Julio Hernández López: Astillero
El calderonismo hablando de orejas electorales estafadas. El secretario de gobernación de una administración llegada tramposamente al poder se ha permitido acusar a quienes hagan alianzas comiciales de acabar siendo una especie de fraudes electorales. Como si estuviera en la sala de su casa o tomando café con amigos, el presunto corresponsable de la política interna del país dijo en una conferencia en El Colegio de México que sus palabras eran en lo personal, y eso es una tesis mía, pero añadió que esas coaliciones son profundamente antidemocráticas y empobrecen una relación seria entre políticos y sociedad. Además, el funcionario de un equipo que se sostiene en pie mediante el abuso propagandístico, dijo tranquilamente que las coaliciones son riesgos en donde la mercadotecnia política sustituye al programa político. Para cumplirle al PRI, y no hacerlo enojar, ¿Felipe manda a su segundo en el plano burocrático a echarle a perder los arreglos aliancistas al dúctil encargado partidista, César Nava?
Haiga sido como haiga sido, la zanahoria de las alianzas electorales contra el PRI ya le ha dado frutos a Los Pinos. Tal como aquí se había dicho con insistencia, el precandidato lopezobradorista al gobierno de Oaxaca, Gabino Cué, acabó siendo congruente: miembro del equipo de Diódoro Carrasco, el ex gobernador priísta que ahora es cuadro distinguido del PAN, reconoció expresamente a Calderón como presidente de todos los mexicanos, para así cumplir con una de las condiciones que el felipismo puso a quienes desde la izquierda quisieran beneficiarse de las tales coaliciones.
La historia de las traiciones e indignidades es recurrente y por tanto debería llamar a revisión de la manera como ese lopezobradorismo se hace de presuntos aliados (el caso de Juanito tiene un contexto de descuadrada urgencia ante un fallo aberrante del tribunal electoral federal, pero con Juan Sabines en Chiapas el resultado ha sido parecido). Ante ese cuadro sistemático de errores resulta distractor y simplista culpar e insultar a los desertores. El fondo es que no se ha permitido al movimiento social emergido del fraude de 2006 el surgimiento y crecimiento de cuadros políticos honestos y distintos y, en cambio, la conducción, las estrategias y las postulaciones y los cargos se han concentrado mayoritariamente en miembros migrantes de la clase política priísta tradicional y en la estructura chantajista y patrimonialista de un PRD profundamente desvirtuado. Giras, mítines y una larga movilización nacional no han servido para impulsar nuevas ofertas electorales ciudadanas, y la lógica electorera hace que a la hora de las urnas se eche mano de lo mismo, que acaba haciendo lo mismo.
La consulta panista sobre matrimonios entre personas del mismo sexo y posibles adopciones fue censurada de inmediato en Youtube, donde los convocantes habían colocado un video de promoción en cuyos comentarios se iba plasmando una tendencia contraria a la cruzada oscurantista del PAN. El pasado 16 fue subido el video a la famosa página de alojamiento gratuito de imágenes. Alberto Terroba y Eduardo Murias, a nombre de otros navegantes de la red, narran: El video fue recibiendo comentarios de los internautas; todos (exceptuando a tres) criticaban las fallas de la encuesta, la postura del PAN, de la iglesia, la política de discriminación que promovían; o convocaban al respeto por otros, o bien, daban su apoyo a la ley aprobada. Pero estas voces y el rechazo mayoritario a la encuesta molestaron al PAN capitalino y este miércoles, después de la nueve de la noche, todos los comentarios fueron eliminados.
Con esa demostración de intolerancia, los censurados dudan de la objetividad de la encuesta que actualmente se está realizando, pues si estos comentarios, sin impacto real en ella, fueron suprimidos ¿las opiniones a favor de la reforma vertidas en la encuesta tendrán el mismo destino? Por ello exigen a Gómez del Campo una explicación sobre la censura, una disculpa pública a los agraviados, la reposición de todos los comentarios en la dirección del video, y la exposición de los mismos, por dos meses, en las páginas principales de los sitios web del PAN capitalino y nacional. En http://bit.ly/7LGCu9 se explica el asunto y en www.astillero.tv están los 67 comentarios que fueron suprimidos. Anoche, en http:// bit.ly/5VycDY bajo el título Consulta Ciudadana ya estaba de nueva cuenta la sección de comentarios, con un saldo apabullante en contra de los panistas. Y en www.quieroopinar.org, que es la página oficial de consulta internética sobre el tema, no existe ninguna constancia de la manera como se contabilizan las opiniones ciudadanas, pues se plantean tres preguntas y, cuando el interesado responde a ellas y da clic, simplemente aparece un mensaje que dice: Gracias por participar. Para Acción Nacional tu opinión si es importante, sin que se informe del número de participantes y de los votos recibidos en uno u otro sentido.
