8/06/2020

Columnas y opinión del periódico La Jornada


Comunidad libanesa, de luto
La situación financiera del gobierno, expuesta con claridad
Largas filas en tribunales, focos de infección
“El que no tenga un amigo libanés… ¡que lo busque!”: Presidente Adolfo López Mateos
El 21 de noviembre de 1962 el presidente Adolfo López Mateos, uno de los buenos que tuvo el priísmo, inauguró las nuevas instalaciones del Centro Libanés, en la colonia Florida de la capital de la República. Ahí plasmó de puño y letra las palabras “El que no tenga un amigo libanés… ¡que lo busque!” en el libro de visitantes distinguidos que sostenía la señorita Laila Trabulse Kaim. La frase luego sería rescrita en una placa de metal que fue colocada en el vestíbulo del Centro. Elocuente y cálido como era, López Mateos expresó en una breve frase el afecto de los mexicanos hacia la comunidad libanesa asentada en nuestro país. El siniestro que ha causado tantas desgracias en Beirut es algo que lastima a los mexicanos, estamos ligados por lazos amistosos, familiares y de negocios a la numerosa, respetable, laboriosa comunidad libanesa. Imposible mencionarlos a todos, pero es preciso mencionar a algunos personajes que han dejado huella en nuestro país: Carlos Martínez Assad, historiador e investigador; José David Maauad Abud, industrial textil en Hidalgo; Alfredo Jalife-Rahme, periodista y analista político, colaborador de nuestro periódico; la actriz Salma Hayek; Carlos Slim Helú y su numerosa familia; David Maauad Velázquez, fotógrafo; el hombre de negocios veracruzano Gregorio Chedraui; el actor Mauricio Garcés; el ex presidente y fundador de muchas instituciones nacionales Plutarco Elías Calles; Mohamed Mazeh, operador del restaurante del Centro Libanés y Antonio Badú, cantante, fue conocido como El emir de la canción. El segundo apellido de la directora general de La Jornada, Carmen Lira, es Saade, también de origen libanés. Para todos, nuestras condolencias.
Las cosas como están
Tras el derrumbe petrolero, la devaluación y los pancho-dólares, en los años 80 del siglo pasado, el presidente López Portillo tuvo que recurrir a la necesidad de pedir dinero prestado a los mexicanos ricos de la época para cubrir la nómina de la burocracia, entre ellos, al profesor Carlos Hank González y al empresario poblano Gabriel Alarcón. Luego recurriría a la expropiación de los bancos privados, en 1982, una experiencia que resultó mas costosa que los males que trató de remediar. Muchos años después, otro presidente, López Obrador, enfrenta otro desastre petrolero, con el añadido de una pandemia, una crisis delincuencial y una devaluación. Con sinceridad dice que su gobierno cuenta en estos momentos con sólo 300 mil millones de pesos. El presupuesto global del gobierno es de 6 billones, aproximadamente. Se entiende que esos 300 mil millones de pesos es un excedente después de pagar las nóminas, la deuda y los servicios del aparato estatal. Sigue firme en la idea de no pedir prestado. Celebra que sigan aumentando las reservas internacionales del Banco de México, podrían llegar a 200 mil millones de dólares antes de que termine su mandato, cifra sin precedente, colocaría a México en la lista de los países con mayores reservas. Es muy claro: esos 300 mil millones de pesos están etiquetados para los programas sociales, no para bancos ni grandes empresas. La economía se fortalece de abajo hacia arriba. Admite que ha subido la deuda pública, pero es por el efecto de la devaluación y la renovación de deudas heredadas, no por nuevos préstamos. Se aprecia la crudeza, la claridad sobre la situación del gobierno en este 2020 que esperamos no se repita en siglos.

4T: intrigas, distorsiones 
Radiografía del secretario Toledo
Alfonso Romo, pernicioso
6 años: Larrea, Río Sonora
Hoy se cumplen seis años de una de las tragedias ambientales con cargo al minero Grupo México, propiedad de Germán Larrea Mota Velasco, uno de los principales opositores históricos del arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder. Cuarenta millones de litros de sulfato de cobre acidulado fueron vertidos en los ríos Sonora y Bacanuchi, contaminándolos y afectando a unas 22 mil personas de ocho municipios sonorenses.
Nada se ha hecho, en realidad, para remediar lo sucedido: la impunidad ha sido acremente señalada en un documento oficial por los Comités de Cuenca Río Sonora (https://bit.ly/30tPqYu), que exigen a López Obrador y a la gobernadora priísta Claudia Pavlovich acciones reales y no discursos y promesas.
Pero Larrea Mota Velasco sí consiguió, por ejemplo, que el jefe de la oficina de la Presidencia de la República, Alfonso Romo, empresario con conflicto de intereses que él mismo reconoció antes de aceptar ese encargo, convocara a un desayuno con el secretario federal del Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo, para tratar de convencer a éste de que fuéramos más accesibles y, digamos, que presionábamos mucho a Grupo México.
