En
2014, Mozambique vacunó a 8.500 niñas de 10 años contra el virus del
papiloma humano (VPH), causante del cáncer de cuello de útero. La
inmunización se extenderá gradualmente a todo el país.
La mozambiqueña de la cama 27, del sector de oncología del Hospital Central de Maputo (HCM), no tiene idea de la suerte que tuvo. En enero, cuando sintió dolores abdominales, el farmacéutico le recomendó analgésicos. Durante meses “el dolor iba y venía”, relató a IPS/Cimacnoticias.
En abril fue a una consulta médica en la clínica de Matola, a 15 kilómetros de esta capital de Mozambique. Las enfermeras habían terminado hacía poco una capacitación para detectar el cáncer de cuello de útero o cérvico uterino (CaCu). Le encontraron un tumor invasivo y la derivaron al HCM; a los dos meses comenzó a recibir quimioterapia.
Este año, en tres distritos en el sur, centro y norte de Mozambique se vacunaron unas 8 mil 500 niñas de 10 años contra el virus del papiloma humano (VPH) en el marco de un proyecto piloto. La vacuna se administra antes del inicio de la actividad sexual, cuando puedan quedar expuestas al VPH.
Las niñas recibirán la tercera y última dosis este mes, informa la médica Khatia Munguambe, del Centro de Investigación en Salud de Manhiça, a IPS/Cimacnoticias.
El próximo paso será ampliar el número de niñas inmunizadas. En 2015 se vacunará a todas las niñas nacidas en 2005 en Manhiça y Vila de Manhiça, en el sur, y en Mocimboa da Praia, en el norte.
Antes se detectaba el cáncer cervical con un test de Papanicolaou o citología del cuello uterino, que requería personal especializado y costosos análisis de laboratorio que demoraban semanas por falta de técnicos.
Con la nueva técnica, las enfermeras rocían el área cervical con ácido acético o vinagre blanco y los tejidos lesionados quedan blancos. Ellas mismas están entrenadas para sacarlo mediante criocirugía y ordenar una biopsia y derivar a la paciente a un médico.
Es fácil, rápido y barato. La detección y el tratamiento se realizan en la misma visita. En contextos rurales y pobres esto marca la diferencia.
“Las mujeres buscan ayuda cuando sienten dolor, y el dolor significa cáncer en una etapa avanzada”, explica la enfermera Mafalda Chissano. “Pero si van al ginecólogo y se hacen un test de Papanicolaou demoran meses, además del tiempo y el costo del transporte. Entonces ya es demasiado tarde”, observa.
ENFERMEDAD MORTAL
Mozambique tiene la mayor mortalidad y riesgo acumulado de cáncer de cuello de útero: siete de cada 100 recién nacidas pueden desarrollar cáncer y cinco morirán por ello. Además, es el segundo país en incidencia de esta enfermedad, después de Malawi, según la Coalición África para la Salud Materna, Infantil y de Recién Nacidos.
Cada año se diagnostica el cáncer cervical a 5 mil 600 mujeres, de las cuales 4 mil morirán, 11 por día. No hay radioterapia paliativa y es una muerte dolorosa.
Esos números corresponden a los fallecimientos registrados. Pero solo la mitad de las y los mozambiqueños tienen acceso a servicios de salud, por lo que se estima que muchas mujeres mueren sin diagnóstico.
El problema se agrava por la alta prevalencia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), en un país donde uno de cada 10 habitantes es portador. Las mujeres seropositivas tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer cervical y a una velocidad letal.
“Cuanto más débil es el sistema inmunológico, más rápido avanza el cáncer cervical”, explica el médico Amir Modan, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Maputo.
Chissano trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) en Alto Maé, una clínica estatal de Maputo, donde la prevalencia del VIH, causante del Sida, es de 20 por ciento. Una de cada tres mujeres seropositivas tiene lesiones precancerosas o cáncer de cuello uterino, dijo a IPS/Cimacnoticias.
El cáncer cervical es el más frecuente entre las mozambiqueñas de entre 15 y 44 años, apuntó Modan. Las autoridades sanitarias hacen frente al problema mediante campañas de información y la instauración de análisis clínicos de rutina en los servicios de planificación familiar.
Ya se capacitaron unas mil enfermeras, precisa la doctora Aventina Cardoso, asesora de la organización Jhpiego. “Pero la demanda y las necesidades superan los recursos humanos”, lamenta.
Los datos que maneja Jhpiego indican que 10 por ciento de las mujeres que se hicieron el análisis clínico tenían lesiones precancerosas y 5 por ciento desarrollaron la enfermedad.
Una de las causas del cáncer de cuello de útero es el VPH. Es común y mucha gente es portadora, pero muchas veces permanece latente. De los 40 tipos existentes, algunos se resuelven de forma espontánea, algunos causan verrugas genitales y otros cáncer.
Los factores de riesgo del cáncer de cuello de útero incluyen al VIH, temprana iniciación sexual, infecciones de transmisión sexual, múltiples parejas sexuales, uso prolongado de anticonceptivos, fumar y antecedentes familiares de cáncer. Las infecciones con VPH duplican el riesgo de contraer el virus del Sida y, éste, a su vez, acelera el avance del cáncer cervical.
Otro factor de riesgo es el no uso de preservativos. Menos de un cuarto de las personas usan condones en relaciones sexuales de riesgo, indica Modan, lo que aumenta la exposición al VPH y al VIH. Según la encuesta de salud demográfica 2011, una de cada tres mujeres tuvo su primera relación sexual antes de los 15 años.
La paciente de la cama 27 que ahora tiene 52 años se casó a los 15 y tuvo siete hijos. Las mujeres que llegan al sector oncológico del HCM “tienen mucho miedo”, relata Layne Heller, una voluntaria cristiana del hospital. “En sus pueblos natales existe la creencia de que vienen a morir y tienen terror”, apunta.
Un estudio, realizado por Cardoso en la provincia de Zambezia, en 2010, encontró que la mitad de las entrevistadas asociaban el cáncer cervical con la promiscuidad y 42 por ciento con la “brujería”.
La iniciativa, lanzada por la ex primera dama Maria da Luz Guebuza, saturó los medios y todos los acontecimientos culturales desde el día de la madre hasta los desfiles de moda. Es clave reforzar el concepto de prevención en salud, remarcó Cardoso.
“No forma parte de nuestra cultura”, reconoció. “Sólo vamos al hospital cuando estamos enfermos. Esto cambia lentamente a medida que la gente se da cuenta de la importancia de prevenir”, observó.
*Este artículo fue publicado originalmente en la agencia internacional de noticias IPS.
Foto: Mercedes Sayagues/IPS
Por: Mercedes Sayagues*
Cimacnoticias/IPS | Maputo.-
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