10/03/2015

Si relegan a las científicas, se retrasa el conocimiento: AMIT



   Pese a capacidad profesional, son excluidas en ámbito académico


Capitolina Díaz, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), vino a esta capital para participar en la asamblea de su organización. También es profesora de Sociología en la Universitat de València.

 
Rigurosa, comprometida y vital, sostiene que todavía las parejas igualitarias son casi entes de ficción y que el mundo no podrá ser mejor hasta que no cuente con las mujeres.
 
–Cimacnoticias/AmecoPress (CN/AP): ¿Cuáles son los objetivos de AMIT?
–Capitolina Díaz (CD): Unas cuantas colegas vieron que en países europeos avanzados en igualdad había asociaciones de este tipo, que en Estados Unidos también y, entonces, un grupo de colegas, buena parte de ellas del CSIC, pensaron que había que construir una asociación de este tipo, la constituyeron, y de una docena se convirtieron en varios centenares y ahora somos más de 500.
 
“La razón principal por la que se creó es la comprobación cada día, la experiencia de estar rodeada de científicas brillantes que encontraban muchos obstáculos en sus caminos solamente por ser mujeres. Que hombres tan o menos brillantes que ellas progresaban de manera muy fácil y rápida mientras que ellas quedaban relegadas.
 
“¡Y esto te genera una sensación de injusticia tan grande que empiezas a pensar en hacer algo! Por varias razones: porque es injusto para las científicas que no sean reconocidos sus méritos y queden rezagadas con respecto a sus compañeros varones; porque cuando te dedicas a la ciencia y al conocimiento no lo haces por propio placer sino que lo haces porque el avance en lo que estás haciendo es bueno para el mundo, para toda la sociedad y entonces ves que relegando a mujeres de talento, se están perdiendo posibilidades, se está retrasando el conocimiento.
 
“Y, en tercer lugar, porque no te fías nada de que un conocimiento en manos de varones, dirigido y pensado por varones y con frecuencia para varones, sea el pensamiento que mejor conviene a la sociedad su conjunto.
 
“Estos son por tanto los objetivos de AMIT: que a las mujeres se les reconozca por lo que valen, tratar de intervenir con las autoridades responsables para pedir que eliminen en serio los obstáculos que hay, investigar sobre nuestro propio asunto y poner en evidencia que las desigualdades que nos afectan, intentar que cambie la normativa para que al menos desde el punto de vista legal no se nos deje atrás, y vigilar que se cumpla la normativa porque tenemos normativa en España y en Europa que favorece la igualdad, pero no hay vigilancia para que se cumpla y dar apoyo a la actividad de las científicas”.
 
–CN/AP: ¿Qué significa que haya o no perspectiva de género en el desarrollo de la ciencia? Si puedes poner algún ejemplo que lo ilustre.
–CD: Como el modelo de ser humano es el varón, seguimos pensando en varones a la hora de hacer ciencia y tecnología. Un buen ejemplo, aunque conocido, es el de los infartos de miocardio.
 
“Si preguntamos a cualquier persona cuáles son los síntomas de infarto nos hablará de los síntomas que tienen los hombres, porque las mujeres tenemos síntomas diferentes: en lugar del dolor en el brazo izquierdo y presión en el pecho, nuestros síntomas son más difusos, suele ser dolor de espalda, mareos, vómitos, y un malestar difuso.
 
“Pero eso no lo estudia la gente que estudia medicina, no lo saben en los hospitales y no nos lo han contado. Así que cuando las mujeres tenemos esos síntomas no se nos ocurre pensar que se trata de un infarto, solemos aguantar varias horas hasta que el malestar es muy grande; cuando ya es muy grande vamos al hospital, llegamos a urgencias y probablemente quien nos recibe tampoco sabe que esos son síntomas de infarto; si tienen a bien hacerte un análisis de sangre, hay una sustancia que indica de manera notable si tienes o no infarto, pero los parámetros que se utilizan siguen siendo los de hombre, por tanto, tampoco sirve.
 
“Total que cuando se quieran dar cuenta de que tienes un infarto es porque estás fatal…. de tal manera que las mujeres sufrimos muchos menos infartos que los varones, pero son más mortales en proporción porque en ellos son muy conocidos sus síntomas y hace que se pueda intervenir en las 24 primeras horas que al parecer son decisivas.
 
“En fin, hay muchos ejemplos de las repercusiones de que la ciencia y las investigaciones se hagan siempre poniendo como referencia a los hombres, porque son hombres los que normalmente investigan y se toman muestras de hombres.
 
“En EU han elaborado una normativa que dice que cualquier investigación que se haga con fondos públicos y que involucre a seres vivos, las muestras han de ser equilibradas. En periodismo y sociología todavía los estudios que se hacen, las interpretaciones que se realizan y que se ofrecen a la sociedad, no suelen tener en cuenta a las mujeres. Si no sucede una ‘catástrofe’ electoral (como por ejemplo, los resultados del referéndum escocés), ni se investiga”.
 
OBSTÁCULOS
 
–(CN/AP): Ha habido un aumento de mujeres que estudian, que se gradúan con mejores expedientes que los hombres incluso, pero eso no se corresponde con el acceso sobre todo a puestos de responsabilidad y decisión. ¿Cuáles son los obstáculos?
–CD: Hay unos obstáculos externos que coinciden con los que encontramos en el resto de la sociedad. Aunque las mujeres efectivamente en el nivel de rendimiento demostramos estar a la altura de los varones, seguimos pensando que las imágenes de poder son masculinas.
 