Manuel Espino fue ayudado y usado por el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz para que este miércoles hiciera declaraciones en Oaxaca contra la posibiidad de alianzas partidistas en torno a Gabino Cué. La convocatoria a la conferencia de prensa que ofreció en el hotel Camino Real fue convocada a través de informaciondeoaxaca@gmail.com, que es una cuenta utilizada por la administración de URO para trabajos informativos sucios, sobre todo contra la sección 22 del SNTE, la APPO y la coalición gabinista. El equipo de prensa del preferido de Ulises para su sucesión, Eviel Pérez Magaña, también hizo invitaciones para el acto del exdirigente nacional panista. Con acomedimiento insólito, personal de la oficina de prensa del gobierno estatal cubrió la sesión de Espino, al igual que el canal 9, propiedad de la administración local, donde se dio amplio espacio a las palabras de quien solamente fue a Oaxaca a cumplir ese encargo divisorio del que más tarde se deslindó Carlos Moreno, el presidente del comité estatal blanquiazul. Manuel Espino Ulisista. ¡Feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
El calderonismo hablando de orejas electorales estafadas. El secretario de gobernación de una administración llegada tramposamente al poder se ha permitido acusar a quienes hagan alianzas comiciales de acabar siendo una especie de fraudes electorales. Como si estuviera en la sala de su casa o tomando café con amigos, el presunto corresponsable de la política interna del país dijo en una conferencia en El Colegio de México que sus palabras eran en lo personal, y eso es una tesis mía, pero añadió que esas coaliciones son profundamente antidemocráticas y empobrecen una relación seria entre políticos y sociedad. Además, el funcionario de un equipo que se sostiene en pie mediante el abuso propagandístico, dijo tranquilamente que las coaliciones son riesgos en donde la mercadotecnia política sustituye al programa político. Para cumplirle al PRI, y no hacerlo enojar, ¿Felipe manda a su segundo en el plano burocrático a echarle a perder los arreglos aliancistas al dúctil encargado partidista, César Nava?
Haiga sido como haiga sido, la zanahoria de las alianzas electorales contra el PRI ya le ha dado frutos a Los Pinos. Tal como aquí se había dicho con insistencia, el precandidato lopezobradorista al gobierno de Oaxaca, Gabino Cué, acabó siendo congruente: miembro del equipo de Diódoro Carrasco, el ex gobernador priísta que ahora es cuadro distinguido del PAN, reconoció expresamente a Calderón como presidente de todos los mexicanos, para así cumplir con una de las condiciones que el felipismo puso a quienes desde la izquierda quisieran beneficiarse de las tales coaliciones.
La historia de las traiciones e indignidades es recurrente y por tanto debería llamar a revisión de la manera como ese lopezobradorismo se hace de presuntos aliados (el caso de Juanito tiene un contexto de descuadrada urgencia ante un fallo aberrante del tribunal electoral federal, pero con Juan Sabines en Chiapas el resultado ha sido parecido). Ante ese cuadro sistemático de errores resulta distractor y simplista culpar e insultar a los desertores. El fondo es que no se ha permitido al movimiento social emergido del fraude de 2006 el surgimiento y crecimiento de cuadros políticos honestos y distintos y, en cambio, la conducción, las estrategias y las postulaciones y los cargos se han concentrado mayoritariamente en miembros migrantes de la clase política priísta tradicional y en la estructura chantajista y patrimonialista de un PRD profundamente desvirtuado. Giras, mítines y una larga movilización nacional no han servido para impulsar nuevas ofertas electorales ciudadanas, y la lógica electorera hace que a la hora de las urnas se eche mano de lo mismo, que acaba haciendo lo mismo.
