Eduardo Ibarra Aguirre
Sólo
el 36.9% de la población se declara a sí misma como “satisfecha” con
“la vida en general”, de acuerdo con el Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática, datos analizados por Mario Luis
Fuentes, titular del espacio periodístico México Social (Excélsior,
28-II), y también del programa del mismo nombre en Canal 11.
De acuerdo con el economista y autor de Política social del siglo XXI: retos y perspectivas en México,
el INEGI cuenta con una serie de ejercicios analíticos a los que
denomina estadísticas experimentales. Son instrumentos de medición sobre
temas diversos que si bien no forman parte de las estadísticas
oficiales que conocemos, presentan una visión panorámica sobre diversas
problemáticas de interés social.
Entre aquellos
instrumentos destaca el Módulo de Bienestar Autorreportado, conocido
como Biare, que tiene como objetivo realizar mediciones sobre lo que
denomina “bienestar subjetivo”. Esto es, sobre cómo se percibe la
población a sí misma y que pueden englobarse como “estados de ánimo”.
De
esta manera, el módulo que desarrolla y aplica el INEGI tiene el
objetivo de conocer tres dimensiones de la subjetividad. En sus propias
palabras son:
“1) Satisfacción con la vida en general y con aspectos
específicos de la misma, denominados dominios de satisfacción;
2)
Fortaleza anímica y sentido de vida, es decir, su grado de acuerdo con
enunciados referidos al concepto de eudemonía;
y 3) Balance afectivo,
que explora la prevalencia de estados anímicos positivos o negativos en
un momento de referencia”.
El ejercicio más
reciente corresponde a enero de 2017. Y los resultados se miden en una
escala de 0 a 10. El 0 corresponde a un nulo nivel de satisfacción y el
10 al nivel máximo de satisfacción percibida, en los tres dominios
mencionados.
En cuanto al “nivel de satisfacción
con la vida”, la medición de enero de 2017 arrojó un ligero descenso
respecto al mismo mes de 2016. Este año se ubicó en 7.9 puntos, frente a
los 8 alcanzados en enero de 2016. El retroceso es relevante ya que se
ubicó por debajo de los niveles reportados en 2015 y 2016, y obtuvo un
valor similar al de 2014.
De un total de 12
dominios particulares, el INEGI identificó a cinco de ellos que no
muestran variación respecto a 2016; es decir, la satisfacción respecto
de la vivienda, el vecindario, logros en la vida, actividad u ocupación y
estado de salud.
Por el contrario, hubo siete
dominios que arrojaron una disminución en enero de 2017 respecto a enero
de 2016: 1) calidad de las relaciones personales, pasó de 8.6 a 8.5; 2)
perspectivas a futuro, disminuyó de 8.2 a 8, en el mismo lapso; 3)
nivel de vida, bajó de 8 a 7.9 en el periodo mencionado; 4)
disponibilidad y calidad del tiempo libre, pasó de 7.7 a 7.6.
Otro
indicador a la baja es “la satisfacción con la ciudad en que se vive”,
la que pasó de 7.1 en enero del año pasado a 6.7 un año después; el
sexto es la “satisfacción con el país”, descendió de 6.6 a 5.5 puntos en
el mismo lapso; mientras que el indicador sobre “la satisfacción con la
seguridad ciudadana” disminuyó de 5.4 a 4.7 puntos en el último año.
El
INEGI y su método BIARE, explica Mario Fuentes Ayala, ubican el grado
de satisfacción con el bienestar en cuatro rangos. El 3.1% de la
población urbana se ubicó en el rango de como “insatisfecha”; 11.3% como
“poco satisfecha”; 48.7% “moderadamente satisfecha”, y únicamente 36.9%
se colocó en el rango de “satisfecha”.
Con estas mediciones, autoridades y críticos enriquecerán decisiones y análisis.
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