El
partido surgido de la revolución mexicana, conocido por sus diferentes
siglas como PNR-PRM-PRI, nació el primero de marzo de 1929 como
consecuencia de los asesinatos de los principales dirigentes del
movimiento armado encabezado por Francisco I Madero, la primera víctima
importante de las ambiciones, intrigas e intereses en la cual se vio
involucrado, como siempre, el imperio del norte a través de su embajador
de cuyo nombre no me interesa acordarme.
A Porfirio Díaz se le podrá culpar de todo menos de haber sido el causante del millón de muertes que oficialmente hubo.
Antes
de que Porfirio Díaz partiera a Francia todo se había reducido,
prácticamente, a diferentes escaramuzas armadas, principalmente en el
norte y en otras zonas del país, sin las terribles matanzas posteriores,
lo que abona en beneficio de caudillo.
Cuando el viejo patriarca se dio cuenta del maremoto social que se le venía encima prefirió las de Villa Diego.
Porfirio
Díaz zarpó en el Ipiranga el 31 de mayo, partiendo del puerto de
Veracruz rumbo al exilio en Francia, donde murió el 2 de julio de 1915 o
sea que si la revolución mexicana comenzó oficialmente el 20 de
noviembre de 1910 a él le tocó padecer la revuelta un poco más de 6
meses. Después comenzaron las luchas de facciones para llenar el vacío
dejado por el porfiriato y que fueron las que ensangrentaron el
territorio nacional.
De acuerdo a diversos
señalamientos históricos el movimiento armado finaliza en 1917, con la
proclamación de la Constitución mexicana, otros historiadores indican a
1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta o en 1924 con la de
Plutarco Elías Calles. Sin embargo hay quienes aseguran que el proceso
se extendió hasta los años 1940, por lo tanto, supuestamente, para unos,
duró siete años, lo que personalmente considero incierto ya que la
lucha de facciones continuó mucho tiempo después, terminando, desde mi
punto de vista, precisamente con la fundación del partido hegemónico que
astutamente Plutarco Elías Calles organizó y manipuló hasta que
Cárdenas lo exilio.
Considerando lo anterior si el
movimiento armado inicia oficialmente el 20 de noviembre de 1910 y
concluye con la fundación del instrumento “democrático” de la revolución
mexicana el día primero de 1929, la cifra que nos da es de 19 años.
Con
este medio institucional y electoral Plutarco Elías Calles logra salvar
el pellejo y se convierte en el factótum de poder durante varios años.
A
partir de ahí el partido constituido ha pasado por varias etapas las
que he divido en tres: Histórica, que considero básicamente la más
importante, el llamado viejo PRI y el denominado, últimamente, como el
nuevo PRI.
El partido histórico, como lo llamo, lo
sitúo desde su fundación hasta el sexenio de Díaz Ordaz a quien se le
atravesó el movimiento del 68, que manchó para siempre su
administración. Debemos comentar que en este tramo se dio el desarrollo
estabilizador y la deuda externa no tenía la magnitud que ahora existe,
con una inflación mínima.
El viejo PRI se inicia
con Luis Echeverría Álvarez y termina con la derrota sufrida en el
sexenio de Ernesto Zedillo. En estos años vivimos las locuras del
echeverriato, la frivolidad de López Portillo, la mediocridad de Miguel
de la Madrid, las perversidades de Salina de Gortari y la inexperiencia,
así como la banalidad y grisácea personalidad de Zedillo. La inflación y
las devaluaciones fueron los signos de estos gobiernos.
Fue
con Peña Nieto que se utilizó el slogan del nuevo PRI que,
desafortunadamente, ha sido caracterizado por innumerables escándalos
mediáticos, cuya saña no tiene parangón con ningún otro sexenio, a esto
debemos agregarle la corrupción galopante que ha permeado también a los
gobiernos estatales, llegando a limites inconcebibles, causando como
consecuencia la debacle que ahora vive este partido.
Es
importante señalar que antes de su fundación los gobiernos
postrevolucionarios ya habían obtenido importantes metas que se
complementan con las diversas conquistas sociales del partido que nos
ocupa, por mucho que sus enemigos lo satanicen.
Las
reformas de Peña Nieto le han dado a la nación un estatus internacional
reconocido a pesar de los ataques no gratuitos de los afectados por
ellas.
Para lograr la formación de lo que se
concibió como el nuevo Estado mexicano en su periodo histórico, a pesar
de la generalizada revuelta por hegemonizar la conducción del desarrollo
nacional, entre 1920 y 1934 se inicia la construcción de las
instituciones que materializaron de manera relativa los principios
nacionalistas. Entre las instituciones formadas durante estos años
destacaron la Secretaría de Educación Pública (1921) –paso importante
para lograr la laicidad de la enseñanza–, el Banco de México (1925)
–convirtiéndose en el emisor único de moneda y en el restaurador y
regulador del sistema financiero y bancario–, la Ley de Pensiones
Civiles de Retiro –que fue la primera política de seguridad social–, el
Banco de Crédito Agrícola, las Comisiones Nacionales de Irrigación y de
Caminos, la leyes y códigos que ampliaron el poder de intervención del
sector público tales como el Código Nacional Eléctrico y la ley sobre el
petróleo, el Impuesto Sobre la Renta (ISR), la Ley Federal del Trabajo
(1931), el establecimiento del salario mínimo, el Banco Nacional
Hipotecario, y Nacional Financiera (1933). A esto le podemos agregar
PEMEX, la CFE, el IMSS, el ISSSTE, la UNAM y el Politécnico
fundamentalmente.
A pesar de todo el instituto
político que nos ocupa está en una crisis de la cual si no se recupera
en las elecciones del 18, su poderío solo será un recuerdo.
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