DesInformémonos
Antes de conformarse como organizaciones político-militares, la
Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y el Partido de los Pobres
experimentaron cada una por separado casi una década de lucha previa en
los movimientos populares.
El surgimiento de guerrillas
históricas con una fuerte base social en Guerrero – el Partido de los
Pobres, de Lucio Cabañas, y la Asociación Cívica Nacional
Revolucionaria, de Genaro Vázquez Rojas- se explican por la represión a
las luchas pacíficas que sus líderes encabezaron anteriormente, explica
el experto en seguridad nacional Jorge Luis Sierra, en su libro El enemigo interno.
Con la ejecución extrajudicial de seis civiles y desaparición de 43
normalistas de Ayotzinapa a manos de la policía municipal de Iguala,
las guerrillas con influencia en la identidad -como el Ejército
Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), las Milicias Populares
(MP) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación del Pueblo
(FAR-LP)- emitieron comunicados para acusar al Estado de la masacre y
para amenazar con tomar represalias contra el cártel de Guerreros
Unidos por medio de una brigada de ajusticiamiento, en el caso del ERPI.
“La
liquidación del movimiento armado en Chihuahua no significó la
desaparición de la guerrilla en México”, advierte el experto. Entre
1965, año del ataque al cuartel Madera en Chihuahua, y 1974, año de la
muerte de Lucio Cabañas, el ejército “tuvo que combatir el surgimiento
de dos organizaciones guerrilleras que contaban con fuertes bases
campesinas en la sierra de Guerrero. Aunque influenciadas por el éxito
de la revolución cubana y la proliferación de movimientos foquistas en
América Latina, estas guerrillas provenían de la radicalización de la
lucha campesina”.
El líder de la ACNR, Genaro Vázquez Rojas,
maestro normalista originario de San Luis Acatlán, en la costa chica de
Guerrero, tuvo un gran abanico de experiencias en la lucha civil antes
de lanzarse a la lucha armada. De acuerdo con Sierra, militó primero en
el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y luego en el Partido
Popular Socialista, además de participar en las luchas magisteriales de
1958-1959. Fue fundador de la Asociación Cívica Revolucionaria, que
encabezó en 1960 el movimiento contra el general Raúl Caballero Aburto,
gobernador de Guerrero, quien unificó a los habitantes del estado en su
contra.
El movimiento popular realizó diversas manifestaciones,
que fueron reprimidas. El 30 de diciembre de 1960, elementos del sexto
y del 24 batallones, junto con unidades policiales, volvieron a
reprimir un plantón, con un saldo de 13 muertos y 47 heridos.La
rebelión popular hizo huir al gobernador, se decretó la desaparición de
poderes y llegó un gobernador interino, Arturo Martínez, que no logró
detener el descontento social. “Por el contrario, la Asociación Cívica
Guerrerense se declaró en rebeldía y conformó un gobierno de coalición
que integraba a los dirigentes de las organizaciones que habían
participado en el movimiento que depuso al gobernador Caballero Aburto”
y estableció ayuntamientos populares, escribe Jorge Luis Sierra.
“Hubo
un intento más del grupo de Genaro Vázquez Rojas para preservarse en
los límites de la legalidad. La Asociación Cívica Guerrerense lanzó
entonces como candidato a gobernador a José María Téllez Suárez, un
luchador social que provenía de las filas liberales del estado que
simpatizaban con las ideas de Emiliano Zapata. Después de las
elecciones, el gobierno desconoció los votos que logró el candidato de
la ACG e impuso a Raymundo Abarca Alarcón como gobernador. La
impugnación del resultado electoral tensó al máximo las fuerzas
políticas en el estado. De nuevo, el gobierno guerrerense recurrió a la
fuerza pública para contener el descontento en las regiones donde
predominaba la influencia política de Genaro Vázquez Rojas. Fuerzas de
la policía y del Ejército reprimieron un mitin en Iguala el 31 de
diciembre de 1962 y asesinaron a seis campesinos. Toda la dirección de
la Asociación Cívica Guerrerense pasó a la clandestinidad”.