La consulta panista sobre matrimonios entre personas del mismo sexo y posibles adopciones fue censurada de inmediato en Youtube, donde los convocantes habían colocado un video de promoción en cuyos comentarios se iba plasmando una tendencia contraria a la cruzada oscurantista del PAN. El pasado 16 fue subido el video a la famosa página de alojamiento gratuito de imágenes. Alberto Terroba y Eduardo Murias, a nombre de otros navegantes de la red, narran: El video fue recibiendo comentarios de los internautas; todos (exceptuando a tres) criticaban las fallas de la encuesta, la postura del PAN, de la iglesia, la política de discriminación que promovían; o convocaban al respeto por otros, o bien, daban su apoyo a la ley aprobada. Pero estas voces y el rechazo mayoritario a la encuesta molestaron al PAN capitalino y este miércoles, después de la nueve de la noche, todos los comentarios fueron eliminados.
Con esa demostración de intolerancia, los censurados dudan de la objetividad de la encuesta que actualmente se está realizando, pues si estos comentarios, sin impacto real en ella, fueron suprimidos ¿las opiniones a favor de la reforma vertidas en la encuesta tendrán el mismo destino? Por ello exigen a Gómez del Campo una explicación sobre la censura, una disculpa pública a los agraviados, la reposición de todos los comentarios en la dirección del video, y la exposición de los mismos, por dos meses, en las páginas principales de los sitios web del PAN capitalino y nacional. En http://bit.ly/7LGCu9 se explica el asunto y en www.astillero.tv están los 67 comentarios que fueron suprimidos. Anoche, en http:// bit.ly/5VycDY bajo el título Consulta Ciudadana ya estaba de nueva cuenta la sección de comentarios, con un saldo apabullante en contra de los panistas. Y en www.quieroopinar.org, que es la página oficial de consulta internética sobre el tema, no existe ninguna constancia de la manera como se contabilizan las opiniones ciudadanas, pues se plantean tres preguntas y, cuando el interesado responde a ellas y da clic, simplemente aparece un mensaje que dice: Gracias por participar. Para Acción Nacional tu opinión si es importante, sin que se informe del número de participantes y de los votos recibidos en uno u otro sentido.
Manuel Espino fue ayudado y usado por el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz para que este miércoles hiciera declaraciones en Oaxaca contra la posibiidad de alianzas partidistas en torno a Gabino Cué. La convocatoria a la conferencia de prensa que ofreció en el hotel Camino Real fue convocada a través de informaciondeoaxaca@gmail.com, que es una cuenta utilizada por la administración de URO para trabajos informativos sucios, sobre todo contra la sección 22 del SNTE, la APPO y la coalición gabinista. El equipo de prensa del preferido de Ulises para su sucesión, Eviel Pérez Magaña, también hizo invitaciones para el acto del exdirigente nacional panista. Con acomedimiento insólito, personal de la oficina de prensa del gobierno estatal cubrió la sesión de Espino, al igual que el canal 9, propiedad de la administración local, donde se dio amplio espacio a las palabras de quien solamente fue a Oaxaca a cumplir ese encargo divisorio del que más tarde se deslindó Carlos Moreno, el presidente del comité estatal blanquiazul. Manuel Espino Ulisista. ¡Feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Julio Boltvinik: Economía Moral
Arturo Guillén presentó una ponencia1 en la que se propone analizar los orígenes, causas y repercusiones de la crisis mundial. Sintetiza así su planteamiento inicial:
“El boom inmobiliario acompañó al boom de la nueva economía de los años noventa. Al concluir éste con la caída del Nasdaq, el sector inmobiliario continuó su expansión. La recesión 2000-2001 fue suave, en gran medida... [porque] la ‘burbuja de la nueva economía’ fue sustituida por la ‘burbuja de la vivienda’. El mundo siguió financiando el déficit en cuenta corriente de Estados Unidos, lo que facilitó el sostenimiento del consumo y de la inversión [en este país]”.
Aunque aquí percibe con gran claridad el papel de las burbujas, Guillén no da el paso adicional: sostener que las economías capitalistas necesitan hoy estas burbujas, como lo hacen los neomarxistas Foster y Magdoff, seguidores de Baran y Sweezy2. Describe cómo entre 2000 y 2005 se aceleró el ritmo de inflado de la burbuja inmobiliaria y presenta una cronología de la crisis inmobiliaria: el crecimiento en la cartera vencida de las hipotecas subprime, la caída en la venta de viviendas, en el mercado de bonos y derivados vinculados al mercado inmobiliario, y en la bolsa de valores que se había venido inflando por influjo de la burbuja inmobiliaria. Explica que el auge artificial había impregnado todo el sistema financiero y que, por ello, fue afectado en su totalidad por el estallido de la burbuja inmobiliaria; explica también el carácter internacional de su inflado y estallido y, por ende, el carácter mundial de la crisis. Advierte que las bruscas bajas en las tasas de interés decretadas por la Fed (banco central de Estados Unidos) y por otros bancos centrales, conllevan el riego de deflación (baja de precios: lo opuesto a la inflación) como la que vivió Japón en los noventas.
