Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha
Es un imperativo. Es absolutamente indispensable. Si queremos dejar de ser el país de las matanzas. Si aspiramos a darnos una opción de futuro. Si realmente deseamos preservar la nación.
No es exagerado. La refundación es primordial. Hoy estamos viviendo una lección histórica que no podemos soslayar. A menos que el cinismo nos haga trascender como ciegos, sordos y mudos.
El crimen horrendo de Iguala-Ayotzinapa debe ser un punto de inflexión. A partir del dolor y la muerte, plantearnos la posibilidad de la justicia y la vida. Por eso debe quedarnos claro que las once grandes reformas son prometedoras, pero no suficientes. Si no implementamos ahora cambios radicales van a seguirse produciendo masacres como las de Tlatelolco, El Bosque, El Charco, Aguas Blancas, Acteal, San Fernando y ahora Iguala. Porque estos asesinatos, que nos exhiben hacia dentro y hacia afuera como un México bárbaro, no son hechos aislados ni obras de la casualidad. Son manifestaciones sistemáticas de un México pobre, desigual, injusto y profundo que emerge de tanto en tanto a la superficie.
Por supuesto que nadie con un poco de buena voluntad podría desdeñar los llamados a la cordura y la paz: el presidente Peña Nieto, a las fuerzas políticas y sociales para un gran acuerdo contra la inseguridad; PRI, PAN y PRD coincidiendo en un llamado contra la violencia; los empresarios urgiendo a un nuevo pacto como los diez o doce que ya ha habido en los 20 años recientes. El propio Presidente ha sido enfático al señalar que es necesario “tomar medidas para que hechos como los de Iguala no se repitan”.
Yo les diría a todos, Presidente, partidos y empresarios que la única vía para que el oprobio no se suceda una y otra vez, es la implementación con carácter prioritario de un nuevo modelo económico en el que se inserte un auténtico pacto social: detener la inercia suicida de que cada año haya más pobres; cambiar la tendencia fatal de cada vez menos que tienen más y cada vez más que tienen menos; frenar la voracidad de las ganancias monstruosas frente a los salarios de hambre; dejar de ver a la pobreza con lástima, para mirarla como oportunidad de generar riqueza a partir de ella; reactivar el mercado interno; crear empleos productivos en zonas marginadas; implementar una gran revolución educativa para evitar que siga habiendo escuelas normales rurales que sobreviven gracias a la caridad pública. En pocas palabras, entender de una vez por todas que los estallidos sociales, la represión y las matanzas son originadas en un México brutalmente injusto, corrupto y políticamente convenenciero y antidemocrático.
Por supuesto que la captura de los Abarca, la patética pareja que instauró un narcofeudo de terror en Iguala, aunque tardía es apreciable. Pero hay que ver cómo opera en el ánimo de indignación por los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, cuyo paradero se sabrá al fin porque ellos dieron la orden en su contra.
La pregunta es qué va a pasar cuando los miles que se aprestan a marchar hoy y mañana se enteren de las vejaciones y torturas que muy probablemente precedieron a la ejecución multitudinaria. Hoy más que nunca se requiere de una respuesta sensible, honesta y comprometida del gobierno.
ddn_rocha@hotmail.com
Periodista.
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