Se tiene que esclarecer,
desde luego, el posible secuestro masivo de migrantes –entre ellos, 65
menores y siete mujeres– que, de acuerdo con diversos testimonios,
fueron capturados por un comando armado el 3 de noviembre por la noche
en las inmediaciones de Tierra Blanca, Veracruz, y que habrían sido
vendidosa un grupo delictivo en territorio poblano. Y si el hecho ocurrió, al gobierno de Enrique Peña Nieto le quedan 21 días para dar con el paradero de los desaparecidos y capturar a los culpables materiales e intelectuales de semejante atrocidad.
Aunque la fiscalía poblana abrió ya una investigación sobre este
episodio horrendo, la Federación tiene una responsabilidad insoslayable
por dos razones: porque todos los asuntos migratorios son de su
incumbencia legal y porque la acción criminal tuvo que ser obra de la
delincuencia organizada.
No puede ignorarse, además, la extrema irresponsabilidad de Miguel
Ángel Yunes Linares, todavía gobernador de Veracruz, el cual ofreció 150
autobuses a los viajeros para que salieran de esa entidad, luego
traicionó su promesa y causó la exasperación y la dispersión de los
migrantes, muchos de los cuales optaron por abordar cualquier transporte
con tal de avanzar en su ruta. La retractación del gobernante es de por
sí perversa porque generó falsas expectativas de movilidad en un grupo
humano que la requiere desesperadamente; pero si se confirma que,
efectivamente, decenas de centroamericanos se sumaron el pasado fin de
semana a los más de 37 mil desaparecidos, los jugueteos de Yunes Linares
podrán considerarse equivalentes a entregar al crimen organizado a los
más indefensos entre los indefensos.
La vulnerabilidad de quienes intentan alcanzar el territorio
estadunidense por medio de rutas terrestres por el mexicano está
determinada, ciertamente, por la inseguridad pública, el estado de
derecho roto, la indolencia de las autoridades, la corrupción y la
impunidad que prevalecen en el país.
Pero hay también términos legales que deben ser modificados. Tal vez
el cumplimiento de la Ley de Migración vigente y de sus principios
podría ser suficiente para garantizar la integridad de los migrantes en
el territorio nacional: “respeto irrestricto de los derechos humanos de
los migrantes, nacionales y extranjeros (…) con especial atención a
grupos vulnerables como menores de edad, mujeres, indígenas,
adolescentes y personas de la tercera edad, así como a víctimas del
delito (…) Enfoque integral acorde con la complejidad de la movilidad
internacional de personas, que atienda las diversas manifestaciones de
migración en México como país de origen, tránsito, destino y retorno de
migrantes (…) Hospitalidad y solidaridad internacional con las personas
que necesitan un nuevo lugar de residencia temporal o permanente debido a
condiciones extremas en su país de origen que ponen en riesgo su vida”,
facilitación de la movilidad internacional de personasy “fortalecer la contribución de la autoridad migratoria a la seguridad pública (…) y al combate contra el crimen organizado, especialmente en el combate al tráfico o secuestro de migrantes, y a la trata de personas en todas sus modalidades”.
Eso dice una ley que no se cumple casi nunca. En el caso de la
Caravana Migrante que se encuentra actualmente en el país, el Instituto
Nacional de Migración (INM) puso a sus integrantes en una encrucijada:
forzarlos a que solicitaran la condición de refugiados, lo que
implicaría internarlos durante un tiempo indefinido en
estaciones migratoriasque en nada se distinguen de una cárcel, o devolverlos al otro lado del Suchiate. Tal vez algunos de los integrantes de la caravana desearan buscar refugio aquí, pero la mayoría lo que quiere es llegar a la frontera estadunidense. Significativamente, el INM no le propuso a ninguno de ellos el estatuto que en rigor les corresponde, que es el de
visitante sin permiso para realizar actividades remuneradas, en el cual va incluido el
tránsito por México. Y es que para otorgar esa clase de visados a los ciudadanos de países con los que no hay acuerdos de exención de documentos de viaje (casos de Guatemala, Honduras y El Salvador) el gobierno exige los siguientes requisitos:
pasaporte, una fotografía, probar legal estancia (?) y presentar los documentos que acrediten alguno de los siguientes supuestos: a) Arraigo b) Solvencia económica c) Estudios hasta por una temporalidad de 180 días(https://is.gd/RxzYHE). Pedirle a alguien que se ve obligado a dejar su país por peligro de muerte o por hambre que demuestre
arraigoo
solvencia económicaes una burla sangrienta.
Urge, pues, aunque a los gringos no les guste, reformular los
reglamentos para permitir el libre tránsito de migrantes hacia el río
Bravo y, en tanto la violencia y la delincuencia no amainen, cuidarlos
en el trayecto.
Y urge encontrar a los que, según diversos testimonios, sufrieron desaparición forzada.
Twitter: @Navegaciones
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