticen la paz social y destierren el individualismo generador de
descontrol y desorden en las comunidades.
Creer en la honestidad, la igualdad, la libertad, la solidaridad, la
tolerancia, la equidad y el respeto, así como honrar y respetar el
entorno y privilegiar el diálogo, es parte de una estructura adecuada
para el desarrollo de un pensamiento crítico y autónomo, abierto a un
proceso de contrastación desde una buena voluntad de los diversos puntos
de vista, de su entendimiento y aceptación, lo que es propio también de
los valores cívicos como referentes del mejoramiento social.
Para poder definir cuáles son los valores cívicos es importante,
primeramente, entender cuáles son los valores trascendentales, es decir,
aquellos que van más allá de los límites de la vida misma, como el
amor, la verdad, la bondad, la libertad, la paz y, entre otros, la
felicidad. En cambio, las virtudes son disposiciones firmes y habituales
hacia el bien, y permiten realizar actos buenos; por ello, implican que
libre y voluntariamente se ha decidido hacer el bien.
Es importante establecer la diferencia entre virtudes y valores, ya
que la mayoría de las veces éstos se confunden entre sí; las cuatro
virtudes cardinales llevan a la plena realización del valor, éstas son:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Por todo lo dicho, resulta absurdo que este instrumento de carácter
moral que no pretende más que una convivencia cordial, pacífica y
tolerante haya despertado críticas y burlas, y no dudamos que la idea de
una Constitución moral no sólo sea justificable sino viable y necesaria.
Por otra parte, recordemos que en el mundo existen leyes que se rigen
bajo los preceptos morales de una religión y se advierten en
Estados-nación que no han hecho la legal separación entre Estado e
Iglesia. Un claro ejemplo es el caso del Reino Unido: la Carta Magna
británica considera algunos preceptos de esta doctrina en la redacción
de sus artículos y la reina Isabel II no sólo es jefa de Estado, sino
gobernadora suprema de la Iglesia anglicana de Inglaterra.
La Constitución moral de los mexicanos será redactada por
expertos investigadores y especialistas en el tema, necesario será el
incluir varias disciplinas, a fin de que contenga una estructura sólida
que responda a los objetivos planteados.
* Librero-editor.
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