Guillén busca las causas de fondo de ésta, la más severa de las crisis desde la Gran Depresión, en la explicación que la escuela regulacionista (Aglietta, Chesnais y otros) fórmula de la crisis de los setenta: como crisis del modo de regulación y del régimen de acumulación fordista. Guillén concibe también como una crisis asociada a la baja de la tasa de ganancia y que llevó, como reacción, a un conjunto de transformaciones impulsadas por los segmentos más poderosos del capital y por los gobiernos, para hacer frente a los problemas de valorización del capital, entre ellas “una ofensiva de gran envergadura del capital contra el trabajo que aún continúa y que se acentúa con la crisis global con el fin de contrarrestar la baja en la tasa de ganancia”. Entre las medidas de esta ofensiva incluye la instauración de un régimen de acumulación con dominación financiera (o financiarización), que en la ponencia de Boltvinik aparece no como algo deliberado sino como una forma espontánea de keynesianismo privado. Guillén explica que la financiarización significa que la esfera financiera somete a la economía real a sus necesidades; que el valor de mercado de las acciones pasa a ser el criterio de rentabilidad de la empresa; y que ésta queda ahora sometida a los accionistas mediante controles a priori y ya no sólo a posteriori. En la esfera financiera la financiarización se expresa, añade, por la bursatilización, el papel creciente de la banca de inversión, los fondos institucionales y otros fondos privados. Sin embargo, lejos de brindar mayor estabilidad estructural, el régimen de acumulación con dominación financiera elevó la fragilidad y los riesgos sistémicos de la estructura financiera, precisa.
Arturo Guillén presentó una ponencia1 en la que se propone analizar los orígenes, causas y repercusiones de la crisis mundial. Sintetiza así su planteamiento inicial:
“El boom inmobiliario acompañó al boom de la nueva economía de los años noventa. Al concluir éste con la caída del Nasdaq, el sector inmobiliario continuó su expansión. La recesión 2000-2001 fue suave, en gran medida... [porque] la ‘burbuja de la nueva economía’ fue sustituida por la ‘burbuja de la vivienda’. El mundo siguió financiando el déficit en cuenta corriente de Estados Unidos, lo que facilitó el sostenimiento del consumo y de la inversión [en este país]”.
Aunque aquí percibe con gran claridad el papel de las burbujas, Guillén no da el paso adicional: sostener que las economías capitalistas necesitan hoy estas burbujas, como lo hacen los neomarxistas Foster y Magdoff, seguidores de Baran y Sweezy2. Describe cómo entre 2000 y 2005 se aceleró el ritmo de inflado de la burbuja inmobiliaria y presenta una cronología de la crisis inmobiliaria: el crecimiento en la cartera vencida de las hipotecas subprime, la caída en la venta de viviendas, en el mercado de bonos y derivados vinculados al mercado inmobiliario, y en la bolsa de valores que se había venido inflando por influjo de la burbuja inmobiliaria. Explica que el auge artificial había impregnado todo el sistema financiero y que, por ello, fue afectado en su totalidad por el estallido de la burbuja inmobiliaria; explica también el carácter internacional de su inflado y estallido y, por ende, el carácter mundial de la crisis. Advierte que las bruscas bajas en las tasas de interés decretadas por la Fed (banco central de Estados Unidos) y por otros bancos centrales, conllevan el riego de deflación (baja de precios: lo opuesto a la inflación) como la que vivió Japón en los noventas.
