Pese a capacidad profesional, son excluidas en ámbito académico
Capitolina
Díaz, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y
Tecnólogas (AMIT), vino a esta capital para participar en la asamblea de
su organización. También es profesora de Sociología en la Universitat
de València.
Rigurosa, comprometida y vital, sostiene que todavía las parejas
igualitarias son casi entes de ficción y que el mundo no podrá ser mejor
hasta que no cuente con las mujeres.
–Cimacnoticias/AmecoPress (CN/AP): ¿Cuáles son los objetivos de AMIT?
–Capitolina Díaz (CD): Unas cuantas colegas vieron que en países
europeos avanzados en igualdad había asociaciones de este tipo, que en
Estados Unidos también y, entonces, un grupo de colegas, buena parte de
ellas del CSIC, pensaron que había que construir una asociación de este
tipo, la constituyeron, y de una docena se convirtieron en varios
centenares y ahora somos más de 500.
“La razón principal por la que se creó es la comprobación cada día, la
experiencia de estar rodeada de científicas brillantes que encontraban
muchos obstáculos en sus caminos solamente por ser mujeres. Que hombres
tan o menos brillantes que ellas progresaban de manera muy fácil y
rápida mientras que ellas quedaban relegadas.
“¡Y esto te genera una sensación de injusticia tan grande que empiezas a
pensar en hacer algo! Por varias razones: porque es injusto para las
científicas que no sean reconocidos sus méritos y queden rezagadas con
respecto a sus compañeros varones; porque cuando te dedicas a la ciencia
y al conocimiento no lo haces por propio placer sino que lo haces
porque el avance en lo que estás haciendo es bueno para el mundo, para
toda la sociedad y entonces ves que relegando a mujeres de talento, se
están perdiendo posibilidades, se está retrasando el conocimiento.
“Y, en tercer lugar, porque no te fías nada de que un conocimiento en
manos de varones, dirigido y pensado por varones y con frecuencia para
varones, sea el pensamiento que mejor conviene a la sociedad su
conjunto.
“Estos son por tanto los objetivos de AMIT: que a las mujeres se les
reconozca por lo que valen, tratar de intervenir con las autoridades
responsables para pedir que eliminen en serio los obstáculos que hay,
investigar sobre nuestro propio asunto y poner en evidencia que las
desigualdades que nos afectan, intentar que cambie la normativa para que
al menos desde el punto de vista legal no se nos deje atrás, y vigilar
que se cumpla la normativa porque tenemos normativa en España y en
Europa que favorece la igualdad, pero no hay vigilancia para que se
cumpla y dar apoyo a la actividad de las científicas”.
–CN/AP: ¿Qué significa que haya o no perspectiva de género en el
desarrollo de la ciencia? Si puedes poner algún ejemplo que lo ilustre.
–CD: Como el modelo de ser humano es el varón, seguimos pensando en
varones a la hora de hacer ciencia y tecnología. Un buen ejemplo, aunque
conocido, es el de los infartos de miocardio.
“Si preguntamos a cualquier persona cuáles son los síntomas de infarto
nos hablará de los síntomas que tienen los hombres, porque las mujeres
tenemos síntomas diferentes: en lugar del dolor en el brazo izquierdo y
presión en el pecho, nuestros síntomas son más difusos, suele ser dolor
de espalda, mareos, vómitos, y un malestar difuso.
“Pero eso no lo estudia la gente que estudia medicina, no lo saben en
los hospitales y no nos lo han contado. Así que cuando las mujeres
tenemos esos síntomas no se nos ocurre pensar que se trata de un
infarto, solemos aguantar varias horas hasta que el malestar es muy
grande; cuando ya es muy grande vamos al hospital, llegamos a urgencias y
probablemente quien nos recibe tampoco sabe que esos son síntomas de
infarto; si tienen a bien hacerte un análisis de sangre, hay una
sustancia que indica de manera notable si tienes o no infarto, pero los
parámetros que se utilizan siguen siendo los de hombre, por tanto,
tampoco sirve.
