Destruir el oscurantismo en medicina
Segunda y última parte
Coincide con Corina y Ana Paula: se habla de aborto en materias aisladas como Medicina Legal, Obstetricia y Bioética y todo depende del cuerpo docente. “Es deficiente la formación. Se quedan en una clasificación de tipos de abortos, dicen.
Segunda y última parte
Corina Bertone, la alumna de Medicina de la Universidad de Buenos Aires
(UBA) que se plantó en la clase de Bioética con el fallo de la Corte
Suprema en la mano y le recordó al profesor que el aborto es legal en
todos los casos de violación y cuando corre riesgo la salud de la mujer
embarazada, formó, junto con 12 estudiantes más, la Red de Estudiantes
de la Salud por el Derecho a Decidir.
Presentarán la Red el año próximo y, entre los objetivos que tienen
están formarse a través de una cátedra libre que proyectan para 2017 en
la cual puedan abordar lo técnico, lo legal y lo político. Y, por el
otro, generar un material teórico como propuesta para que se hable de
aborto en algunas materias donde el tema aparece de manera esporádica:
Ginecología, Obstetricia, Medicina Familiar, Bioética, Medicina Legal.
Pretenden así “disputarle el sentido a la academia” y llenar el hueco
que genera la falta de formación. “Hay muchos estudiantes que están de
acuerdo con el aborto, pero quizá no están organizados y entonces no
encuentran un lugar donde debatir”, dice la futura médica. “En la
Facultad nos tenemos que formar en que la interrupción legal del
embarazo es una práctica más como cualquier práctica médica. Es una
problemática de salud pública por lo que nos debería interesar como
médicos y médicas”, señala Corina.
LA RED
La Red de Estudiantes de la Salud por el Derecho a Decidir surge como
hija de otro espacio: la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir,
que existe desde 2014 y reúne alrededor de 800 profesionales conectados a
diario y una vez al año en encuentros nacionales. La Red se encuentra
dentro de la Campaña Nacional por el Aborto, Legal, Seguro y Gratuito.
Egresada de la UBA como médica generalista en 2010, Ana Paula Fagioli
es una de las impulsoras de la Red madre. Hoy trabaja en el Centro de
Salud Número 5 de San Martín. No recuerda cuándo fue la primera vez que
le hablaron de aborto en su formación académica. Mucho de lo que hoy
lleva a la práctica lo aprendió como militante feminista y por fuera de
los contornos de la academia.
En sus épocas de alumna participó del Colectivo de atención primaria de
la salud. Recuerda, también, un Congreso Nacional de Medicina General,
organizado por la Federación Argentina de Medicina General (FAMG) y la
Asociación Metropolitana de Generalistas.
En ese marco, Ana participó de una de las mesas y talleres de Lesbianas
y Feministas por la Descriminalización del Aborto-Línea Aborto: Más
Información Menos Riesgos. “La primera vez que se habla de aborto en la
carrera de medicina es en Medicina Legal, que la puedes hacer en tercer
año o al final de tu carrera. Te dicen que el aborto es ilegal. Te
hablan del Artículo 86, pero después te hablan de las penalidades.
Hablan solo del acceso al aborto por causal violación y sin ningún tipo
de actualización”, dice la fundadora de la Red de Profesionales por el
Derecho a Decidir que está en permanente contacto con estudiantes.
Y recuerda que una de las enseñanzas sobre la temática es la denuncia:
“Te enseñan que cuando estás haciendo una guardia y llega una mujer con
intento de suicidio y situación de aborto tienes que dar el aviso a la
policía o a la justicia”. El continente es negar la práctica. Y algunos
docentes son islas que intentan romper con el modelo de enseñanza
hegemónico. Pasar por alguna de esas experiencias disruptivas es una
lotería.
Algunas de sus compañeras le contaron a Corina que en Ginecología, en
el Hospital Penna, el curso incluye misoprostol y AMEU. “Todo depende de
las voluntades de los docentes. O si eres militante y te acercas al
tema. Pero son casos aislados: cátedras electivas que entran solo los
que tienen buen promedio, o una sola cátedra de Farmacología o una sola
cátedra de Embriología. Todo depende de que haya ayudantes destacados
(piolas) y la mayoría son ad honorem (sin remuneración), como en toda la
Facultad. Entonces depende de la constancia de esta gente”, aporta Ana
Paula.
DESTRUIR EL OSCURANTISMO
Ignacio Bocles es ayudante de segunda en la cátedra de Embriología. Y
es una de las islas. En 2012, junto con colegas, comenzó a empujar una
serie de seminarios para hablar de aborto, entre otros temas negados. El
primer año se anotaron alrededor de 700 personas. Hoy ya pasaron 3 mil
estudiantes por este espacio alternativo. “Hay que destruir el
oscurantismo en medicina. La idea es institucionalizar ciertas
discusiones que no están presentes y generar tensiones para modificar la
currícula. No puede ser que no se discuta un tema de salud pública tan
grande”, dice a MU.