Guillén busca las causas de fondo de ésta, la más severa de las crisis desde la Gran Depresión, en la explicación que la escuela regulacionista (Aglietta, Chesnais y otros) fórmula de la crisis de los setenta: como crisis del modo de regulación y del régimen de acumulación fordista. Guillén concibe también como una crisis asociada a la baja de la tasa de ganancia y que llevó, como reacción, a un conjunto de transformaciones impulsadas por los segmentos más poderosos del capital y por los gobiernos, para hacer frente a los problemas de valorización del capital, entre ellas “una ofensiva de gran envergadura del capital contra el trabajo que aún continúa y que se acentúa con la crisis global con el fin de contrarrestar la baja en la tasa de ganancia”. Entre las medidas de esta ofensiva incluye la instauración de un régimen de acumulación con dominación financiera (o financiarización), que en la ponencia de Boltvinik aparece no como algo deliberado sino como una forma espontánea de keynesianismo privado. Guillén explica que la financiarización significa que la esfera financiera somete a la economía real a sus necesidades; que el valor de mercado de las acciones pasa a ser el criterio de rentabilidad de la empresa; y que ésta queda ahora sometida a los accionistas mediante controles a priori y ya no sólo a posteriori. En la esfera financiera la financiarización se expresa, añade, por la bursatilización, el papel creciente de la banca de inversión, los fondos institucionales y otros fondos privados. Sin embargo, lejos de brindar mayor estabilidad estructural, el régimen de acumulación con dominación financiera elevó la fragilidad y los riesgos sistémicos de la estructura financiera, precisa.
Carlos Fernández-Vega: México SA
Aleluya! Un simple cambio de pieza en el destartalado motor de la prosperidad nacional, y se acabó el problema: el futuro venturoso está de regreso. Ya lo decretó el nuevo doctor catarrito que despacha en la Secretaría de Hacienda, Ernesto Cordero: la recesión terminó en México, ergo, se acabó la crisis. Así de simple: ayer sí, hoy no. El pendiente, la única ecuación por resolver es qué tan vigorosamente va a ser la recuperación económica.
Qué bueno que el delfín de Los Pinos se animó (desde Washington, desde luego) a divulgar la buena nueva, porque del fin de la recesión, de la evaporación de la crisis, ni el mínimo registro tenían los mexicanos, es decir, los 50 millones de pobres, 3 millones de desempleados, 4 millones de subempleados, 32 millones con ingresos de uno a cinco salarios mínimos (73 por ciento de la población ocupada), 28 millones sin acceso a las instituciones de salud, 7 millones de ninis, millones de amas de casa que de plano ya no saben qué inventar para estirar el gasto y, en fin, los demás millones que se quedan en el tintero. A todos ellos les cayó de maravilla la incuestionable verdad oficial difundida por el adelantado Ernesto Cordero, quien modestamente decidió reservarse el tamaño del éxito que les depara a sus crédulos connacionales.
Con el mismo estilo que desde Puerto Príncipe se pregona el regreso haitiano a la normalidad, el fabricante de 6 millones adicionales de pobres en el país durante su estancia en la Sedesol hoy tiene la gentileza de ilustrar al respetable que México también regresa a la normalidad, es decir, que en el mejor de los casos retornará a una tasa de crecimiento de 3 por ciento con su raquítica generación de empleo, inflación muy por arriba de los aumentos salariales, cierre de empresas, expulsión de mano de obra, y demás gracias del modelito, o lo que es lo mismo, al México fallido de las últimas tres décadas. Así, el ofrecido por Ernesto Cordero es un apetitoso manjar que los entusiasmados cuan crédulos mexicanos de ninguna manera pueden rechazar.
Cómo poner en duda la buena nueva ayer divulgada, cuando se recuerda que el flamante secretario de Hacienda pertenece al mismo equipo que encabeza Calderón –el de los simpáticos pastelazos y las promesas incumplidas–, es decir, al de los catarritos y las gripas, al que machaconamente negó cualquier posibilidad de crisis, sismo económico o alteración en el país, porque, primero, tenemos un navío de gran calado con sólidas finanzas públicas y, segundo –pero no menos importante– la sacudida es externa y es un bache que tiene agua. O como diría Agustín Carstens, la crisis se define con una desaceleración muy rápida con un aumento masivo de desempleo y grandes tasas de inflación, y eso no lo estamos viendo.
El sonriente Ernesto Cordero dice que hay cierto consenso (algo así como estar medio embarazada) con respecto a que la economía mexicana se está recuperando, y que nosotros (léase el equipo de los pastelazos) mantenemos nuestro pronóstico de crecimiento de 3 por ciento de la economía mexicana para el año entrante, aunque buena parte de esa proporción depende del vigor con que se recupere la economía de Estados Unidos. De allí que hemos sido muy prudentes y muy conservadores en lo que a pronóstico 2010 se refiere, pero de que habrá, habrá.