“Total que cuando se quieran dar cuenta de que tienes un infarto es
porque estás fatal…. de tal manera que las mujeres sufrimos muchos menos
infartos que los varones, pero son más mortales en proporción porque en
ellos son muy conocidos sus síntomas y hace que se pueda intervenir en
las 24 primeras horas que al parecer son decisivas.
“En fin, hay muchos ejemplos de las repercusiones de que la ciencia y
las investigaciones se hagan siempre poniendo como referencia a los
hombres, porque son hombres los que normalmente investigan y se toman
muestras de hombres.
“En EU han elaborado una normativa que dice que cualquier investigación
que se haga con fondos públicos y que involucre a seres vivos, las
muestras han de ser equilibradas. En periodismo y sociología todavía los
estudios que se hacen, las interpretaciones que se realizan y que se
ofrecen a la sociedad, no suelen tener en cuenta a las mujeres. Si no
sucede una ‘catástrofe’ electoral (como por ejemplo, los resultados del
referéndum escocés), ni se investiga”.
OBSTÁCULOS
–(CN/AP): Ha habido un aumento de mujeres que estudian, que se gradúan
con mejores expedientes que los hombres incluso, pero eso no se
corresponde con el acceso sobre todo a puestos de responsabilidad y
decisión. ¿Cuáles son los obstáculos?
–CD: Hay unos obstáculos externos que coinciden con los que encontramos
en el resto de la sociedad. Aunque las mujeres efectivamente en el nivel
de rendimiento demostramos estar a la altura de los varones, seguimos
pensando que las imágenes de poder son masculinas.
“Llevamos siglos de imágenes de poder masculinas y nos cuesta, a los
hombres especialmente, pero también a las mujeres, reconocer a las
mujeres como valiosas para posiciones de poder, de tal manera que nos
cuesta vernos a nosotras mismas empoderadas y nos cuesta animar a las
mujeres y decirles ‘tú vales y puedes llegar a esas posiciones más
altas’.
“En algún momento yo he llamado a esto histéresis de género. La
histéresis es un concepto que usan en física para referirse a un
material sometido a presiones y fuerzas que se sigue comportando igual
sin ellas. Esto es la histéresis social: habiendo cambiado la realidad,
con tantas mujeres cualificadas, para el imaginario social los
profesionales siguen siendo los hombres. Y las mujeres no son
profesionales, son otra cosa. Y de serlo, son de bajo nivel.
“Esto explica que haya menos mujeres profesionales aun estando
cualificadas. Y luego hay muchas maneras de minusvalorar las
aportaciones de las mujeres.
“Es un fenómeno social que afecta al sistema académico. No hay mujeres
en los consejos de administración de las empresas y tampoco cargos de
responsabilidad de las universidades. En Europa sólo 10 por ciento de
las universidades tienen una rectora. Nada más 15 por ciento de mujeres
dirigen en ámbitos de investigación.
“Es especialmente grave en la ciencia porque presumimos de elegir a la
gente en función únicamente de su capacidad. ¿Cómo es posible entonces
que no se elija a mujeres? Hay factores internos también con cuestiones
de tipo social y antiguas. A nosotras nos pesa negativamente por ejemplo
la maternidad.
“En España me parece que 50 por ciento de los catedráticos varones tiene
hijos o hijas, pero sólo 31 por ciento de las catedráticas tienen hijos
o hijas. Es muy difícil para las mujeres tener parejas corresponsables y
asumir toda la responsabilidad doméstica y de cuidados limita tu
carrera.
“Además dentro de la academia es muy difícil hacerte un hueco si no
entras en el grupo adecuado, si no hay una persona que haga contigo una
labor de mentorazgo o mentoría. Y con frecuencia los hombres prefieren
hombres para apoyarles, apoyan más las carreras de los jóvenes. Por eso
es importante buscar mentoras y mentores para apoyar las carreras de las
jóvenes, desde las universidades.
“Es importante que tú investigues con alguien de valor y publiques con
alguien de valor. Respecto a las publicaciones hay estudios que muestran
cómo los proyectos de las mujeres necesitan más puntos que los de los
hombres para ser financiados. Hay un sexismo incorporado en los sistemas
de evaluación.
“Hay áreas que han estado muy masculinizadas, a nivel de estudios, a las
que las mujeres vamos llegando. ¿Qué áreas quedan pendientes y cómo se
puede trabajar para que la diferenciación no sea tan grande?