Toledo, según una grabación que comenzó a circular ayer, habría dicho que Romo “ha adquirido enorme centrabilidad ( sic) y poder dentro del gobierno, dado por el Presidente; es el operador principal para bloquear todo lo que efectivamente sea, digamos, en la línea de lo ambiental, de la transición energética, de la agroecología, todo el tiempo”. En esos afanes, Romo tiene su personalísima pieza operativa: el secretario de Agricultura, Víctor Manuel Villalobos, sabido y recontrasabido aliado, promotor y defensor de empresas de cultivos transgénicos y de intereses trasnacionales, a tal grado que en estos días se atrevió a incluir con falsedad el nombre de la Secretaría del Medio Ambiente y su titular para justificar el uso del glifosato (herbicida señalado como cancerígeno) en cultivos mexicanos.
Aparte de las revelaciones específicas, como el presunto cabildeo a través de una de las subsecretarías de Gobernación para tratar de que una consulta pública respaldara la instalación de una cervecera en Mexicali, las palabras del secretario Toledo constituyen una desmitificación e incluso descalificación, pues la 4T, como un conjunto claro y acabado de objetivos, no existe. El gobierno está lleno de contradicciones, se expresa concretamente en luchas de poder al interior del gabinete (https://bit.ly/39ZeJox).

Reconocido como un académico, investigador y articulista honesto y congruente, el secretario Toledo ha hecho una radiografía que más que generar enojos o linchamientos de Internet debería mover a análisis, discusión y corrección: desde las entrañas del poder obradorista está señalando las contradicciones, la indefinición ideológica y la descarnada lucha por el poder: El gobierno de la 4T es un gobierno de contradicciones brutal y toda nuestra visión, que aquí la compartimos a lo mejor todos nosotros, no está para nada en el resto del gabinete y me temo que tampoco está en la cabeza del Presidente.
De visita en Sinaloa, el presidente López Obrador se regaló una estampa polémica más (antes, el caso Ovidio Guzmán y el saludo a la mamá de El Chapo): bajó de su camioneta para tomarse una fotografía con José Alfredo Ríos Meza, El Komander, el principal cantor de narcocorridos que ensalzan historias de capos, operativos de degüellos y destazamientos y otras hazañas de grupos criminales. ¿Habrá escuchado Sanguinarios del M1, del Movimiento Alterado, con El Komander y otros intérpretes (https://bit.ly/3a6HgZl)?
Y, mientras la mayoría morenista en el Congreso de Oaxaca hizo aprobar ayer la prohibición para que a menores de edad les vendan bebidas embotelladas azucaradas y alimentos chatarra, restricción pionera a nivel nacional, que de inmediato provocó la reacción adversa de cámaras empresariales, ¡hasta mañana, con los diputados federales planteando la posibilidad de inaugurar sesiones el primero de septiembre en el Zócalo o en el Auditorio Nacional!

Larrea, protegido por la 4-T
Impune, a 6 años del ecocidio
Se cumplen seis años del peor desastre ambiental de la industria minera del país, es decir, el derrame provocado por la empresa Buenavista del Cobre de más de 40 millones de litros de sulfato de cobre mezclado con ácido sulfúrico y otros metales pesados en el arroyo Tinajas del municipio Cananea, Sonora, que contaminó los ríos Bacanuchi y Sonora, dañó una zona de 271.6 kilómetros lineales del cauce del río y representó un grave daño ambiental, económico y de salud a 25 mil habitantes de ocho municipios sonorenses, dedicados principalmente a la agricultura, ganadería, elaboración artesanal de quesos y dulces regionales, entre otros.
Seis largos años han transcurrido de otro homicidio industrial de Grupo México –como lo calificó el sindicato minero que preside Napoleón Gómez Urrutia, sin olvidar Pasta de Conchos– y los responsables de ese desastre ambiental (dicho consorcio y su dueño, el tóxico empresario Germán Larrea) se mantienen en la impunidad absoluta, lo que no sería novedad, pues a lo largo de los gobiernos neoliberales ambos gozaron de todo tipo de canonjías y tapaderas, a pesar de las barbaridades por ellos cometidas. De hecho, EPN dio carpetazo al asunto, protegió al magnate y nada le importaron las consecuencias ecológicas y la salud de los afectados.
El problema es que, se supone, México dejó atrás la etapa neoliberal y está inmerso en la 4-T, pero parece que en Palacio Nacional se protege al nefasto Larrea, quien no ha dejado de gozar de los favores del gobierno en turno. De hecho, el presidente López Obrador se comprometió (23 de diciembre de 2019) a no dejar impune dicho ecocidio: vamos a atender de manera integral el problema, empezando por la salud de la gente; no se va a quedar nada más en el diagnóstico, sino que vamos a estar actuando; asumimos nuestra responsabilidad.
Pero todo indica que hay un enemigo en casa que explicaría la inacción en el tema citado. La Jornada (Angélica Enciso) publicó un audio (al parecer registro de una reunión sobre temas de energía en marzo pasado) en el que Víctor Toledo, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se queja, entre otras cosas, de que “Alfonso Romo (jefe de la Oficina de la Presidencia) le pidió ser ‘más accesible con Grupo México’ y le dijo que presionaban mucho a la empresa responsable del derrame de 40 millones de litros de residuos peligrosos en el Río Sonora)… Romo es el principal operador para bloquear lo ambiental, la transición energética y la agroecología… Estamos haciendo un esfuerzo en Semarnat, pero no estamos en un gobierno totalmente del lado nuestro; adentro hay contradicciones muy fuertes”.