Coincide con Corina y Ana Paula: se habla de aborto en materias aisladas como Medicina Legal, Obstetricia y Bioética y todo depende del cuerpo docente. “Es deficiente la formación. Se quedan en una clasificación de tipos de abortos, dicen.
En Medicina Legal tienen un idioma distinto: el de los abogados. Y el
tema se plantea en una materia que dura dos meses, una vez por semana.
Te dejan la sensación de no te metas”, resume Bocles.
HACER ESCUELA
¿Cómo es el modelo de Facultad de Medicina que sueñan? Corina es
categórica y apunta a modificar el plan de estudios: “Hay que refundar
la Universidad”. La joven estudiante también cree que la academia debe
repensar la forma de tratar a quienes pasan por el Hospital de Clínicas y
son objeto de las prácticas de futuros estudiantes. “A veces hay
mujeres embarazada de 9 meses a las que te dicen que les tienes que
hacer tacto rectal, y por ahí todos los que están en esa clase tienen
que pasar. El maltrato es tremendo”, señala.
“No tiene ningún tipo de formación respecto al cuidado de los cuerpos,
al ejercicio de la Medicina como un control, a los derechos de las
personas con las que se trabaja. Salimos preparados para instrumentar
los cuerpos de las personas. No hay una visión crítica de los
profesionales que están formando”, cuenta Ana Paula Fagioli.
Para ella hay que barajar y dar de nuevo. “La UBA es impenetrable.
Tiene tantas estructuras de poder tan establecidas que lo único que se
puede pensar es que implosione”, dice.
LA RED Y LA REALIDAD
La Red de Profesionales por el Derecho a Decidir también tiene una
fuerte impronta de capacitación hacia adentro y afuera. Los integrantes
de este espacio van a los servicios con los médicos residentes. Para
buscar una formación que no niegue la realidad de las mujeres, hay que
ir más allá de la General Paz y el Puente Pueyrredón.
Ana Paula rescata como ejemplos tres del conurbano: la Universidad
Nacional Arturo Jauretche, en Florencio Varela; la Universidad Nacional
de Lanús (UNLa) y la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Ella
fue docente de esta última en la materia Formación del Ser Humano.
La carrera empezó a dictarse allí en 2012 con un modelo alternativo de
enseñanza médica basado en el estudio de problemas. La enseñanza del
cuerpo humano no es a través de un órgano, sino a través del debate en
grupo a partir de casos. El próximo año la UNLaM tendrá su primera
camada de egresados y egresadas.
Nahir Alarcón tiene 23 años y vive en Villa Luzuriaga, San Justo, la
misma localidad donde está emplazada la UNLaM. Para ella tener la
universidad cerca de su casa fue clave para elegir esta carrera en la
que ya cursa el quinto año de formación. Dice que tiene un perfil “más
social” que las otras facultades de Medicina. Desde el primer año los y
las estudiantes recorren salitas y centros de atención primaria. “Se
forman promotores de derechos”, dice Nahir, que ya pasó por el Centro de
Salud N° 7 de Villa Celina y por el CESAC N° 5 de Villa Lugano.
EVITAR LA CRIMINALIZACIÓN
Como estudiante vio llegar a esos espacios mujeres atravesadas por las
consecuencias de los abortos inseguros. La interrupción legal del
embarazo, la educación sexual integral y el parto humanizado fueron
temas recurrentes en su formación académica. “Lo que nos enseñan es que,
más allá de que una esté de acuerdo o no con legalizar y despenalizar
el aborto, esa mujer que llega al espacio de salud necesita atención. Y
nosotros tenemos la obligación de dársela”, explica.
El abismo incomprensible que existe entre la academia y la vida de las
mujeres deja un hueco para la criminalización. En los últimos años se
registraron, al menos, 15 casos de mujeres encarceladas por abortos
inducidos o espontáneos.
En la mayoría de los casos fueron médicos quienes las denunciaron. La
falta de una norma que legalice y despenalice la interrupción del
embarazo no exime al Estado de sus obligaciones: no morir ni enfermarse
por aborto inseguro es un derecho humano básico, universal e
inderogable. ¿Cómo convertir un hecho obstétrico o la interrupción de un
embarazo en un caso policial? No hablando de los derechos de los
cuerpos de mujeres gestantes en la formación académica
*Artículo tomado de la Revista Mu, de la cooperativa argentina La Vaca.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Florencia Alcaraz*
Cimacnoticias | Buenos Aires, Arg .-
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