El secretario de Hacienda, sepulturero mediático de la crisis y excelso egresado de la Universidad Mario Moreno Cantinflas, campus Los Pinos, lo explica de la siguiente forma (se respeta sintaxis): ... en tres o cuatro meses de recuperación es imposible que podamos recuperar los niveles que se tenían antes de la crisis, sin ninguna duda. Y vamos a tardar todavía algunos meses para que eso suceda. En ese sentido, pues sí, la recuperación, para llegar a los niveles que teníamos antes de la crisis seguramente va a tardar todavía algunos meses más. Pero sin embargo sí se puede hablar de recuperación económica, porque empieza a haber crecimiento económico, porque la actividad económica empieza a crecer, se empiezan a generar empleos. Y desde luego que eso no se debe de minimizar, se debe de reconocer. Y yo creo que es un dato muy importante.
Y si usted, desempleado furibundo, quiere saber cuándo va a encontrar chamba (ahora que la crisis se acabó), pues va otra de las científicas explicaciones de Ernesto Cordero sobre el particular: en México te diría que también lamentablemente todavía la recuperación no se empieza a sentir en todos los mexicanos, pero esto va a ser poco a poco, conforme vaya avanzando el año. En México la recuperación empezó en el segundo semestre del año pasado, hubo creación de empleos nuevos en México; se crearon, en el segundo semestre del año, se crearon cerca de 100 mil empleos nuevos (pero se perdieron 171 mil en todo el año), lo cual es un buen dato comparado con la pérdida de empleos que se tuvo en la primera mitad del año 2009. Entonces, en México también es un proceso paulatino donde poco a poco se van a empezar a ver los resultados, se empieza a generar una dinámica positiva, las empresas empiezan a invertir, se empiezan a abrir espacios de trabajo nuevo. Lamentablemente eso no se da de la noche a la mañana, y poco a poco se va a ir viendo y se va a ir traduciendo en el bolsillo de los mexicanos.
Pero ante este panorama color de rosa, no faltan los agoreros del fracaso, los enanos del tapanco, los que hablan mal de México (eufemismo por los que hablan mal de Calderón). Ahora que la recesión terminó en México (tal vez Cordero equivocó la preposición y debió decir con no en), tanto crecerá la economía nacional que según las estimaciones disponibles será hasta 2011 cuando el país retome –por llamarle de alguna manera– el nivel que tenía al cierre de 2008, es decir, tardará un trienio (2009-2011) para regresar a la normalidad de 2008, lo que en castellano simple quiere decir tres años perdidos.
En efecto, el Banco Mundial (Perspectivas económicas mundiales 2010) estima que la economía mexicana crecería 3.5 por ciento en el presente año y 3.6 por ciento en 2011, con lo que se taparía el hoyo de 2009 (desplome de 7.1 por ciento, por mucho el más profundo en América y uno de los mayores en el mundo) y se retornaría a los no muy gratos niveles de 2008. De lograr esa hombrada, el calderonato va que vuela para obtener el galardón como el peor gobierno en materia económica (independientemente de otros temas) de las últimas ocho décadas, toda vez que en un lustro (2007-2011) registraría una tasa anual promedio de crecimiento de 0.9 por ciento (en campaña electoral prometió 5 por ciento cada año).
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿así, o más recuperación y regreso a la normalidad?
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
El Correo Ilustrado
Comisión Federal de Electricidad, una empresa de clase patito
En la ciudad de Toluca, en las calles de Instituto Literario esquina con José María Pino Suárez, los que se dicen ser electricistas de clase mundial no pueden resolver una falla en el suministro eléctrico desde el día 15 de enero y hasta hoy, 21 del mismo mes, sigue esta área sin servicio de energía. Han cambiado tres transformadores –tantos como cortacircuitos– en el mismo punto y cuando los ponen a trabajar resulta que están dañados o quemados. No es posible que no tengan un control de estos equipos o de donde los sacan, pero el problema sigue en esta zona.