De ese tamaño: en la 4-T, la jefatura de la Oficina de la Presidencia garantiza plena impunidad a Grupo México y Germán Larrea, como en los tiempos neoliberales, en los que Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto hicieron exactamente lo mismo en beneficio del tóxico empresario, integrante de lo que no hace mucho se conocía como la mafia del poder, o si se prefiere, la minoría rapaz. ¿Qué pasa ahí?
En vía de mientras, la Semarnat reconoce que luego de seis años del derrame hay acciones que aún no se han realizado y persisten la incertidumbre y la zozobra entre los habitantes de los municipios afectados. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente estará realizando visitas para verificar el cumplimiento de la remediación del sitio. La secretaría reafirma su compromiso de trabajar para resolver lo que le corresponde estableciendo un diálogo claro con los pobladores, autoridades locales, gobierno del estado y Grupo México con el objetivo de… recuperar la confianza, tras años de promesas incumplidas por parte de la pasada administración.
Las rebanadas del pastel
Habrá que federalizar la decisión: Oaxaca es la primera entidad de la República en prohibir la venta, obsequio o donación de alimentos con altos contenidos calóricos a menores de edad. Mucho se habla de la obesidad infantil, pero nadie hace nada para combatirla.

Educación privada, con reglas claras
Con muy buen tino, las autoridades tomaron el problema de la educación justo cuando ya amenazaba con un estallido de largo alcance, y aunque aún hay problemas que deben resolverse, sobre todo técnicos, los planteamientos parecen correctos.
No obstante, lo que deberá tener atención especial es la educación en manos comerciales que poco o nada atienden los mandatos constitucionales, y menos aún los lineamientos que traza la Secretaría de Educación Pública.
La misma SEP tiene toda la experiencia del mundo para elaborar los contenidos de los programas con los que impartirán las clases en la educación básica, y hay, también, mucha experiencia en las transmisión de clases por televisión. En algún momento de la historia no muy lejana nuestro país estaba orgulloso de su televisión educativa, que con el paso del sistema de mercado decayó como muchos otros proyectos nacionales de importancia social.
Hoy parece que se volverá a cuestionar la educación en manos de la iniciativa privada, negocio que se ha convertido, junto con la salud, en uno de los instrumentos más eficaces y seguros para los inversionistas, que hoy podrían entrar en una zona de peligro porque buena parte de su clientela está en quiebra.
Y no sólo eso, las inversiones que se tendrán que hacer desde cada casa para responder a las formas de teleducación menguarán las muy débiles economías que con dificultad se mantienen a flote en estos tiempos.
Para las firmas de las compañías que ofertan educación en México, las reglas que señala la Secretaría de Educación son letra muerta. Los programas los acortan o extienden según sus intereses, y los libros obligatorios, por ejemplo en las primarias, son sustituidos en los hechos por otros que recomiendan las escuelas. Los gratuitos, lo que edita la SEP, apenas se abren.
Pero aun así, tanto las autoridades como los padres de familia aceptan las anomalías porque no tienen capacidad de respuesta frente a la demanda de educación que exige el país, y un buen aliado del fenómeno es el sindicato que a base de huelgas y paros impide que la educación esté garantizada.
Esto, desde luego, sin contar que los gobiernos recientes provocaron que los problemas crecieran para no dejar otra opción, para quienes buscan educar a sus hijos, que los planteles de paga. Así se ha logrado construir un muy fuerte negocio, con una red de escuelas privadas que quitan y ponen precio a la educación a su verdadero antojo y sin el cuestionamiento de nadie.
El presidente López Obrador aseguró que en su gobierno se busca ayudar también a las escuelas privadas porque seguramente alguien ya le dijo –y no fue el secretario de Educación– que el Estado no tiene, como ya dijimos, capacidad para enfrentar la demanda.
Pero ya que esto también obedece a reglas del mercado, y si los van a ayudar, cuando menos deberían imponérseles reglas claras que deberán cumplir, es decir: que el gobierno intervenga de lleno en estos negocios que no deberían ser la salida de emergencia al problema cada vez más álgido de la educación.
De pasadita
Sin duda, mientras más tarde la vacuna contra el virus de la pandemia más remedios milagrosos aparecerán en las redes, y más gente podría padecer los estragos de esas curas maravillosas.
Sin embargo, la desesperación por hallar un alivio al mal construye credibilidades que por momentos se presentan como incuestionables, pero que no tienen el aval del retorno a la salud de quienes los han usado.
De cualquier forma, si después de informarse una gente decide usar esto o aquello, está en su derecho. Mientras no exista una vacuna científicamente probada, como ya dijimos, desde el tapabocas y hasta el tequila podrán ser las recomendaciones de quienes suponen tener la cura. La única recomendación sería: no arriesgue la vida en el afán de conservarla.


