La indiferencia con la que se ven estos acontecimientos trágicos no sólo tiene que ver con la indiferencia de gobierno sino también con la muy lamentable apatía social.
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Muchos
muertos en pocos días. Hoy hacer política en México puede convertirse
en una tragedia, no sólo porque la muerte acecha a algunos ya en la
silla de mando, sino también para quienes pretenden cargos de
responsabilidad pública.
Todos son vistos como fuente de apoyo o de contrariedad para el
crimen organizado o para adversarios políticos, para sus partidos
políticos o para sus enemigos personales; o acaso también porque
algunos tienen cola que les pisen: Y se las pisan. A saber. Es el caso
de los municipios.
Nos queda claro que en México la democracia sigue pendiente. Que
nuestra cultura democrática tiene mucho que ver con más de setenta años
de no ejercerla y, por lo mismo, es incipiente y débil. Con muchos
vicios heredados y otros más nuevos e insospechados.
El entuerto puede ser doloroso, por lo que ya se ve desde que
comenzó el proceso de instrumentación legal e institucional. Sueños y
decepciones pronto, como también se ve.
Hoy ya no basta con la exhibición de vidas privadas y virtudes
públicas… y todo eso que ya está siendo una forma sucia de hacer
política; costosa manera de mirarse unos a otros para exhibirse en
debilidades sin fortalezas, sobre todo si la exhibición es la del
adversario político…
Pero ya se va a más. De un tiempo a esta parte la violencia o la
muerte parecen tener permiso. Esto es así porque en apenas unos cuantos
días en diferentes partes del país se ha asesinado o intentado asesinar
a militantes, candidatos o gente de gobierno.
El miércoles 18 de febrero asesinaron a Carlos Martínez
Villavicencio, precandidato del Partido de la Revolución Democrática a
la diputación de Tlaxiaco, Oaxaca. Hombres armados atacaron la
camioneta en la que viajaba junto con dos personas más. Había sido
alcalde en 2008 cuando ganó con el Partido Unidad Popular, del
Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT) y también fue diputado
estatal de Oaxaca.
El jueves 19 asesinaron en Acapulco, Guerrero, a Guillermo Cisneros
Chegue, ex regidor y militante del PAN. Al político le dispararon en
dos ocasiones fuera de su negocio; en noviembre pasado mataron a su
hermano en el centro del puerto.
La madrugada del viernes 20, fue asesinado el hijo de Conrado Lafarga, ex dirigente municipal del PRI. De acuerdo con el Portal Río Doce,
los hechos ocurrieron alrededor de las 00:38 horas cuando fue
interceptado al bajar de su vehículo en Culiacán, Sinaloa. Hombres
armados intentaron secuestrarlo y al resistirse le dispararon en varias
ocasiones.
Horas antes, Cecilia Izaguirre, dirigente del PRI y coordinadora de
Desarrollo Social del municipio de Lagunillas, fue acribillada. Tenía
61 años y era suegra del candidato a la presidencia municipal.
Miguel Ángel García Covarrubias, Procurador General de Justicia de
SLP informó que la señora Izaguirre murió luego de que un hombre le
disparo a la camioneta donde viajaba, junto a su chofer, en el cruce
del río Pinihuán.
Y apenas el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el vehículo
en el que viajaba la alcaldesa de Matamoros, Tamaulipas, Leticia
Salazar Vázquez, del PAN, fue agredido por hombres que le dispararon.
No lo consiguieron, asesinarla. La autoridad dice que detuvo a cuatro
de los agresores quienes –dijeron, según declaración de autoridad- que
se confundieron porque pensaban que en el vehículo viajaban integrantes
de una pandilla criminal enemiga… Aún no se conoce el resultado de las
investigaciones y hay contradicciones.
El 9 de marzo fue muerto Ricardo Mendoza Palacios, militante del PAN
en el Cerro del Pedimento, jurisdicción de Santa Catarina Juquila,
Oaxaca. En medio de los sucesos en los que también hubo heridos, está
la administración de los ingresos en el lugar al que llegan miles de
peregrinos cada día y que tan sólo ahí, en El Pedimento, significan 10
millones de pesos anuales.
En todo caso el tema es más serio de lo que se supone en este
ambiente nacional de crimen e impunidad. Ocurre que al final de cuentas
no pasa nada. Que según esto, deberíamos estar acostumbrados a este
tipo de información que ya pasa desapercibida debido al vértigo del
todo, aquí y ahora.
La indiferencia con la que se ven estos acontecimientos trágicos no
sólo tiene que ver con la indiferencia de gobierno sino también con la
muy lamentable apatía social. Y hay razones: Frente a acusaciones,
frente a demandas, frente a reclamos sigue el la espera, la lentitud,
la desviación informativa y el silencio: No pasa nada…
Así que todos estos muertos y agraviados son parte de estadística;
no son parte de la responsabilidad de gobierno y no son parte de las
preocupaciones de quienes debiéramos estar atentos a esta
descomposición de nuestro cuerpo político y de nuestro cuerpo social.
¿Cuántos más faltan todavía antes de las elecciones trágicas del 7
de junio? ¿Cuántos más están en peligro sin saberlo? Este es el tiempo
que nos tocó vivir.
Y, como dijera Ixca Cienfuegos en La región más transparente:
“Aquí nos tocó, qué le vamos a hacer”… Sí, pero no. Algo se tiene que
hacer para hacer cumplir la ley y terminar con la impunidad y la
corrupción, fuente de todos los pesares nacionales de hoy, y que ya son
tragedia.
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