11/08/2014

“Sin tetas no hay paraíso”: los modelos culturales de las barriadas colombianas

100_7159

 

Una investigación en Colombia logró reunir testimonios de 1000 mujeres, más seis casos colectivos, en los que se denuncian todo tipo de violencias hacia las mujeres en el contexto del conflicto armado y el narcotráfico que desde hace décadas son parte de esa sociedad. Silvia García, directora de la organización Mujeres que crean, da cuenta de la investigación y de las construcciones culturales que se fueron construyendo alrededor de esta problemática social: “En barrios pobres hoy en día ser un capo narco es un modelo a seguir para los niños, como para las niñas ser sus mujeres”.

Por Laura Charro, desde Medellín

COMUNICAR IGUALDAD- Mientras en la ciudad de La Habana se realiza desde finales del año 2012 la negociación de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), los organismos de derechos humanos y organizaciones sociales de género hacen oír su voz para echar luz sobre las violencias de género ejercidas a mujeres civiles durante años de confrontación, que han sido invisibilizadas como tales y que recién hoy sus víctimas tienen la valentía de denunciar.

Silvia García, directora general de la organización feminista  Mujeres que Crean, organización con más de 24 años de trabajo en la ciudad de Medellín,  trabaja en dos campos concretos: la violación a los derechos humanos de las mujeres, específicamente violencias sexuales; y, por otra parte, el área de Mujeres, Desarrollo y Democracia, haciendo eje en la participación política de las mujeres en la ciudad. En conjunto con la organización Ruta Pacifica de las Mujeres – que nace en 1996, contra la guerra interna- lograron testimonios de mil mujeres de todo el país y seis casos colectivos. Las mujeres denunciaron todo tipo de violencias (físicas, sexuales, desnudez forzada, desaparición y asesinatos de familiares, desplazamiento, humillación, etc) ejercidas en el marco del conflicto armado en manos de la guerrilla, Estado y paramilitares que hace más de veinte años sacude al país.

Valorando el aporte de estas mujeres  en la construcción de la paz, se creó la Comisión de Verdad y Memoria de las Mujeres Colombianas en la cual un grupo de profesionales se destinó para recabar estos testimonios, teniendo en cuenta la dificultad de reconstruir hechos tan sensibles como las violencias sexuales que para muchas mujeres significan una ruptura decisiva en su historia, indagar sin revictimizar e identificar la vulneración de derechos sufridos. En relación a este informe Silvia manifiesta que “se confeccionó un documento único para mantener la preocupación de lo que sucedió y aún sucede con las violencias hacia las mujeres en el conflicto armado, hacer una recolección de información y un análisis sobre los hechos. Es un aporte importante al reconocimiento de las victimas mujeres y los hechos y crímenes que no son visibilizados como los delitos sexuales”. Esta sistematización de testimonios pone a las voces de las mujeres como protagonistas en la construcción de la verdad colectiva de la historia reciente del país y se espera que sean un aporte a la generación de justicia y políticas de reconstrucción del tejido social tan dañado por las violencias y sus consecuencias sociales y culturales. “El objetivo, además, es que sirvan como prueba ante organismos de paz internacionales señalando como responsables a los tres actores involucrados: Estado, guerrillas y paramilitares. Hoy el documento ha llegado a la Mesa de Negociación de la Habana con la esperanza de ser tenido en cuenta como prueba de hechos de violación de derechos humanos específicos hacia las mujeres que precisan tener una condena”.

En Colombia se encuentra vigente la ley 1257, del año 2008, por medio de la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, que posibilita un marco legal para la condena de los delitos cometidos en el marco del conflicto armado. Sin embargo, Silvia destaca que tenemos normas y leyes con grandes avances, una ley que refleja cuestiones importantes, pero las prácticas, referentes culturales, representaciones sociales hacen que la violencia esté naturalizada”.


col
Cuando Silvia habla de “representaciones sociales y prácticas” que naturalizan violencias también se refiere a la situación actual que vive el país, que sufre las consecuencias no sólo del largo conflicto armado sino también de un camino de ilegalidad y muertes de la mano del narcotráfico y sus históricos carteles que han corrompido al Estado desde su génesis, generando violencias extremas en los barrios vulnerables de las grandes ciudades y estableciendo culturas y estéticas femeninas violentas: “Las jóvenes quieren moldear su cuerpo con operaciones estéticas que les permitan acceder a los jefes del negocio del narcotráfico y así lograr, además, protección y status social. En barrios pobres hoy en día ser un capo narco es un modelo a seguir para los niños, como  para ellas ser sus mujeres. Muchas jóvenes se venden para conseguir el dinero para cirugías siguiendo un poco el concepto de la novela colombiana que reflejaba esta realidad – televisada en argentina hace pocos años- llamada “Sin tetas no hay paraíso”, mujeres sumisas sometidas al capo y con el único anhelo de convertirse en su mujer.”

Desde este complejo marco actual, Colombia está en el difícil camino, pero no menos necesario, de re-construcción de la memoria social con voces de mujer y a la espera de que sean amparadas por una voluntad política real de reconocerlas como verdaderas sujetas de derechos. Otorgando una responsabilidad fundamental atribuida al Estado en el nacimiento y mantenimiento de un sistema social, económico y político en extremo inequitativo, que ha servido de caldo de cultivo de las diversas violencias y violación de derechos que han alimentado el conflicto armado colombiano.
Foto: Laura Charro

No hay comentarios.:

Publicar un comentario