“Seguimos sin llegar a ingenierías. En Europa las mujeres estamos por
encima de 70 por ciento en ciencias de la salud y estamos por debajo de
30 por ciento en ingenierías. Para tener a más varones en las
disciplinas de cuidado (salud y educación) y más mujeres en las
ingenierías, habría que empezar desde la escuela infantil y primaria.
“En la calle y en la familia se ven los roles diferenciados. Las niñas y
los niños ven quién arregla los cables en casa, si no los arregla papá
es un electricista varón… Llegan a la escuela primaria y suelen ser
maestras, que no han recibido tampoco una educación específica en género
y que también, como hacemos el resto de la sociedad, reproducen los
roles sexistas.
“Es importante ir proponiendo roles y modelos donde las cosas puedan ser
de muchos modos, y que las personas podamos disponer de habilidades
para resolvernos las cosas autónomamente. También hay mucha tecnología
en casa que no se mira desde ese punto de vista tecnológico.
–CN/AP: En esos modelos educativos influiría que el trabajo de las científicas fuera más conocido.
–CD: Sí, sin duda. Incluso el trabajo de los científicos es poco
conocido. No podemos comparar el número de futbolistas que conocemos y
el número de científicos. Si son mujeres, mucho más.
“Se nos han escamoteado mucho a lo largo de la historia y hay casos en
los que incluso se han dado premios Nobel a científicos por el trabajo
desarrollado por mujeres. Tenemos el caso de Jocelyn Bell, que descubrió
la primera radioseñal de un púlsar cuando hacía su tesis doctoral y el
primer artículo sobre esto fue firmado por su tutor de tesis, Antony
Hewish, que recibió el Nobel.
“No presumen de mujeres científicas los países que las tienen. Aquí
tenemos a María Blasco, que dirige un centro puntero mundial de
investigación oncológica y que debería estar en todos los colegios, los
medios de comunicación y presumir de ella, y no lo hacemos. Hay una
resistencia a reconocer la valía de las mujeres.
RELACIONES DE PAREJA, LAS MÁS DESIGUALES
–CN/AP: Has estudiado a la pareja desde el punto de vista de la
redistribución económica, los roles. ¿Crees que esa “institución” es uno
de los pilares fundamentales del modelo desigual del que estamos
hablando?
–CD: Sí, las relaciones de pareja probablemente son las relaciones más
desiguales que existen. Las parejas igualitarias son casi entes de
ficción. Ayer en la entrega de premios de L’Oréal, las cinco científicas
premiadas, en sus discursos agradecieron a sus padres, madres, parejas,
hijos, por haberlas apoyado para llegar a donde están. No me imagino a
un científico haciendo lo mismo.
“Es una muestra de cómo estas mujeres encuentran tan excepcional el
apoyo que reciben de sus maridos. Las mujeres investigadoras necesitan
contar con alguien que le apoye y que esté orgulloso de ella”.
–CN/AP: Tú estás en contacto con gente joven cada día. ¿Qué percepción tienes respecto al avance de relaciones más igualitarias?
–CD: No tengo estudios precisos, pero la impresión que tengo en el aula
es que se dan a la vez dos cosas diferentes –y no puedo cuantificarlas–:
mujeres y hombres con un tipo de relaciones que llamaría anticuadas,
con un modelo de pareja cercano a la generación de mis padres, en las
que ellos controlan, ellas se dejan controlar, conductas inaceptables en
mi generación.
“Y por otra parte, parejas con una visión altamente igualitaria. Se dan
en el mismo espacio, a la vez, sin ocultación, aunque sin mucha relación
entre ellas”.
–CN/AP: AMIT da mucha importancia al trabajo conjunto. Choca con el individualismo del que venimos.
–CD: No es posible un trabajo individual en el campo de la ciencia.
Tienes que trabajar de manera colectiva, en red. Y eso favorece a las
mujeres, el trabajo colectivo y de apoyo mutuo es imprescindible para
que las mujeres y la ciencia avancen.
Por: Gloria López
Cimacnoticias/AmecoPress | Madrid, Esp.-
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