Editorial
Ayer se dio a conocer un audio en el que el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Víctor Manuel Toledo Manzur, afirma que el gobierno de la Cuarta Transformación está lleno de contradicciones, carece de objetivos claros, y es escenario de luchas de poder intestinas. También acusa a otros integrantes del gabinete de sabotear la agenda en favor del ambiente, la agroecología y la transición energética, así como de proteger intereses empresariales en éstos y otros ámbitos. Entre los personajes señalados de manera directa están el jefe de la oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, el titular de Agricultura, Víctor Villalobos, además de dos subsecretarios (de Economía y Gobernación), cuyos nombres no se mencionan.

Exigen a la UNAM que respete contratos a los docentes
El 22 de julio, la UNAM emitió un comunicado donde se señala que el semestre 2021-1 iniciará sólo si el semáforo sanitario se halla en verde, lo cual aplaudimos, pues se hace eco de nuestro señalamiento de no regresar a clases presenciales en situación de epidemia.

La crisis sanitaria ha provocado una mayor caída en la economía mundial que se refleja en la reducción de las inversiones, el aumento del desempleo y la incertidumbre y seguridad individual y colectiva. Según los analistas y algunos centros de investigación, como uno del Tecnológico de Monterrey y de algunas otras instituciones internacionales, la actividad económica en México se redujo en el segundo trimestre de este año 19 por ciento, similar a la de España. En Europa también el desplome ha sido de grandes proporciones como en Inglaterra con 20 por ciento; Francia, 14 por ciento; Alemania, 10 por ciento, mientras en Estados Unidos fue de 33 por ciento.
La última vez que estuve en Venezuela fue en 2007, tiempo ya lejano en que el chavismo buscaba consolidarse apretando todas las tuercas posibles de la maquinaria de poder para convertir, tantos años después, la incierta utopía del socialismo del siglo XXI en la alucinante distopía que es ahora. Y me acompañaban entonces dos libros que me ayudaban a entender el paisaje viviente, la novela País Portátil, de Adriano González León, ganadora del premio Seix Barral en 1967, y Chávez sin uniforme, escrito a dos manos por Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka, entonces recién aparecido.
La existencia del Día Internacional de los Pueblos Indígenas y los festejos que la clase política realiza en esa fecha siempre me ha parecido una burla hacia ellos. Se me figura como un cumpleaños donde el cumpleañero no está presente porque no se le invitó a la fiesta y si se hizo fue para que sirviera a los otros comensales. Eso ya de por sí es ofensivo, pero organizar una fiesta para los indígenas, cuando en la vida real se les ofende, agrede, excluye, discrimina y hasta se niega su existencia, francamente no encuentro forma de nombrarlo. Afortunadamente en la actual administración federal no son muy proclives a hablar en serio de los indígenas, lo cual tendrá como consecuencia que los festejos, si los hay, serán pocos y no muy vistosos.
En las postrimerías de julio, con repercusión pública mayor a la usual para este tipo de actos, se realizó un seminario virtual titulado Economía y sociedad a partir de la pandemia. Fue iniciativa de dos legisladores, los ahora decanos de una y otra cámaras del Congreso de la Unión. No es necesario explicitar que ellos son la senadora Ifigenia Martínez Hernández y el diputado Porfirio Muñoz-Ledo. Atendieron la invitación de ambos tres docenas de funcionarios internacionales y mexicanos, antiguos secretarios de Estado y diplomáticos nacionales, profesores e investigadores de universidades y centros académicos de México y el exterior y empresarios. Presentaron y comentaron, a lo largo de dos medias jornadas, 13 ponencias referidas a diversos ángulos de las consecuencias, inmediatas y diferidas del Covid-19 y, en especial, sus secuelas sobre la economía y la sociedad mexicanas.
La muerte de Eusebio Leal sacudió la isla. Vi llorar a cubanos de todos los sectores y de todos los colores, profesionales, obreros, poetas, periodistas, personas venidas desde distintos lugares de Cuba, cronistas que le han seguido el rastro, amigos, mujeres y hombres que se cruzaron con él alguna vez en la presentación de un libro o en la calle. ¿Por qué lo quieren tanto? Su amiga desde hace décadas, la cineasta Rebeca Chávez, me expresó con voz quebrada que lo querían porque representaba, en el siglo XX y aún más allá, un monumento cubano como La Habana.
Me hago también esa pregunta y la mejor respuesta que encuentro no va por los caminos ya recorridos en los múltiples obituarios que le han dedicado al Historiador de La Habana, quien murió el pasado 31 de julio, a los 77 años. Era, sin duda, un espíritu renacentista y uno de los grandes oradores de la historia de una nación que no ha carecido de ellos. Católico y comunista, idealista y hombre práctico, alguien que defendió centavo a centavo, ladrillo a ladrillo, la obra del Centro histórico, dice Rebeca. Era todo eso, pero también un intelectual de fino instinto político que, sin proponérselo, tomó decisiones que transformaron al continente latinoamericano.
Fue Leal quien invitó a Hugo Chávez a La Habana, y aquella primera visita a Cuba en diciembre de 1994, con Fidel Castro rindiéndole honores de jefe de Estado al joven militar, cambió el curso de la historia en la región.