Preso,
Genaro Vázquez reorganizó a la Asociación pero ahora para la lucha
armada. Mientras tanto, las fuerzas armadas continuaron con las
masacres de campesinos. En 1965, un grupo de agentes a sueldo de
caciques de Tierra Caliente cometió la matanza de 18 campesinos que
disputaban la propiedad de algunos predios. Dos años más tarde, el 20
de agosto de 1967, las guardias blancas realizaron otra masacre contra
copreros en Acapulco. El 18 de mayo de 1967, la policía judicial del
estado arremetió contra un mitin de campesinos en Atoyac de Álvarez. La
matanza obligó al líder, Lucio Cabañas Barrientos, a remontarse a la
sierra y organizar un grupo guerrillero en las montañas. Cabañas,
originario de Atoyac y proveniente de una familia de clase media, era
un maestro normalista de primaria que desde estudiante había militado
en las filas del Partido Comunista Mexicano y había sido un
participante muy activo en las luchas magisteriales que se
desarrollaron en la década de los sesenta.
Para 1968, diversos
grupos políticos se reunieron para conformar la Asociación Cívica
Nacional Guerrerense (ACNG) y enviaron un comando armado que liberó a
Genaro Vázquez Rojas de la cárcel de Iguala el 22 de abril de 1968. “Un
año más tarde, la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria operaba en
las montañas de Guerrero con tres Comandos Armados de liberación: el
CAL general Juan Álvarez, el CAL general Emiliano Zapata y el CAL
general Vicente Guerrero. Para entonces el Partido de los Pobres,
dirigido por Lucio Cabañas y compuesto por una fuerza inicial de 50
hombres pertenecientes a la Brigada Campesina de Ajusticiamiento,
operaba en los municipios de San Jerónimo, Tecpan, Coyuca de Benítez y
Atoyac de Álvarez”, relata el experto.
La ACNG comenzó a extender
sus operaciones al Distrito Federal. El 10 de junio de 1971, una célula
ayudó a los integrantes de una manifestación estudiantil a romper el
cerco del grupo paramilitar de los Halcones, responsable de una de las
peores matanzas en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez.
Para
acabar con las guerrillas, que causaron continuas bajas al ejército, la
estrategia del Estado comprendió la labor social, el uso de fuerzas
paramilitares, su penetración en zonas de influencia de los grupos
armados y guerra sicológica, con lo que lograron aislar a los núcleos
guerrilleros. El 19 de noviembre de 1971, con el secuestro de Jaime
Castrejón Diez, rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, comenzó
la debacle de las guerrillas.
“Genaro Vázquez Rojas fue detenido
por una patrulla del Ejército el 2 de febrero de 1972 y, según
sobrevivientes, fue asesinado en el hospital militar de Chilpancingo.
La destrucción posterior de la ACNR hizo posible que el Ejército
concentrara entonces todas sus fuerzas contra el Partido de los
Pobres”, describe El enemigo interno.El secuestro de Rubén Figueroa en mayo de 1974 marcó el final de la guerrilla cabañista.
“El
gobierno asestó el primer golpe al PDLP en una batalla que duró dos
días, el 29 y el 30 de noviembre, y causó siete bajas guerrilleras.
También el 30 de noviembre, el Ejército ultimó a 17 militantes del PDLP
en otra batalla en la que intervinieron cinco mil elementos del
Ejército y policías. El grupo restante de 21 guerrilleros se mantuvo en
combate noche y día sometido a un cerco hasta que un oficial ejecutó a
Lucio Cabañs el 2 de diciembre de 1974″.
La experiencia
contrainsurgente que dejó Guerrero fue cruda y difícil de asimilar,
considera Jorge Luis Sierra. Ex combatientes del grupo de Lucio Cabañas
señalan que los militares mexicanos arrojaban a los detenidos al mar o
los sepultaban vivos. “Un milite burlón le contestó al señor Emilio
cuando éste le preguntó por ellos: -los mandamos de marineros— es
decir, los habían arrojado al mar, ya que esa palabra de marinero era
muy usual entre la tropa, para amenazar a los detenidos. Otras gentes
dan testimonios de haber sido amenazadas con estas palabras: -te vas a
ir de marinero, te vas a ir de aviador-, o sea, cuando los aventaban
desde los helicópteros al mar, o -te vas a ir de minero-, cuando los
sepultaban vivos”, narra Simón Hipólito, uno de los combatientes de
Lucio Cabañas.
Un militar narró el final de los guerrilleros
detenidos por el ejército: “Yo lo que sí le puedo asegurar es que 180,
yo lo vi, los ordenó matar (el presidente Luis) Echeverría. Y que los
tiramos por helicóptero, allá en alta mar. Ciento ochenta guerrerenses”.
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