Armando Hernández Cruz*
El derecho al
libre desarrollo de la personalidad es la facultad que cada individuo
tiene para elegir autónomamente su forma de vivir. Este derecho
garantiza a los sujetos plena independencia para escoger, por ejemplo,
su profesión, estado civil, pasatiempos, apariencia física, estudios o
actividad laboral y sólo está limitado por el respeto a los demás y el
interés general. Mediante esta prerrogativa el Estado reconoce la
facultad de toda persona de elegir
sery actuar de la manera que mejor le convenga para cumplir con sus preferencias, metas y expectativas particulares de vida.
Este derecho está consagrado en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos en sus artículos 1, 22 y 26, éstos abordan,
respectivamente, la igualdad y libertad humana; la satisfacción de los
derechos económicos, sociales y culturales; y la educación como vía para
el desarrollo de la personalidad humana. Sin embargo no aparece
regulado expresamente en la Constitución mexicana, lo cual no ha sido
obstáculo para su reconocimiento en diversas resoluciones emitidas por
la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El libre desarrollo de la personalidad involucra reconocer al mismo
tiempo la dignidad y la responsabilidad de los sujetos. La dignidad en
tanto que acepta el valor del individuo, las libertades y los derechos
que le corresponden; y, la responsabilidad porque enfatiza la
consideración de la vida y los derechos de los demás. Son por tanto, la
autodeterminación y el compromiso personal con las libertades ajenas los
únicos límites de este derecho.
El derecho al libre desarrollo de la personalidad protege la
libertad de elegir durante todas las etapas del desarrollo, pues nuestra
personalidad depende también de las experiencias e historia personal.
El desarrollo de la personalidad es un asunto integral relacionado
con aspectos biológicos, sicológicos y sociales de la vida humana. Por
esta razón su defensa como derecho humano debe partir de garantizar que
los individuos desenvuelvan sus capacidades en ambientes propicios y no
encuentren obstáculos para integrarse efectivamente a la sociedad. En
este sentido, es necesario que las políticas públicas tengan como
objetivo brindar oportunidades al desarrollo individual y fortalecer el
derecho a ser diferente.
Sobre esto último vale apuntar que combatir la discriminación es
parte sustancial de la protección del libre desarrollo de la
personalidad. Tomando en cuenta que la libertad en este caso es sinónimo
de diferencia, la discriminación es una amenaza latente en contra de la
dignidad y la calidad humana.
Flor de loto: La ley no limita la libertad. Por el contrario, sin ésta, la libertad simplemente no existiría.
* Magistrado presidente del Tribunal Electoral del Distrito Federal
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