Los detalles están narrados en El Encuentro, un libro que escribí con el periodista Luis Báez a partir del testimonio de todos sus protagonistas. En julio de 1994, el teniente coronel venezolano y héroe de una rebelión militar por la que había pasado dos años en la cárcel, ofrecía una conferencia de prensa en el Ateneo de Caracas: Cuando ya casi me iba, me dijeron que había un cubano hablando de Bolívar en una de las salas del piso superior. Subí, pero cuando llegué, ya estaba terminando. La impartía Eusebio Leal, el primer cubano que me invitó a la isla, nos contaría Chávez 10 años después, en un vuelo de La Habana a Caracas.
Comparto con los lectores de La Jornada un fragmento de la entrevista que me concedió Eusebio para ese libro. El testimonio, poco conocido, no solo hace justicia a todos los protagonistas de esta historia. Revela la especial sensibilidad del Historiador de La Habana y da nuevas pistas de por qué lloran los cubanos en esta despedida en la que no han faltado flores, música y sábanas blancas colgadas en los balcones, como dice el estribillo de una canción del cantautor Gerardo Alfonso que todo habanero asocia con Leal andando por su amada ciudad.
Cuenta Eusebio en El Encuentro:
“En muy poco tiempo, Chávez se convertirá en uno de los discípulos más sinceros de Fidel. No es el único, pero sí uno muy especial. Es un discípulo que considera a Fidel –y lo ha dicho– como un padre, hasta el extremo de darle el arma con que luchó; hasta el extremo de ser fiel a su amistad y, en el momento terrible del golpe de Estado, de haberlo llamado y de haber sido consecuente con lo que Fidel le dijo. Y hasta el extremo de haber logrado sembrar él también lo suficiente para que fuera su propio pueblo quien lo sacara del encierro y le devolviera lo que legítimamente había conquistado.
“Algún día nos preguntaremos si, en estos años difíciles que hemos vivido, podríamos haber existido sin la Venezuela bolivariana, sin el espíritu de solidaridad de ese país. Una solidaridad que no ha sido sólo para Cuba, porque en medio del egoísmo y de las tonterías con que a veces se analiza la probable concertación latinoamericana, por lo general no se hace nada concreto.
“Sin embargo, el gobierno de Chávez ha apoyado a los pueblos más pobres, a los más desgraciados. Como lo ha hecho Cuba. A mí me han comentado por ahí: bueno, pero a Cuba le cuesta mucho esa solidaridad, por los kilómetros de médicos que tiene en los lugares más recónditos de Venezuela. Y les digo: “nadie podría retribuir lo suficiente una noche de insomnio de un médico, de un ginecólogo, de unestomatólogo... Nadie sabe mejor que ellos lo que es el dolor huma-no, y lo que significa ese otro maravilloso sentimiento que es la gratitud. Si fuéramos a contar todo en dólares –que sería fatídico–, entonces nuestra deuda no sería pagada. Pero si lo vamos a contar en términos de lo que Cuba y Venezuela han hecho por el ser humano que sufre y por el amigo que lo necesita, está suficientemente pagada. Y eso nada más lo entiende el que siente que debe y puede hacer algo por la humanidad.”
Tras una serie de vicisitudes, los gobiernos de Argentina y Ecuador lograron un acuerdo con sus acreedores externos que restructura mayoritariamente la deuda pública externa. En el caso argentino, el acuerdo reduce el monto de su deuda en 54.8 por ciento y los intereses disminuyen de 7 por ciento a 3 por ciento. En el caso ecuatoriano, los acreedores aceptaron una quita de mil 540 millones de dólares y reducciones de las tasas de 9.2 por ciento promedio en el que estaban a 5.3 por ciento. En ambos casos, el FMI felicitó a los respectivos gobiernos señalando que les coloca en una ruta que permitirá un crecimiento sostenido e incluyente.
Argentina y Ecuador iniciaron el proceso de renegociación declarando su incapacidad para seguir cumpliendo con los compromisos de pago derivados de emisiones de títulos de deuda colocados en el mercado. Ambos países enfrentaban condiciones económicas críticas, explicadas por causas distintas en cada caso, que colocaban a sus respectivos gobiernos en la tesitura de seguir pagando su deuda a costa de reducir sustancialmente el gasto social. Los acreedores, por supuesto en un litigio prolongado que incluyó decisiones de la corte estadunidense, aceptaron que en efecto los respectivos gobiernos no podían seguir honrando su deuda.
El resto de los países de América Latina, sin presentar situaciones críticas tan agudas como las de Argentina y Ecuador, desde antes de la pandemia y, por supuesto, con mayor fuerza dadas las enormes caídas de sus niveles de producción, también enfrentan condiciones presupuestales difíciles que están cuestionando su capacidad para cumplir con los compromisos sociales que sus poblaciones demandan. Grupos económicos diversos, particularmente grupos empresariales, han planteado que para cumplir con esos compromisos es necesario contratar nueva deuda externa Los recursos financieros que se recibieran por este nuevo endeudamiento servirían para ampliar los márgenes de acción de las debilitadas finanzas públicas latinoamericanas.
