Embajada yanqui intervencionista
1. Arribó a México la
nueva embajadora de los EEUU, Roberta S. Jacobson; llegó ayer al país
para ocupar ese cargo, en sustitución de Anthony Wayne, quien terminó su
misión en julio del año pasado, es decir, hace unos 10 meses. La ex
secretaria adjunta para el hemisferio occidental señaló que “hay mucho
por hacer juntos (EEUU y México)” y que tiene la intención de viajar por
todo el país y escuchar de viva voz a los mexicanos, a fin de entender
cómo Estados Unidos puede continuar siendo un vecino verdaderamente
comprometido “con todos ustedes”. Demagogia y falsedades aparte. Los
embajadores vienen a representar los intereses económicos, políticos y
militares de los EEUU. Por ello lo primero que dijo es revisar la
llamada “Iniciativa Mérida firmada en 2007”.
2. En la ciudad de
México la embajada yanqui ocupa a simple vista 10 mil metros cuadrados
(una manzana) en el lujoso y aristocrático Paseo de Reforma; pero
obviamente tiene otras miles de hectáreas con edificios consulares que
se reparten en todo el país. Son tantas decenas de miles de sus
funcionarios y policías –para controlar el funcionamiento de todo el
país- que de plano ya no caben. No sé en qué año ocupó la embajada ese
lugar privilegiado cercano al Monumento de la Independencia
(¿“Independencia” de qué?) pero esa mansión permanece acordonada las 24
horas del día por militares con autorización para asesinar. Hoy no es
nada extraño porque en el México militarizado hay miles de edificios,
incluso residencias privadas, acordonadas.
3. En la embajada de
los EEUU en México -así como en todas las embajadas de ese país
considerado policía mundial- se retuercen y acomodan todos los problemas
con el objetivo de satisfacer todas las necesidades del imperio. En
México no olvidamos febrero de 1913, la famosa “Decena Trágica”, cuando
en los sótanos de la embajada yanqui se planeó y organizó el
derrocamiento del presidente Madero, su asesinato y los personajes que
se quedarían con la presidencia: Félix Díaz, Victoriano Huerta,
Mondragón, etcétera. La embajada dirige a decenas de miles de policías y
militares del Pentágono, FBI, CIA, DEA incrustados en instituciones
estatales y empresariales que hacen que los gobiernos de México sean
simples lacayos de los intereses de los EEUU.
4. Madero había
encabezado la revolución burguesa mexicana en 1910-13, pero a pesar de
ello el gobierno del presidente Taft de EEUU decidió liquidarlo para dar
continuidad al régimen derrocado de Porfirio Díaz poniendo en la
presidencia a su sobrino Félix Díaz. El cambio de gobierno en los EEUU
en marzo de 1913 el presidente Taft fue sustituido por Woodrow Wilson, y
la invasión de EEUU a México en 1914, favoreció el derrocamiento de
Huerta. Desde entonces se tuvo la convicción de que México era un simple
patio trasero de la política yanqui. Después vendrían mil problemas: el
reconocimiento a Obregón y los Tratados de Bucareli, el levantamiento
de Cedillo en San Luis Potosí y mil intervenciones más de la embajada
yanqui en los asuntos de México.
5. La llamada “Iniciativa
Mérida” que tanto se fija la embajadora, se ha convertido en un acuerdo
histórico entre los gobiernos de EEUU y de México. Con el pretexto del
combate contra el narcotráfico esa “iniciativa” busca ubicar a los
sectores y grupos de trabajadores, estudiantes, de luchadores sociales
mexicanos, que han estado protestando contra la injusticia, el
desempleo, las salarios miserables, así como por el abandono y reducción
presupuestal en los servicios de salud y educativos. La llamada
“iniciativa Mérida”, que en Yucatán jamás supimos que se pretendía
firmar, con dinero de los EEUU se introducirán armas sofisticadas, se
contratará más personal militar, se profundizaran las investigaciones de
la CIA y habrá, en adelante, colaboración del ejército yanqui.
6. Recuerdo que del 12 al 14 de marzo de 2007 estuvo George Bush en
Yucatán México sin que supiéramos que aquí se estaba firmando la llamada
“Iniciativa Mérida” que en los hechos sería el Plan México. El gobierno
mexicano usurpador de Felipe Calderón escogió este estado del sur por
su pacifismo histórico y porque tanto el gobernador como el alcalde de
Mérida eran de su propio partido y podía garantizar que no habría
protestas como en otros estados de la República. Pero salimos a la calle
de 700 a mil ciudadanos que pudimos gritar nuestro descontento y que
buscamos romper las vallas metálicas con las que sitiaron las calles y
avenidas por las que pasó el funesto visitante del imperio yanqui. Los
medios de información, con rara excepción, nos calumniaron.
7. La realidad es que las cuatro o cinco marchas que organizamos en
repudio a la visita de Bush y Calderón, esencialmente con contingentes
estudiantiles, significaron para todos una maravillosa experiencia.
Pertenecientes a una Universidad de derecha, es decir, totalmente
reaccionaria, donde (con excepción de 1974) nunca un profesor o un
estudiante mueve un dedo ante las injusticias que se viven en el estado,
en el país y el mundo, un sector de estudiantes de Antropología, de
Arquitectura, de Derecho, de las Preparatorias (que por cierto también
habían participado en las protestas contra el aumento del precio de los
pasajes de autobús urbano) salió a la calle a manifestarse y gritar
contra ese nefasto gobernante que asesinaba a afganos, iraquíes y
palestinos.
