La influencia del líder campesino en los trabajadores agrícolas en huelga
El fantasma de César Chávez se apareció el pasado domingo en Tijuana y San Diego. En un hecho histórico, los oaxacalifornianos
de los dos lados de la línea fronteriza se encontraron para celebrar el
encuentro binacional solidario con los trabajadores agrícolas en huelga
de San Quintín.
Como se sabe, César Chávez fue un célebre y
combativo organizador sindical de trabajadores agrícolas en Estados
Unidos. Autor de la frase "Sí se puede" (que después adoptarían los
seguidores de la selección de futbol mexicano), dirigió en 1965 un paro
de recolectores de uva y orquestó exitosamente un boicot contra las
empresas agrícolas que la cultivaban. Participó con éxito en huelgas de
hambre y protestas pacíficas para lograr mejores salarios y condiciones
de trabajo para jornaleros.La influencia del fallecido
organizador sindical estadunidense en estas jornadas de lucha es
evidente. Fidel Sánchez Gabriel, uno de sus principales dirigentes del
movimiento, de 44 años y padre de seis hijos, dijo a Los Ángeles Times:
"No tengo formación escolar. Lo único que tengo es mi educación en la
vida, aprendiendo de otros. Aprendí de la experiencia de César Chávez
que no debemos aceptar vivir sumisamente".
Como reportó La Jornada Baja California,
el pasado sábado, en Calexico, California, integrantes de la Asociación
César Chávez marcharon en solidaridad con los jornaleros mexicanos con
la consigna "César Chávez, el trabajo sigue".
El paro de San
Quintín es un movimiento claramente binacional, al menos por cuatro
razones. Primero, porque algunos de sus más relevantes líderes se
formaron como organizadores sindicales agrícolas en huelgas y protestas
en Estados Unidos. Fidel Sánchez luchó por mejores salarios para los
pizcadores de tomate en Florida, con la Coalition of Immokalee Workers.
Justino Herrera participó en una movilización contra los abusos de
contratistas abusivos en Oregon. Eloy Fernández fue sindicalista en los
campos de cultivo de California.Segundo, porque los nexos entre
los oaxacalifornianos de ambos lados de la frontera son antiguos. El
Frente Indígena Oaxaqueño Binacional es ejemplo de ello.Tercero:
la huelga de San Quintín se ha sostenido, en parte, gracias a la
solidaridad de diferentes iglesias cristianas y fundaciones de Estados
Unidos.Y, finalmente, debido a que el grueso de la producción
hortícola de Ensenada se destina al mercado de nuestro vecino del
norte.
Eso significa que el futuro del movimiento dependerá, en buena
medida, de la posibilidad de boicotear en los grandes almacenes de ese
país la comercialización de fresas, jitomates y moras cultivadas en San
Quintín, tal como en su momento lo hizo César Chávez. Sin esa presión,
será muy difícil que los agroempresarios mexicanos (que son
simultáneamente los políticos gobernantes en la entidad) entiendan que
deben pagar buenos salarios y dar condiciones laborales dignas a los
jornaleros del campo.Contra lo que pudiera pensarse, el paro de
los jornaleros agrícolas de San Quintín no fue una explosión
espontánea. Estalló justo cuando comienza la temporada de la cosecha de
fresa.Tiene como antecedente la lucha de los jornaleros por
agua potable y servicios en los más de 80 asentamientos donde viven.
También, el creciente malestar ante la contratación desmedida de
trabajadores eventuales.
La combinación de las movilizaciones por
demandas básicas y el enojo por la presión salarial a la baja fue
forjando el tejido invisible que permitió la formación de la Alianza de
Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social.Un
tambo de agua de 200 litros a la semana es todo el líquido vital que
muchas familias de jornaleros agrícolas de San Quintín tienen para
beber, cocinar y asearse. No es gratis. Deben pagarla. En cambio, las
fincas agroexportadoras disponen de oro azul para regar alrededor de 9
mil hectáreas, extraídas de casi mil pozos.Ensenada sufre un
déficit de entre 100 y 150 litros por segundo. Sus acuíferos están
sobrexplotados. Son frecuentes los cortes del suministro y el tandeo.
Los más pobres son los más afectados. La escasez del líquido los hace
víctimas de enfermedades gastrointestinales y de la piel.En
cambio, las grandes empresas agroexportadoras cuentan con concesiones
otorgadas por la Comisión Nacional del Agua. En los hechos no cumplen
con los volúmenes de agua que tienen asignados.Muchos
jornaleros agrícolas, que viven hacinados en cuarterías de 18 metros
cuadrados, o en galerones de entre 50 y 200 cuartos, carecen
prácticamente de todo. Por eso, durante años han luchado por lo más
básico, comenzando por el agua potable.
También por servicios
sanitarios, escuelas, drenaje, electrificación y guarderías.Es
común que las mujeres den a luz sin atención médica. Las jornaleras
deben laborar en los predios agrícolas acompañadas por sus hijos. San
Quintín es el primer lugar en analfabetismo en Baja California. De unos
80 mil trabajadores que laboran en la región, sólo 28 mil están
afiliados formalmente al IMSS.Avivó también el descontento de
los jornaleros establecidos en el valle la decisión empresarial de
aumentar sin medida la contratación de trabajadores eventuales
provenientes de otros estados, especialmente de Guerrero. La maniobra
les permite abaratar costos de producción deprimiendo los salarios de
los trabajadores permanentes y privilegiando el pago a destajo.Más
allá de los grandes logros que la Alianza de Organizaciones Nacional,
Estatal y Municipal por la Justicia Social ha cosechado, enfrenta el
problema de que los acuerdos a que ha llegado son de carácter político.
Eso significa que no están sustentados en contrato alguno y los
jornaleros carecen (por lo pronto) de un sindicato independiente
legalmente reconocido. En esas condiciones, el reto de dar seguimiento
a la lucha obliga a la alianza a un ejercicio audaz de imaginación
política y esfuerzo organizativo. Una apuesta innovadora, como la que
en su momento emprendió César Chávez, y también Ricardo Flores Magón y
sus camaradas.Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/03/31/opinion/017a2pol
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