Sin embargo, este alivio financiero sería momentáneo, ya que en un plazo muy corto elevaría los requerimientos presupuestales que habría que dedicar al pago del servicio de la deuda externa anterior, a lo que habría que sumar los pagos derivados del nuevo endeudamiento. Así que contratar deuda adicional no soluciona. En realidad, habría que hacer justamente lo contrario: como los gobiernos argentino y ecuatoriano, los gobiernos latinoamericanos tendrían que declararse incapaces de seguir cumpliendo con los pagos de su deuda externa.
Debieran informar a sus acreedores que la situación provocada por la pandemia, bien conocida por todos los agentes financieros globales, los obliga a destinar prioritariamente recursos presupuestales a la atención de necesidades urgentes de amplios grupos de sus poblaciones. A esto se suma que el precio de algunas materias primas ha caído sustancialmente y que, además, la generalizada volatilidad financiera ha provocado que los tipos de cambio pierdan frente al dólar, con la consecuencia obvia de que su deuda externa ha crecido como proporción del PIB y, con ello, los requerimientos presupuestales para su pago también han aumentado.
Así las cosas, es evidente que la situación presupuestal de nuestros gobiernos impide que el manejo pre-pandemia, en el que se cumplieron puntualmente con los pagos de las deudas externas regionales, se mantenga. Dadas las restricciones presupuestales que se enfrentan, con requerimientos sociales y económicos cuantiosos para apoyar a los más golpeados por el largo confinamiento, hacen falta recursos. Además, es necesario reordenar las prioridades colocando en primer lugar la protección de las condiciones de vida y de trabajo de amplios grupos de la población.
El Fondo Monetario Internacional ha saludado la restructuración de la deuda argentina y ecuatoriana, lo que le obliga a reconocer que el endeudamiento de esos países con el propio fondo tendrá que restructurarse en condiciones similares a las acordadas con los acreedores privados. Además, el FMI debiera impulsar que los tenedores de títulos de deuda pública de países emergentes acepten que, dadas las enormes dificultades que estamos viviendo, es absolutamente necesario reconocer que debe haber quitas de capital significativas, que permitan aliviar las dificultades financieras de los respectivos gobiernos.
Corresponde, por supuesto, la responsabilidad fundamental a los gobiernos de los países emergentes, particularmente a los latinoamericanos, de abrir una negociación de esta naturaleza. Negociación que, por supuesto, será complicada y que demandará capacidad de concertación que permita coordinar esfuerzos y sumar capacidades. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) podría ser un espacio útil en este sentido. México tiene la presidencia pro tempore. Habría que aprovecharla.

Hay momentos en la historia de una nación que quedan congelados para siempre. Tal vez no sean las peores catástrofes que han abrumado a su gente, ni las más políticas. Sin embargo, capturan la interminable tragedia de una sociedad.
Viene a la mente Pompeya, cuando la confianza y corrupción imperial de Roma fueron abatidas por un acto de Dios, tan calamitoso que a partir de allí podemos contemplar la ruina de los ciudadanos, incluso sus cuerpos. Se necesita una imagen, algo que pueda enfocar nuestra atención por un breve segundo en la locura que yace detrás de una calamidad humana. Líbano acaba de proporcionarnos un momento así.
No son los números lo que importa en este contexto. El sufrimiento de Beirut esta semana no se acerca siquiera a un baño de sangre casual de la guerra civil en el país, ni al salvajismo casi cotidiano de la muerte en Siria, para el caso. Aun si se cuentan sus víctimas totales –de 10 a 60 y a 78 horas después de la tragedia–, apenas si alcanzarían registro en la escala de Richter de la guerra. No fue, al parecer, consecuencia de la guerra, en el sentido directo que ha sugerido uno de los líderes más dementes del mundo.
Lo que se recordará es la iconografía, y lo que todos sabemos que representa. En una tierra que apenas puede lidiar con una pandemia, que existe bajo la sombra del conflicto, que se enfrenta a la hambruna y espera la extinción. Las nubes gemelas sobre Beirut, una de las cuales dio obsceno nacimiento a la otra, monstruosa, jamás serán borradas. Las imágenes del fuego, el estallido y el apocalipsis que los equipos de video recogieron en Beirut se unen a las pinturas medievales que intentan capturar, a través de la imaginación, más que de la tecnología, los terrores de la peste, la guerra, el hambre y la muerte.
Todos sabemos el contexto, claro, el tan importante “trasfondo” sin el cual ningún sufrimiento está completo: un país en bancarrota que ha estado durante generaciones en manos de viejas familias venales, aplastado por sus vecinos, en el que los ricos esclavizan a los pobres y su sociedad es mantenida por el mismo sectarismo que la está destruyendo.
¿Podría haber un reflejo más simbólico de sus pecados que los venenosos explosivos almacenados de manera tan promiscua en el centro mismo de una de sus mayores metrópolis, cuyo primer ministro dice después que los “responsables” –no él, no el gobierno, ténganlo por seguro­– “pagarán el precio”? Y ni aun así han aprendido, ¿o sí?
Y, por supuesto, todos sabemos cómo esta “historia” se desenvolverá en las horas y días siguientes. La incipiente revolución libanesa de los ciudadanos jóvenes y cultivados debe sin duda adquirir nueva fuerza para derrocar a los gobernantes de Líbano, llamarlos a cuentas, construir un Estado moderno, no confesional, a partir de las ruinas de la “república” creada por los franceses en la que se les condenó sin piedad a nacer.
