CHIHUAHUA,
Chih., (proceso.com.mx).- Con un solo cambio de ropa y una mochila al
hombro, Carlos Martínez salió de su natal Guerrero para recorrer de
raid más de dos mil kilómetros hasta llegar al estado de Chihuahua y
advertir que los normalistas de todo el país están sufriendo campañas
de desprestigio.
Las campañas del gobierno contra las normales rurales pueden detonar un hecho parecido en cualquier parte del país, advirtió.
El estudiante de 19 años cursa el tercer año en la normal rural
“Raúl Isidro Burgos”, donde han vivido más de un mes de coraje, dolor y
horror desde que mataron a tres compañeros, hirieron a 25 y
desaparecieron a 43.
Carlos ha participado en marchas y protestas en Chihuahua, en
Delicias y hoy estará en Ciudad Juárez para regresar de nuevo a la
normal de Saucillo, donde lo acogieron sus compañeras de la normal
“Ricardo Flores Magón”.
El estudiante originario de Ometepec, Guerrero, advirtió que las
normalistas de Saucillo viven un momento de desprestigio, al sufrir una
campaña mediática en la que han sido acusadas incluso de operar un
prostíbulo y ser guerrilleras.
Con preocupación, Carlos advirtió que esos mismos ataques sufrieron
los estudiantes de Ayotzinapa y considera que es una campaña del
gobierno federal para cerrar las normales rurales.
Una de las evidencias de esta campaña fue que en Ayotzinapa fueron eliminadas las becas alimenticias.
“Todo esto lo generó el rencor que sembraron porque reclamamos por
las injusticias. Hace dos años protestamos por el asesinato del
defensor Arturo Hernández Cardona, se le acusaba al presidente
municipal de Iguala (José Luis Abarca) y tal vez eso le molestó, nos
han tachado de vagos, de revoltosos, de todo”, recuerda.
Con voz pausada pero firme, el joven dice que espera que su escuela resurja con el apoyo que ha recibido.
Sueldo de 100 pesos diarios.
“Nada más tengo a mi mamá. Tengo dos hermanos más chicos, un hombre
y una mujer… Mi mamá trabaja ayudándole a una señora a hacer comida,
saca cien pesos diarios. En Guerrero no hay muchas opciones para
estudiar, para superarse. El contexto es complicado, no hay mucho
trabajo y se dificulta conseguir el alimento”, relata.
Carlos conocía el perfil de la normal rural de Ayotzinapa y se
inscribió entusiasmado, con la convicción de ser maestro y luchar
contra la injusticia.
“Además, en cualquier universidad pública de Guerrero, de entrada
tendrías que pagar como 7 mil pesos, tienes que pagar renta y otros
gastos, por mes se te van unos 5 mil pesos”, detalla.
En la normal la formación es integral: “Ahí se aprende de todo. Es
un modelo de producción, aprendemos a cosechar, a criar animales como
vacas, marranos, gallinas, etcétera. Ahí sembramos”.
Sabía que era una escuela combativa porque buscan la igualdad para
tanta familia indígena que no tiene acceso ni a servicios básicos.
“Los egresados van a dar clases a la montaña alta, a la sierra
Miguel Tololoapan que es la zona más pobre, a las zonas más rezagadas,
donde no todos quieren ir”.
Aunque Carlos no es indígena, vive en una zona indígena, donde se
habla amuzgo. Aprendió a amar su historia y respetar la lengua, a su
gente.
“Ahora con esto prácticamente estamos matando nuestra historia. Veo
a mi escuela con esa rabia que caracteriza al estado. En Guerrero hay
mucha incomprensión. La escuela te abre la visión en muchos sentidos,
porque la política igual que hace años, desde el poder trabaja para
desprestigiar”.
El año entrante habrá comicios y el estudiante indica que con la
situación que vive la normal y a costa del dolor de la comunidad y de
los padres de familia, todos los partidos tratan de “sacar raja
política”.
Indica que con la entrada del gobernador interino, Rogelio Ortega
Martínez, la situación es más crítica porque ha aumentado la presión,
es mayor el resguardo de policías y militares, situación que teme pueda
desembocar en otra represión u otra matanza más grande.
En su participación en una de las protestas organizadas por
universitarios chihuahuenses de instituciones públicas y privadas en la
capital, Carlos Martínez explicó que, junto con otros compañeros, viaja
por el país para dar a conocer la situación de la normal y para pedir
el apoyo a la exigencia de la aparición con vida de los 43 estudiantes
desaparecidos.
Explicó que la mayoría de sus compañeros, el menor de 17 y el mayor
de alrededor de 28 años, son indígenas y todos son campesinos. “Hablan
náhuatl, amuzgo, tlapaneco, zapoteco, es nuestra cultura mexicana”.
“¿Qué clase de personas asesinan a su historia y renuncian a su
propia historia? Hay indignación de sectores, de la prensa nacional e
internacional, de los países, hay mucha solidaridad, pero no es un caso
aislado, no es un caso de Guerrero aparte, porque forma parte del
país”, reflexionó ante decenas de personas reunidas en la calle
Libertad.
Y continuó: “No se llevaron a animales, son personas y tienen
historia. Hay dos hermanos de carne que sus papás se pasan todo el día
orando. Julio César Mondragón (a quien apodaban ‘El Chilango’ y que fue
desollado), era papá de una niña de dos años”.
Manifestó el apoyo de Ayotzinapa a Chihuahua como a otras entidades
del país, donde viven situaciones de dolor y refirió que los maestros,
padres de familia y estudiantes de la normal permanecen en el plantel:
“Es una situación trágica, los maestros están con tristeza, no sabemos
cuál será el futuro de la escuela”.
Relató los hechos del 26 de septiembre pasado, cuando las fuerzas
policiales y parte de la ciudadanía mostró el odio con el que ven a los
normalistas, pues dijo que quienes se salvaron fue por pura suerte, ya
que no cabían ya en las patrullas o se resguardaron en alguna azotea.
“Cuando hicimos el recuento al día siguiente, nos dimos cuenta que nos
faltaban 43 y exigimos que aparezcan con vida”.
En entrevista, contó que los padres de los estudiantes desaparecidos han perdido no sólo a sus hijos, sino trabajos.
Indicó que son pocos los compañeros que se han ido de la escuela,
pero se fueron con la esperanza de regresar en cuanto pase la difícil
situación. “Se fueron como cinco de primero, como dos de primero, en
total menos de 30”.
Hoy, las normalistas y Carlos estarán en Ciudad Juárez, donde
llevarán un mensaje solidario a las familias de las mujeres que han
desaparecido en esa frontera, con el fin de compartir y aminorar tanto
dolor.
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