México: Si quieren votos y negocios, revuélquense en el lodo para conseguirlos, como todos los partidos
Pedro Echeverría V.
1. En México los políticos discuten hoy si el PRD (partido socialdemócrata) debe aliarse con el PRI (de derecha) o con el PAN (de ultraderecha) –según sea el caso- para derrotar en las elecciones a los oponentes. Aunque todos los partidos registrados sólo están en búsqueda de más poder político, la competencia por los cargos los divide de manera natural. El PRD estuvo hace varios años más cerca de los intereses de los trabajadores, es decir, de la izquierda; hoy –como ha sucedido en todos los países con la socialdemocracia- el pueblo miserable y desempleado le importa un bledo y se ha sumado a la cacería de votos, de alianzas y acuerdos electorales. Ante esa realidad, ¿por qué surgen prejuicios o miedos a aliarse, a ser indecente, a no reconocer al ilegítimo y a no besarle el anillo al Cardenal? Si están en el lodo, ¿por qué no se revuelcan en él?
2. El PRD, con excepción del gobernante de la Ciudad de México, en la práctica ha reconocido al gobierno de Calderón. Los gobernadores perredistas de Guerrero, de Chiapas, de Michoacán, de Zacatecas, de Baja California Sur, trabajan muy juntito a Calderón. Los legisladores del PRD –con excepción de algunos de PT- están muy cerquita de Calderón. Casi todas las declaraciones, alianzas, acuerdos, apuntan hacia ese rumbo, ¿Qué los limitan? La presión de los lópezobradoristas que se niegan a hacerlo y no dejan de presentar a Calderón como el principal culpable de la situación desastrosa que vive el país. Todavía es inexplicable que los socialdemócratas no lo hayan reconocido de manera abierta y pública. ¿O es que primero se arrodillarán en la catedral para pedirle perdón al Cardenal por haber apoyado el matrimonio homosexual y sus derechos de adopción?
3. En el PRD no hay nada de izquierda que salvar ni tampoco se puede. Nació en 1989 para ser un partido socialdemócrata, es decir electorero; logró algunos momentos de radicalización, pero sus principios políticos, sus objetivos y su misma estructura obedecieron siempre a un partido electoralista. Nunca el PRD fue un partido para las luchas sociales, para la defensa de los intereses concretos o generales de los indígenas, campesinos, obreros o ciudadanos; todas sus demandas y estrategias giraron alrededor de lo electoral. En vez que sus dirigentes estén trabajando en los sindicatos, en las organizaciones campesinas, entre los jóvenes, las mujeres, apoyando las demandas concretas de cada sector, sólo se han dedicado a la búsqueda de votos, a las campañas políticas para diputaciones, etcétera, a presionar a los órganos electorales.
4. En política electoral valen los personajes que garantizan votos, no importa de dónde vengan, si son corruptos o cargan con terribles acusaciones. Esther Gordillo, la dirigente de millón y medio de profesores y empleados –cargando un terrible desprestigio de asesina y corrupta por lo menos 20 años- hoy sirve al PAN, pero el PRI o el PRD la aceptarían gustosos porque además de los votos de su sindicato cuenta con unos cinco mil profesores activistas (bien pagados) que hacen “magia” en las casillas electorales. ¿Qué tiene que ver un personaje honesto, trabajador y culto frente a la habilidad de Gordillo? El PAN, al hacer diputado a secretario general del IMSS –un personaje muy corrupto- se metió a la bolsa, con ese golpe que propinó al PRI y al PRD, más de medio millón de votos. Son dos ejemplos que se repiten y el PRD en el lodo, no quiere revolcarse en él.
5. A mucha gente le interesa la política –que se ha dicho que es una ciencia y un arte-porque sabe que sirve para administrar y guiar a un país de la manera más justa posible. Por eso en sus ramas está la política económica que planea y distribuye las bienes materiales; la política educativa que le da salida a los planes y programas educativos; la política cultural que apoya todas las manifestaciones que tienen los habitantes de un país en este campo, etcétera, etcétera. Todos deberían interesarse por las políticas globales y por las que se aplican en cada rama o sector con el fin de presionar e influir para que todos se sientan satisfechos con lo que se organiza y se hace para la comunidad. Pero la política y los políticos –que asumen poderes centralizados por medio de engaños y trampas- determinan las líneas políticas de cada sector; se alejan de la gente y ésta se aleja de ellos.
6. La preocupación de los analistas y de la gente honesta que participa no es en la política sino en lo político, es decir, no busca ocupar cargos para adquirir poder y dinero, sino que busca entender la realidad para contribuir de alguna manera a transformarla en beneficio de los sectores mayoritarios de la población. ¿Puede alguna persona aislarse de lo político si es el campo donde se definen las grandes líneas que se imponen a la sociedad y que a todos debería interesarle? La política como arte para acomodarse a todas las circunstancias sin tomar en cuenta moral, la ética, los principios, debe combatirse, pero no puede desconocerse que seguirá existiendo hasta en tanto la población no sea capaz de destruirla. Tenemos que participar para exigir y conseguir que las casas se hagan con honestidad y no dejarle las cosas en manos de políticos.
7. Los políticos electoreros, aquellos que solamente están metidos en los chismes, los golpes y pataleos de partido, que sólo piensan en cómo hacer más grande su poder y sus ingresos económicos, deben seguir revolcándose en el lodo porque sólo allí pueden vivir. Lo político es otra cosa: son convicciones, honestidad, compromiso social. López Obrador ha dicho que ninguna alianza con el PAN y con el PRI y esto es digno de aplauso, pero entonces: ¿Cómo lograr votos si el nivel de conciencia de la población en lo electoral está por los suelos? ¿Estará pensando –al fin- en otras formas de lucha en las que lo electoral es sólo una y las huelgas, los movimientos de masas y hasta las confrontaciones en las calles, campos y fábricas con las fuerzas militares, deban ya tomarse en cuenta? ¡Dejemos que los que están en el lodo sigan viviendo en él!
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