Pues bien, la tragedia en cualquier escala es un mal sustituto del cambio político. La promesa inmediata de Emanuel Macron después de los incendios del martes –que Francia “siempre” estará al lado de la nación baldada que con arrogancia imperial creó hace cien años– fue una de las ironías más punzantes de la tragedia, y no sólo porque el ministro francés del exterior apenas pocos días antes se había lavado las manos de la economía libanesa. Allá por la década de 1990, cuando planeábamos crear un Medio Oriente más después de la anexión de Kuwait por Saddam Hussein, militares estadunidenses (tres en mi caso, en el norte de Irak) empezaron a hablarnos de la “fatiga de la compasión”.
Aunque parezca escandaloso, lo que esto quería decir era que Occidente estaba en peligro de huir del sufrimiento humano. Ya era demasiado: todas esas guerras regionales, año tras año, y vendría un momento en que tendríamos que cerrar las puertas de la generosidad. Tal vez el momento llegó cuando los refugiados de la región comenzaron a marchar por cientos de miles a Europa, prefiriendo nuestra sociedad a la versión ofrecida por el Isis.
Pero regresemos a Líbano, donde la compasión en el terreno podría ser muy escasa. Siempre se puede evocar la perspectiva histórica para escondernos de la onda expansiva de las explosiones, de la nube hongo que se eleva y de la ciudad destrozada. Pompeya, dicen, costó solo 2 mil vidas. ¿Y qué hay del terrible lugar de la propia Beirut en la antigüedad? En el año 551, un terremoto sacudió Beritus, hogar de la flota imperial romana en el Mediterráneo, y destruyó la ciudad entera; según las estadísticas de ese tiempo, murieron 30 mil almas.
Todavía se pueden ver las columnas romanas en el lugar donde cayeron, postradas a escasos 800 metros de la explosión del martes. Incluso podríamos tomar nota de la locura de los antepasados de Líbano. Cuando la marejada se retiró, caminaron en el lecho marino para saquear navíos que habían naufragado tiempo antes… solo para ser engullidos por el tsunami que sobrevino.
Pero, ¿puede cualquier nación moderna –y uso conscientemente la palabra “moderno” en el caso de Líbano– restaurarse en medio de una combinación tan fétida de aflicciones? Aunque ha librado hasta ahora los fallecimientos en masa por Covid-19, el país enfrenta una peste con deplorables medios de auxilio.
Sus bancos se han robado los ahorros de la gente, su gobierno demuestra ser indigno de ese nombre, ya no digamos de sus ciudadanos. Gibrán Jalil, el más cáustico de sus poetas, nos llamó a tener piedad de “la nación cuyo estadista es un zorro, cuyo filósofo es un malabarista y cuyo arte es el arte de parchar e imitar”.
¿A quién pueden imitar los libaneses de hoy día? ¿Quién elegirá a los próximos zorros? Los ejércitos tienen la fama de meterse en los zapatos hechos a la medida de los potentados árabes; Líbano ya intentó eso antes en su historia, con dudosos resultados.
Este martes se nos llama a considerar esta monstruosa explosión como una tragedia nacional –digna, por tanto, de “un día de duelo”, sea cual fuere su significado–, aunque no dejé de advertir, entre aquellos a quienes llamé a Líbano después de lo ocurrido, que algunos señalaban que el sitio de la explosión, y del mayor daño, parecía estar en el sector cristiano de Beirut. Este martes murieron hombres y mujeres de todas las creencias, pero será un horror especial para una de las minorías más grandes del país.
En el pasado, después de numerosas guerras, el mundo –estadunidenses, franceses, la OTAN, la Unión Europea, incluso Irán– ha acordado volver a poner a Líbano de pie. A los estadunidenses y franceses los echaron a fuerza de bombazos suicidas. Pero ¿pueden los extranjeros restaurar una nación que parece irrecuperable?
Hay una opacidad en el lugar, una falta de responsabilidad política que es lo bastante endémica para convertirse en moda. Jamás en la historia de Líbano un atentado político –de presidentes, primeros o ex primeros ministros, parlamentarios o miembros de partidos políticos– ha sido resuelto.
Así pues, he aquí una de las naciones más cultas de la región, con el más talentoso y valiente de los pueblos –y de los más generosos y amables–, bendecida por nieves, montañas, ruinas romanas, excelsa comida, un gran intelecto y una historia milenaria. Y, sin embargo, incapaz de manejar su moneda, suministrar energía eléctrica, curar a sus enfermos o proteger a su pueblo.
¿Cómo es posible que se hayan almacenado durante tantos años 2 mil 700 toneladas de nitrato de amonio en un endeble edificio, después de retirarlas de un navío moldavo de camino a Mozambique en 2014, sin que quienes decidieron dejar este vil material en el centro mismo de su ciudad capital hayan tomado ninguna medida de seguridad?
