La Jornada
Las primeras semanas de
Donald Trump como presidente de Estados Unidos lo confirman como un
ultraderechista neoliberal tanto por la composición de su gabinete como
por sus órdenes ejecutivas. Tiene cinco ex ejecutivos de Goldman Sachs
en su equipo, incluyendo a Steven Mnuchin, su secretario del Tesoro; a
su jefe de gabinete, el ultraderechista Steve Bannon, y al secretario de
Comercio, Wilburn Ross. Su secretario de Estado, Rex Tillerson, es ex
gerente de EXXON. Es un gabinete de las grandes corporaciones y
financieros trasnacionales que manejan Wall Street. A ellos se añaden el
secretario de Defensa, James Mattis (Perro Loco), y un equipo de seguridad nacional de línea dura y con torturadores conocidos.
No es trivial que Trump controlará los tres poderes del Estado –el
Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, en última instancia– si logra
imponer su propuesta para la Suprema Corte.
La principal amenaza a la vida en el mundo es la negación del cambio
climático de Trump y su decisión de poner a Scott Pruitt a la cabeza de
la Agencia de Protección Ambiental (APA) para que desmonte las
regulaciones ambientales. Pruitt tiene relaciones muy cercanas y
probadas con el sector energético y ha promovido 14 demandas contra las
regulaciones de la agencia que ahora va a dirigir. Completa así a
Tillerson, ex gerente de la EXXON, empresa que ha negado el cambio
climático a pesar de sus investigaciones que lo comprobaban hace casi 50
años.
El 24 de enero el gobierno de Trump prohibió además a la APA dar
información científica sobre cuestiones ambientales y cerró su página de
Internet. Ese mismo día Trump expidió una orden ejecutiva para reabrir
la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, que
contribuirán sustancialmente al cambio climático.
Como si fuera poco, la principal institución de salud pública y de
investigación del Departamento (secretaría) de Salud, el CDC, canceló
una conferencia internacional sobre el impacto del cambio climático en
la salud humana, la cual fue rescatada por ONG y se celebrará en el
Centro Carter sin ningún apoyo oficial, incluso parece que los expertos
del CDC no podrán participar.
Otra colectividad, cuya vida está amenazada es la de las mujeres. Las
órdenes ejecutivas de Trump demuestran su misoginia, rechazada en
movilizaciones de millones de mujeres en Estados Unidos y en el mundo
unos días después de su toma de posición. También dejan en claro su
decisión de suprimir el aborto y los derechos sexuales y reproductivos.
Aparte de su orden ejecutiva de suspender los fondos federales a ONG que
trabajan en este campo, ha puesto al ultraconservador Thomas Price como
secretario del Departamento de Salud e intenta nombrar a Neil Gorsuch,
un juez fundamentalista, para la Suprema Corte. Con ellos es de esperar
que el derecho de las mujeres de decidir sobre su cuerpo determinado por
la Suprema Corte en 1973 (sentencia Roe vs Wade) se anule.
El embate contra el Obamacare en favor de las
aseguradoras (ver mi artículo de diciembre) empezó con una orden
ejecutiva el día de su toma de posición y se consolida con el
nombramiento de Price. No deja de ser paradójico que las primeras
víctimas de esta medida serían justamente la base dura de Trump, los
hombres blancos de mediana edad con bajo nivel educativo. Son justamente
ellos cuya esperanza de vida ha bajado en el periodo 1999-2013,
principalmente por suicidio, adicción a drogas y alcohol y cirrosis
hepática (www.pnas.org/content/112/49/15078.full).
Las órdenes ejecutivas sobre migración, tanto la referida a la
frontera con México como la prohibición de entrada de nacionales de
siete países árabes demuestran el supremacismo blanco de Trump. La
información filtrada sobre sus planes de mandar tropas a México para
proteger a Estados Unidos contra migrantes y traficantes prefigura la
caza y deportación a gran escala. Es una amenaza grave a la vida de
decenas de miles de refugiados económicos y políticos, particularmente a
la de los centroamericanos que desde antes son los más expuestos a la
desaparición forzada, cuyo número es desconocido y seguramente sobrepasa
los 25 mil registrados.
Está comprobado de manera contundente que dificultar la migración con
muros y persecuciones armadas, no la detiene, sólo la hace más
peligrosa y provoca más muertes.
La amenaza definitiva a la vida en la Tierra es el guerrerismo trumpiano. No le
interesa
convencer, él impone. Tiene control total sobre el código nuclear de
Estados Unidos y cuatro minutos después de que dé la orden estalla la
guerra.
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