8. Mérida, la capital del estado con sus 850
mil habitantes, estaba sorprendida porque en las calles de su centro
históricos habían miles de militares del ejército disfrazados de
policías. Además cientos de militares yanquis muy bien equipados
caminaban por el centro de la ciudad o vigilaban en los techos de los
edificios de manera provocadora ejerciendo funciones de intimidación.
Mérida, la ciudad apacible, derechista y religiosa, sólo había vivido
una situación parecida cuando, algunos años antes, estuvo Clinton y su
esposa visitando la ciudad. Para romper ese “Estado de Sitio” estuvieron
los estudiantes de la Facultad menos derechista de la Universidad de
Yucatán y de otras escuelas donde se piensa que los estudiantes viven de
lo que produce el pueblo.
9. Así que con sólo saber que el
Plan México o “Iniciativa Mérida” se cocinaba entre las paredes de una
“restaurada” ex hacienda henequenera yucateca, que más tarde se firmaría
en uno de los hoteles más aristocráticos de la ciudad, podremos decir
que nuestras batallas contra la visita de Bush y Calderón fueron
profundamente justas e históricas. Que la brutal represión que sufrimos y
el encarcelamiento de 48 estudiantes y jóvenes trabajadores, que el
gobierno mantuvo varias semanas en prisión con malos tratos, (a pesar de
los sufrimientos familiares de entonces) sólo fue una experiencia que
podremos contar a las siguientes generaciones, pero también que servirán
para otras batallas contra la opresión. El pequeño núcleo estudiantil
obtuvo conciencia.
10. Para quienes durante cinco décadas
hemos estado muy atentos (como alumnos, profesores, investigadores y
activistas críticos) a las transformaciones de la Universidad sabemos
que la de Yucatán no tiene el menor tinte de progresista a pesar de que
se le presenta en sus aniversarios con raigambre “socialista” porque el
gobernador que firmó el documento de fundación fue Carrillo Puerto. La
realidad es que la Universidad del Sureste fue creada en 1922 por José
Vasconcelos, siendo secretario de Educación (como una de tres
universidades regionales programadas en el país) en un período
revolucionario (en el gobierno de Obregón) Esta universidad tuvo que
seguir a las corrientes derechistas y clericales que en el estado
dominaban.
11. Hace dos años los sectores reaccionarios o
derechistas de Mérida, así como la TV, radio y prensa que aplaudieron la
visita de Bush y la represión contra los jóvenes y estudiantes aquella
noche del 13 de marzo, seguramente se sienten muy complacidos de que en
Mérida se haya firmado ese Plan militar de represión, idéntico al Plan
Colombia, que Bush acordó con el gobierno fascista de aquel país
sudamericano. No olvidamos que la TV llamó a extender la represión, que
hubo pasquines y periódicos que golpearon al movimiento y que estaciones
de radio justificaron el encarcelamiento de los jóvenes. ¿Podría acaso
esperarse otro comportamiento en este estado de la República donde no
hubo movimiento de Independencia, no hubo Reforma, se recibió con
aplausos a la emperatriz Carlota y no hubo Revolución Mexicana?
12. La ideología derechista y clerical es muy poderosa en la Mérida de
los blancos. Hay todavía viejos ex hacendados que añoran la Mérida de
los blancos, la de los educados, de los paseos con trajes y corbata, así
como a las decenas de sirvientes o criados bajo su mando. Su carácter
individualista y racista respecto a la raza maya es toda una tradición.
Afortunadamente la rebelión del EZLN en enero de 1994 representó una
revolución porque vino a gritarnos en los oídos, en todo el país, que
los indios que trabajan la tierra y viven abandonados en el campo,
también son seres humanos. En Yucatán cambiaron levemente algunas
ideologías, pero el racismo sigue presente muy manifiesto en las
ciudades y algunas poblaciones. Fue una educación de siglos.
13. Al conmemorar los nueve años de nuestras batallas en repudio a la
visita de Bush y Calderón a Yucatán a mediados de marzo de 1907, también
nos damos cuenta de que nuestras manifestaciones fueron contra el plan
asesino llamado Iniciativa Mérida. Hoy para el mundo es claro que esos
planes militares (como el Plan Colombia, el Plan Cóndor, etcétera) sólo
han buscado destruir a las fuerzas progresistas opositaras mediante la
represión y los asesinatos. A los meridanos honestos debería darles
vergüenza ese nombre de “Iniciativa Mérida” a un plan militar y llamarle
Plan México porque no es otra cosa que el Plan Colombia que se aplica
con toda brutalidad contra el pueblo colombiano que lucha contra el
gobierno en las FARC y en las calles de Bogotá. Mérida en vez de ser “la
blanca” o de los blancos debe ser la justa.
14. Parece que en
México el imperio de los EEUU no necesita intervenciones brutales como
en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, para desestabilizar de manera
abierta al país. En México los embajadores la llevan hoy con calma
porque el control es de otro tipo: venta de armas, aviones,
helicópteros; multiplicación de fuerzas armadas. Algunos ilusos pensaron
que el negro Obama –por aquello de ser de la raza odiada y discriminada
en los EEUU- sería distinto a los Bush o los Clinton, pero resultó
igual. No sé si las guerras (como en la Primera y la Segunda) sean las
que ayuden a los pueblos a hacer revoluciones anticapitalistas; pero así
como vamos parecen que las transformaciones profundas en beneficio de
los pueblos pobres y miserables, tendrán que esperar otras muchas
décadas.
Blog del autor: http://pedroecheverriav. wordpress.com
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