Y, sin embargo, todos nos quedamos con este infierno colosal y su cancerosa onda blanca de choque, y luego la segunda nube en forma de hongo (no mencionemos ninguna otra). Este es el sustituto de Gibrán Jalil, la inscripción final de todas las guerras. Contiene el vacío del terror que aflige a todos cuantos viven en Medio Oriente. Y, por un instante, del modo más aterrador, el mundo entero lo vio.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
La partida de Eusebio Leal deja una enorme pérdida para la cultura y la revolución cubanas. Hombre de corazón noble, abierto a lo diferente, capaz de apreciar los matices y el valor de la unidad en la diversidad, con cualidades creativas verdaderamente excepcionales, no dio tregua a los enemigos de Cuba. Fue un combatiente decisivo en la defensa, no sólo del patrimonio cultural tangible de La Habana y de todo el país, sino de la identidad nacional. Íntimo conocedor del pensamiento de Martí y de Fidel, supo extraer de ellos el método para volcar las más valiosas esencias de la historia nacional y latinocaribeña en los nuevos valores e ideas que hoy sustentan la construcción cubana del socialismo.
Activo diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, todavía resuenan en los oídos de muchos cubanos y cubanas la apasionada defensa de la ley de los símbolos patrios que hizo ante ella. De esos raros hombres de elaborado pensamiento y gran capacidad de acción, unidos a una extraordinaria sensibilidad ante el dolor del prójimo, Eusebio nació en un hogar muy humilde del proletario municipio de Centro Habana. De niño sufrió severas privaciones materiales. Años después recordaría, todavía con dolor, cómo esperaba con añoranza unos soldaditos de plomo los días de Reyes que su querida madre no podía proporcionarle. En medio de aquellas estrecheces tampoco consiguió terminar la educación básica. De modo que sólo a fuerza de un gran sacrificio personal y gracias la revolución pudo ingresar a los nuevos cursos nocturnos para trabajadores de la Universidad de La Habana, donde más tarde concluiría estudios doctorales en ciencias históricas. Trabajador incansable, ya en esa época había transitado de recaudador de impuestos del gobierno de la ciudad a defensor ardoroso del patrimonio cultural y discípulo del venerable historiador Emilio Roig de Leuchsenring, director de la Oficina del Historiador de La Habana. El sería el sustituto de Roig en esa responsabilidad y con su desbordante imaginación y, a veces, sus propias manos, restauró el Palacio de los Capitanes Generales, para convertirlo en Museo de la Ciudad en 1968. Una tarde de 1971 tuve el privilegio enorme de que me diera un recorrido por las salas del museo, donde pude apreciar sus concepciones sobre la identidad como fenómeno dialéctico, cuyo corazón, en aquellas instalaciones, lo formaban los espacios dedicados a las luchas independentistas contra el colonialismo español pero también los simbólicos restos del águila imperialista derribados del monumento a las víctimas del acorazado Maine, cuya explosión y hundimiento en el puerto de La Habana fueron tomadas como pretexto por el gobierno de Estados Unidos para su intervención militar en Cuba de 1898. A partir de ahí nos unió la amistad y la fecunda cooperación entre el museo y la revista Bohemia, que yo dirigía.
De aquel museo fue irradiando una febril actividad para crear conciencia sobre los valores arquitectónicos de la capital, pero también sobre los hechos y figuras imprescindibles de la historia patria: Varela, Martí, Maceo, Céspedes. Es la época en que conduce el magnífico programa Andar La Habana, de las conferencias multitudinarias en el Anfiteatro de La Habana. En 1981 Eusebio recibe de Fidel la encomienda del rescate del centro histórico de La Habana. Muy pronto comienzan los trabajos de restauración de las Plazas de Armas, de la Catedral y de la Plaza Vieja, así como de calles de gran valor histórico como San Ignacio, Mercaderes y Obrapía y el Convento de San Francisco. En la actualidad deben añadirse el Teatro Martí y el gigantesco rescate del Capitolio Nacional. En 1982 el centro histórico y el sistema de fortificaciones son inscriptos por la Unesco en el registro del Patrimonio Mundial. Restaurar todo este magno conjunto arquitectónico será tarea de Eusebio hasta el día de su muerte, obra en la que dejó un avance muy notable y formó un conjunto de cuadros técnicos capacitados y compenetrados con sus concepciones y estilo de trabajo. También miles de obreros calificados en oficios antes perdidos. Realizó en la zona una labor social de gran envergadura pues para él la restauración no era sólo de las piedras, sino de las almas. Instaura ahí valiosos programas para proteger a las personas de la tercera edad, a los niños con discapacidad, a las mujeres embarazadas, para dotar de vivienda digna –un gran reto me dijo en una ocasión– a los residentes, que ha supuesto hasta ahora la rehabilitación de 4 mil y la edificación de 2 mil viviendas nuevas. Eusebio gozó de la amistad y del apoyo de Fidel y de Raúl. Silvio Rodríguez ha dicho de él y de otros que ya no están: Conforman una estirpe de la que todas las ortodoxias desconfían. Son vidas que no están signadas por el afán de supremacía sino por el ecumenismo y la inclusión. Personas así necesita mucho la Revolución. El pueblo colgó sábanas blancas en las calles habaneras para honrar al muerto. Tal vez nada lo defina tan exactamente como esta dedicatoria de Fidel: Al más leal de los leales.

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