11/11/2014

La política no es lo que era

Alberto Aziz Nassif
Muy poco duró la expectativa positiva sobre el ciclo reformador, en unas cuantas semanas México se ha sumergido en una profunda crisis de malestar y deterioro. Las instituciones están contra la pared. En muy poco tiempo pasamos de una expectativa democrática a un desencanto poblado de desconfianza ciudadana, pero en las últimas semanas llegamos a un momento diferente: un deterioro en caída libre del Estado y una fractura entre representantes y representados. ¿Se trata de una crisis pasajera que pronto será asimilada por el sistema político, sin grandes cambios?, o más bien ¿se trata de una crisis profunda que obligará a los actores políticos a salir de su zona de confort para impulsar otra distribución de poder? Por lo pronto, tenemos un gobierno impugnado y sin credibilidad.
México ha entrado en una crisis social por la violencia y la violación de derechos humanos. No se trata de un problema nuevo, hace varios años la violencia es una realidad dolorosa que ha destruido cientos de miles de vidas humanas. Sin embargo, poco a poco cambió la ecuación: a la acumulación de violencia se le suma la impunidad y la incapacidad gubernamental, lo cual ha generado un malestar creciente en la ciudadanía que en estos días ha empezado a explotar. No sabemos a dónde nos puede llevar esta crisis. Por lo pronto, las respuestas de la autoridad son insatisfactorias (¿quién le cree al procurador?) y el clima social sigue enrarecido (¿los radicales son infiltrados?).
En otros países la crisis ha tenido diferentes respuestas. Por ejemplo, en Estados Unidos el desencanto frente al gobierno demócrata, que llegó al poder lleno de promesas progresistas, ahora ha sido derrotado en las urnas por el poder conservador que dejó hundido al país en 2008 en una de las peores crisis económicas, con dos guerras y un desprestigio internacional profundo. Para el daño que hicieron los republicanos, resulta alarmante que en tan poco tiempo hayan regresado al control de las dos cámaras del Congreso. En Brasil, la opción de centro-izquierda logró con mucha dificultad ganar la elección en medio de una gran polarización y las perspectivas del segundo gobierno de Dilma se anticipan muy complicadas. Otro caso es España, en donde la crisis ha cambiado el panorama del país, han retrocedido sus indicadores de desarrollo con más desigualdad y alto desempleo, sobre todo en el sector juvenil. 
La crisis española ha resquebrajado el bipartidismo (PP-PSOE), ahora hay una nueva formación partidista, Podemos, que en unos meses logró la osadía de “convertir las semillas sembradas por los movimientos sociales en organización política para participar en las elecciones y aspirar a cuotas de poder” (Josep Ramoneda, El País, 4/XI/2014). Tal vez el regreso del PRI se parezca a la vuelta de los republicanos; de Brasil conocemos lo que significa una sociedad polarizada, ya lo vivimos en 2006. Estamos lejos de la construcción de una nueva opción partidista, como en España. Las opciones en estos países marchan dentro de su cuadro institucional. En contraste, el caso mexicano presenta de entrada una debilidad institucional por la colusión entre la autoridad y el crimen organizado y por la impunidad rampante que domina.
Ayotzinapa destapa de nuevo la cloaca de un Estado penetrado y capturado por intereses criminales. La sombra de desconfianza se extiende a todo el sistema político; el poder judicial no genera certeza, la impartición de justicia y el Estado de derecho son deseos lejanos de la realidad. En estas condiciones el país va de nuevo a un proceso electoral en 2015, pero no se ven opciones porque los partidos son parte del problema, no de la solución. ¿Qué sentido tiene ir a las urnas para seguir con más de lo mismo?
La política ya no es lo que era. ¿Cómo reconstruir un Estado que pueda proteger a los ciudadanos? ¿Qué se necesita para terminar con la impunidad? ¿Cómo canalizar institucionalmente el conflicto, cuando está podrido el andamiaje? ¿Cuánta violencia aguanta el país antes de comprometer el futuro inmediato? Hace unos días vi en una universidad una cartulina con la siguiente pregunta: “¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?”…
Investigador del CIESAS

@AzizNassif 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario