Jenaro Villamil
MÉXICO,
D.F. (apro).- Una agotadora conferencia de prensa para “revelar” lo que
el padre Alejandro Solalinde había anunciado semanas atrás; un intento
de reducir la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal
de Ayotizapa en un episodio de narco corrupción entre la policía de
Iguala y el alcalde José Luis Abarca, culminaron en una expresión del
procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, que le dio
carpetazo a su propio papel de abogado de la nación.
El exgobernador hidalguense y exsecretario general del PRI se cansó.
Y lo externó. Como si no hubiera relatado uno de los episodios más
vergonzosos para todo el Estado mexicano –la impunidad de cuerpos
policiacos para entregar a 43 jóvenes– y su vinculación con el crimen
organizado en una entidad donde el Ejército mexicano tal parece que
sólo está de observador.
¿De qué se cansó el procurador? ¿De las preguntas incisivas de la
prensa ante su relato difuso, confuso y obtuso? ¿De qué se cansó? ¿De
escuchar los relatos de los únicos sicarios que se han mostrado tan
“colaboradores” que soltaron toda la sopa sin un rasguño? ¿De qué se
cansó el procurador? ¿De no haber podido explicar un móvil mínimamente
lógico para tal saña? ¿De qué se cansó el procurador? ¿De las “fuertes
emociones” que ha vivido con unos padres de familia que lo desconocen y
ahora piden su renuncia? ¿De qué se cansó Murillo Karam? ¿De las
innegables grillas internas en el gabinete presidencial para
sustituirlo por otro personaje como Alfonso Navarrete Prida? ¿De qué se
cansó el procurador? ¿Del cansancio físico que implica un caso como
éste en el cual él mismo está implicado por omisión desde marzo de
2013, cuando fue advertida la PGR de las andanzas narco criminales de
Abarca?
#YaMeCansé se convirtió en un Trending Topic en las redes
sociales durante cuatro días consecutivos porque conectó la expresión
despectiva de Murillo Karam con el estado emocional de fuerte
indignación y falta de credibilidad de una sociedad que ya no se
quedará con las versiones al estilo La Paca, el Nintendo de
Posadas Ocampo o la grotesca explicación primera de la ejecución
extrajudicial de 22 jóvenes en Tlatlaya, Estado de México, el pasado 30
de junio.
#YaMeCansé se volvió un meme en redes sociales, pero
también un impulso para que durante dos días consecutivos –el viernes 7
y el sábado 8 de noviembre– salieran convocados por redes sociales y
redes ciudadanas cientos de capitalinos, en su mayoría estudiantes,
para protestar frente a las instalaciones de la PGR y protagonizar una
marcha pacífica el sábado hacia el Zócalo de la Ciudad de México. Sólo
la provocación consentida –o quizá planeada– por los propios cuerpos de
seguridad contra la Puerta Mariana del Palacio Nacional quiso restarle
fuerza a esa protesta.
#YaMeCansé también refleja el estado anímico de amplios sectores de
la sociedad frente a la indolencia de Enrique Peña Nieto que hizo
malabares para justificar su viaje a China y a Australia, cuando ha
sido incapaz de ir a Iguala y enfrentar directamente los reclamos de
una población agraviada por una acumulación de impunidad y
complicidades.
#YaMeCansé es una bofetada en contra de una clase política que se
hunde en el desprestigio de sus cálculos cínicos. Es el fin del
gobierno del Pacto por México, aunque quieran inventar ahora otro Pacto
por la Seguridad para proteger a la dirigencia chuchista del PRD. La
tragedia de Ayotzinapa opacó todo el cálculo electoral que los tres
partidos políticos planeaban para el inicio de la contienda federal del
2014.
#YaMeCansé es una frase tan fuerte como la que miles de argentinos
comenzaron a corear en Buenos Aires en 2001 y 2002: “Que se vayan
todos”, en clara muestra de desprecio a una clase gobernante y
empresarial que llevó a la quiebra financiera a esta nación.
#YaMeCansé es el símbolo de una quiebra moral muy profunda. Quizá ni
los publicistas de Los Pinos ni sus astutos asesores de discurso
enviados desde Televisa se han dado cuenta de lo profundo de esta crisis moral.
Por eso mismo, resultó todavía más patético que Murillo Karam
justificara esta expresión señalando que tenía varias horas sin dormir
y que era lógico el agotamiento físico. Nadie le regatea el cansancio
al señor procurador. Lo que indigna es la ausencia absoluta de visión
ética y de Estado frente al cínico holocausto que relató como si fuera
un episodio más de Criminal Minds.
Twitter: @JenaroVillamil
Comentarios: www.homozapping.com.mx
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