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Haití, tras la catástrofe, se ha convertido en el averno. Miles de muertos y millones de damnificados es el saldo reportado, sin embargo resulta imposible saber cuántos seres humanos quedaron sepultados en las montañas de escombros. Lo dicho corresponde a un lenguaje descriptivo que nos impacta por la magnitud de las cifras. Pero las imágenes que hemos visto desfilar ante nuestros ojos han despertado terror, horror y consternación. Lo que dichas escenas nos presentan promueven una turbulencia de sentimientos difíciles de traducir en palabras, de hecho la palabra no alcanza a dar cuenta del terremoto interno que nos producen. Nos trastocan los pensamientos y nos invaden de dolor el corazón y el alma.
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Horizonte político
José Antonio Crespo
Haití: del Estado fallido al Estado natural
Todos sabemos que el Estado haitiano es cercano a lo que se ha definido como Estado fallido, pero esa endeble estructura se colapsó también con el terremoto de la semana pasada. Ese país pasó en unas horas del Estado fallido al estado de naturaleza hobbesiano. A los daños físicos y humanos provocados por el temblor, se le pueden sumar unos de mayor extensión, producto justamente de la ausencia de orden, autoridad, legalidad. Situaciones como las que vive hoy Haití, en que los ciudadanos empiezan a pelear y recurrir a la violencia para obtener los insuficientes víveres que por el desorden alcanzan a llegar, confirman una vez más que era aproximada la imagen que de la naturaleza humana tenían filósofos políticos como Tucídides, Nicolás Maquiavelo y Thomas Hobbes. Ante un conflicto entre el interés personal y el de los demás, y donde la propia supervivencia está en juego, la mayoría opta por satisfacer primero las necesidades y ambiciones propias. Lo que prevalece es la ley de la selva, o lo que Hobbes llamaba, en su célebre Leviatán (1651), el estado de naturaleza: “Si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin (que es, principalmente, su propia conservación…), tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno al otro”.
Y por eso mismo la anarquía puede traducirse en una guerra social generalizada, a menos que exista una entidad superior, con capacidad coercitiva, para obligar a los miembros de la comunidad a apegarse a ciertas reglas de convivencia y civilidad social. “Con todo ello —continúa Hobbes—, es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra, una guerra tal que es la de todos contra todos… existe continuo temor y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve”.
La figura de anarquía suele considerarse como una construcción teórica para entender la racionalidad del Estado, que aun en forma rudimentaria existe desde los inicios de la humanidad. Incluso el propio Hobbes así lo maneja, como inexistente en la realidad, aunque creía erróneamente que una aproximación de ella la vivían los indígenas de América: “Acaso pueda pensarse que nunca existió un tiempo o una condición en que se diera una guerra semejante y, en efecto, yo creo que nunca ocurrió generalmente así, en el mundo entero. (Sin embargo) los pueblos salvajes en varias comarcas de América… carecen de gobierno en absoluto, y viven actualmente en ese estado bestial al que me he referido”. No es correcta la apreciación, pues aun entre las tribus más hostiles había jerarquía, mando, liderazgo, reglas de convivencia y castigo a quienes las transgredieran. Pero Hobbes no descarta que aun pueblos que pudieron haber construido ya un orden político, puedan bajo ciertas circunstancias caer de nuevo en una anarquía: “De cualquier modo que sea, puede percibirse cuál será el género de vida cuando no exista un poder común que temer, pues el régimen de vida de los hombres que antes vivían bajo un gobierno pacífico, suele degenerar en una guerra civil”.
Y, en efecto, conocemos a lo largo de la historia situaciones en que, al colapsarse el Estado por la razón que sea, se generan las nocivas dinámicas hobbesianas. Como cuando en Irak se desplomó el régimen de Saddam Hussein. Los desastres naturales o las fallas de gran magnitud provocan episodios de anarquía, aun en países avanzados —como durante los apagones de Nueva York— en los que las autoridades fácilmente son rebasadas y surgen las ambiciones y pasiones humanas más primitivas, al colapsarse la institucionalidad coercitiva que puede contenerlas. Haití no está en posibilidad de reconstruir su Estado en medio de esta crisis. De ahí la urgencia de que la comunidad internacional intervenga con ese fin. La ONU ha dispuesto el despacho de policías y militares pero, ante la magnitud del desastre, no serán suficientes, y por ello EU intervendrá en la reconstrucción, algo racional pese a las suspicacias que despierta todo movimiento que hace la potencia fuera de sus fronteras. Pero sería peor dejar a los haitianos a la deriva, y por eso miles de ellos reclaman la presencia estadunidense. Lo ideal, desde luego, sería la incorporación permanente —y no sólo fugaz— de otras naciones en la reconstrucción del país, para equilibrar la presencia de Estados Unidos. Algo, sin embargo, poco probable.
