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En 1994 México
padeció una de sus mayores crisis provocada por una moneda
sobrevalorada, grandes déficits del sector público y la dependencia del
Gobierno del financiamiento vinculado al dólar, siendo ese episodio uno
de los dos mayores declives económicos de su historia, con una caída de
6.2% en el Producto Interno Bruto (PIB), el anterior fue la Gran
Depresión.
Los ecónomos recuerdan aquel declive y lo relacionan con lo sucedido
recientemente con el primer banco impulsado por Enrique Peña Nieto, y
que tan sólo duró 15 meses, atribuyéndolo al “abandono” de las
autoridades, según los inversionistas.
El Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB), se creó
a raíz de la crisis de la deuda de 1995, después de que el Fondo
Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) se quedara sin recursos
tras la quiebra de Banca Unión. Poco tiempo después fue “abandonado”
por las autoridades, siendo Enrique Peña Nieto quien lo refundara,
naciendo así el banco Bicentenario, dedicado fundamentalmente a
financiar pequeñas empresas del comercio exterior, pero en sus casi dos
años de funcionamiento solamente pudo financiar cien créditos.
La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) ha afirmado que
“el sistema financiero se encuentra sano y opera sin problemas: la
institución que cerró es pequeña, con apenas cuatro sucursales, por lo
que no afecta la economía del país”.
Jaime González Aguadé, presidente de CNBV afirmó “el banco
Bicentenario no tenía relación importante con el movimiento de recursos
de la banca comercial, pues su participación era de 0,15% del total.
Así, el caso no implica un riesgo para el sistema financiero en su
conjunto, la banca mexicana se mantiene fuerte y bien capitalizada”.
Sus clientes eran los dueños de pequeños negocios que utilizan sus
ganancias para pagar a proveedores o el salario de sus empleados, y con
poco capital para solventar problemas. El ecónomo Luis Santizo afirma
“dado a que no eran grandes inversionistas y tampoco aportaban altas
sumas de dinero a las carteras del gobierno y tan sólo vivían al día,
no fueron salvados”.
Y agrega “en México muchos no pueden acceder al sistema financiero y
este tipo de bancos ayudaban a generar ingresos para mantener pequeñas
empresas, Peña Nieto impulsó un proyecto que murió en 15 meses, sin que
ninguna autoridad interviniera en pro de los clientes y miembros de
banco, hoy lo usan como ‘anzuelo’ para afirmar que la modificación de
las leyes da como resultado que empresas ‘inservibles’ desaparezcan,
buscando la simple aprobación de la sociedad basado en un supuesto
cumplimiento de las leyes”.
Según una carta abierta a Peña Nieto tanto de los ahorradores, como
de los inversionistas del Banco Bicentenario, se da cuenta cómo afecta
dicha acción de cierre. “La consecuencia más grave y que usted señor
presidente debe conocer es que funcionarios de la Administración
Pública Federal han violando en agravio de cientos de ciudadanos, el
principio de autonomía que el pueblo debe gozar, cuando menos en toda
clase de actividades comerciales en las cuales se incluye la bancaria”,
afirma la carta.
“Si una familia de escasos recursos económicos en México quiere y
puede ahorrar, lo logran cuando existen micro financieras que están a
su alcance, siendo apropiadas a sus necesidades y la suma de sus
ingresos y egresos. Caracterizándose por mantener tasas de interés
activas y pasivas reales, e indicadores sobresalientes de desempeño y
recuperación de los créditos, éste tipo de proyectos financieros
benefician en gran medida a quienes participan”, argumenta Santizo.
Y dice “en México, la ausencia de microfinancieras cercanas a las
personas que no tienen acceso a una banca privada, conduce cada vez más
a la desaparición del ahorro popular, canalizando así esos pocos
recursos a negocios informales o a formas de ahorro en especie que en
nada benefician a la economía familiar, de un país donde una gran
mayoría ha sufrido los embates de una economía agonizante en tan sólo
dos años del gobierno de Peña Nieto”.
Jorge Robles, especialista en economía afirma “las microfinanzas se
han convertido en una herramienta fundamental en el combate a la
pobreza, este gobierno pudo redoblar esfuerzos y fijarse como meta la
multiplicación del número de créditos que se otorgan y su impacto en
las personas que los reciben; lamentablemente él sigue prefiriendo
redoblar cifras de muertes de civiles inocentes, pobreza extrema,
descontrol del sistema de salud, y cualquier otra área que dañé al
mexicano y no un beneficio real que podría reflejar incluso hasta
cierta estabilidad en la economía”.
“El Banco Bicentenario siendo un órgano ligado de alguna manera al
gobierno, mantenía mayores oportunidades de beneficio, permitiendo a
los clientes formar un perfil de solvencia, lo que provocaría que los
bancos confiaran financieramente en ellos, por medio de técnicas para
conceder y cobrar préstamos a microempresarios y hogares pobres. Lo
anterior en un gobierno que tuviera al frente a un líder humanista, que
buscara el bien común y no un burócrata del gran capital”.
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