José Antonio Crespo
Haití: del Estado fallido al Estado natural
Todos sabemos que el Estado haitiano es cercano a lo que se ha definido como Estado fallido, pero esa endeble estructura se colapsó también con el terremoto de la semana pasada. Ese país pasó en unas horas del Estado fallido al estado de naturaleza hobbesiano. A los daños físicos y humanos provocados por el temblor, se le pueden sumar unos de mayor extensión, producto justamente de la ausencia de orden, autoridad, legalidad. Situaciones como las que vive hoy Haití, en que los ciudadanos empiezan a pelear y recurrir a la violencia para obtener los insuficientes víveres que por el desorden alcanzan a llegar, confirman una vez más que era aproximada la imagen que de la naturaleza humana tenían filósofos políticos como Tucídides, Nicolás Maquiavelo y Thomas Hobbes. Ante un conflicto entre el interés personal y el de los demás, y donde la propia supervivencia está en juego, la mayoría opta por satisfacer primero las necesidades y ambiciones propias. Lo que prevalece es la ley de la selva, o lo que Hobbes llamaba, en su célebre Leviatán (1651), el estado de naturaleza: “Si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin (que es, principalmente, su propia conservación…), tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno al otro”.
Y por eso mismo la anarquía puede traducirse en una guerra social generalizada, a menos que exista una entidad superior, con capacidad coercitiva, para obligar a los miembros de la comunidad a apegarse a ciertas reglas de convivencia y civilidad social. “Con todo ello —continúa Hobbes—, es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra, una guerra tal que es la de todos contra todos… existe continuo temor y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve”.
La figura de anarquía suele considerarse como una construcción teórica para entender la racionalidad del Estado, que aun en forma rudimentaria existe desde los inicios de la humanidad. Incluso el propio Hobbes así lo maneja, como inexistente en la realidad, aunque creía erróneamente que una aproximación de ella la vivían los indígenas de América: “Acaso pueda pensarse que nunca existió un tiempo o una condición en que se diera una guerra semejante y, en efecto, yo creo que nunca ocurrió generalmente así, en el mundo entero. (Sin embargo) los pueblos salvajes en varias comarcas de América… carecen de gobierno en absoluto, y viven actualmente en ese estado bestial al que me he referido”. No es correcta la apreciación, pues aun entre las tribus más hostiles había jerarquía, mando, liderazgo, reglas de convivencia y castigo a quienes las transgredieran. Pero Hobbes no descarta que aun pueblos que pudieron haber construido ya un orden político, puedan bajo ciertas circunstancias caer de nuevo en una anarquía: “De cualquier modo que sea, puede percibirse cuál será el género de vida cuando no exista un poder común que temer, pues el régimen de vida de los hombres que antes vivían bajo un gobierno pacífico, suele degenerar en una guerra civil”.
Y, en efecto, conocemos a lo largo de la historia situaciones en que, al colapsarse el Estado por la razón que sea, se generan las nocivas dinámicas hobbesianas. Como cuando en Irak se desplomó el régimen de Saddam Hussein. Los desastres naturales o las fallas de gran magnitud provocan episodios de anarquía, aun en países avanzados —como durante los apagones de Nueva York— en los que las autoridades fácilmente son rebasadas y surgen las ambiciones y pasiones humanas más primitivas, al colapsarse la institucionalidad coercitiva que puede contenerlas. Haití no está en posibilidad de reconstruir su Estado en medio de esta crisis. De ahí la urgencia de que la comunidad internacional intervenga con ese fin. La ONU ha dispuesto el despacho de policías y militares pero, ante la magnitud del desastre, no serán suficientes, y por ello EU intervendrá en la reconstrucción, algo racional pese a las suspicacias que despierta todo movimiento que hace la potencia fuera de sus fronteras. Pero sería peor dejar a los haitianos a la deriva, y por eso miles de ellos reclaman la presencia estadunidense. Lo ideal, desde luego, sería la incorporación permanente —y no sólo fugaz— de otras naciones en la reconstrucción del país, para equilibrar la presencia de Estados Unidos. Algo, sin embargo, poco probable.
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