“Llevamos siglos de imágenes de poder masculinas y nos cuesta, a los hombres especialmente, pero también a las mujeres, reconocer a las mujeres como valiosas para posiciones de poder, de tal manera que nos cuesta vernos a nosotras mismas empoderadas y nos cuesta animar a las mujeres y decirles ‘tú vales y puedes llegar a esas posiciones más altas’.
 
“En algún momento yo he llamado a esto histéresis de género. La histéresis es un concepto que usan en física para referirse a un material sometido a presiones y fuerzas que se sigue comportando igual sin ellas. Esto es la histéresis social: habiendo cambiado la realidad, con tantas mujeres cualificadas, para el imaginario social los profesionales siguen siendo los hombres. Y las mujeres no son profesionales, son otra cosa. Y de serlo, son de bajo nivel.
 
“Esto explica que haya menos mujeres profesionales aun estando cualificadas. Y luego hay muchas maneras de minusvalorar las aportaciones de las mujeres.
 
“Es un fenómeno social que afecta al sistema académico. No hay mujeres en los consejos de administración de las empresas y tampoco cargos de responsabilidad de las universidades. En Europa sólo 10 por ciento de las universidades tienen una rectora. Nada más 15 por ciento de mujeres dirigen en ámbitos de investigación.
 
“Es especialmente grave en la ciencia porque presumimos de elegir a la gente en función únicamente de su capacidad. ¿Cómo es posible entonces que no se elija a mujeres? Hay factores internos también con cuestiones de tipo social y antiguas. A nosotras nos pesa negativamente por ejemplo la maternidad.
 
“En España me parece que 50 por ciento de los catedráticos varones tiene hijos o hijas, pero sólo 31 por ciento de las catedráticas tienen hijos o hijas. Es muy difícil para las mujeres tener parejas corresponsables y asumir toda la responsabilidad doméstica y de cuidados limita tu carrera.
 
“Además dentro de la academia es muy difícil hacerte un hueco si no entras en el grupo adecuado, si no hay una persona que haga contigo una labor de mentorazgo o mentoría. Y con frecuencia los hombres prefieren hombres para apoyarles, apoyan más las carreras de los jóvenes. Por eso es importante buscar mentoras y mentores para apoyar las carreras de las jóvenes, desde las universidades.
 
“Es importante que tú investigues con alguien de valor y publiques con alguien de valor. Respecto a las publicaciones hay estudios que muestran cómo los proyectos de las mujeres necesitan más puntos que los de los hombres para ser financiados. Hay un sexismo incorporado en los sistemas de evaluación.
 
“Hay áreas que han estado muy masculinizadas, a nivel de estudios, a las que las mujeres vamos llegando. ¿Qué áreas quedan pendientes y cómo se puede trabajar para que la diferenciación no sea tan grande?
 
“Seguimos sin llegar a ingenierías. En Europa las mujeres estamos por encima de 70 por ciento en ciencias de la salud y estamos por debajo de 30 por ciento en ingenierías. Para tener a más varones en las disciplinas de cuidado (salud y educación) y más mujeres en las ingenierías, habría que empezar desde la escuela infantil y primaria.
 
“En la calle y en la familia se ven los roles diferenciados. Las niñas y los niños ven quién arregla los cables en casa, si no los arregla papá es un electricista varón… Llegan a la escuela primaria y suelen ser maestras, que no han recibido tampoco una educación específica en género y que también, como hacemos el resto de la sociedad, reproducen los roles sexistas.
 
“Es importante ir proponiendo roles y modelos donde las cosas puedan ser de muchos modos, y que las personas podamos disponer de habilidades para resolvernos las cosas autónomamente. También hay mucha tecnología en casa que no se mira desde ese punto de vista tecnológico.
 
–CN/AP: En esos modelos educativos influiría que el trabajo de las científicas fuera más conocido.
–CD: Sí, sin duda. Incluso el trabajo de los científicos es poco conocido. No podemos comparar el número de futbolistas que conocemos y el número de científicos. Si son mujeres, mucho más.
 
“Se nos han escamoteado mucho a lo largo de la historia y hay casos en los que incluso se han dado premios Nobel a científicos por el trabajo desarrollado por mujeres. Tenemos el caso de Jocelyn Bell, que descubrió la primera radioseñal de un púlsar cuando hacía su tesis doctoral y el primer artículo sobre esto fue firmado por su tutor de tesis, Antony Hewish, que recibió el Nobel.
 
“No presumen de mujeres científicas los países que las tienen. Aquí tenemos a María Blasco, que dirige un centro puntero mundial de investigación oncológica y que debería estar en todos los colegios, los medios de comunicación y presumir de ella, y no lo hacemos. Hay una resistencia a reconocer la valía de las mujeres.
 
RELACIONES DE PAREJA, LAS MÁS DESIGUALES
 
–CN/AP: Has estudiado a la pareja desde el punto de vista de la redistribución económica, los roles. ¿Crees que esa “institución” es uno de los pilares fundamentales del modelo desigual del que estamos hablando?
–CD: Sí, las relaciones de pareja probablemente son las relaciones más desiguales que existen. Las parejas igualitarias son casi entes de ficción. Ayer en la entrega de premios de L’Oréal, las cinco científicas premiadas, en sus discursos agradecieron a sus padres, madres, parejas, hijos, por haberlas apoyado para llegar a donde están. No me imagino a un científico haciendo lo mismo.
 
“Es una muestra de cómo estas mujeres encuentran tan excepcional el apoyo que reciben de sus maridos. Las mujeres investigadoras necesitan contar con alguien que le apoye y que esté orgulloso de ella”.
 
–CN/AP: Tú estás en contacto con gente joven cada día. ¿Qué percepción tienes respecto al avance de relaciones más igualitarias?
–CD: No tengo estudios precisos, pero la impresión que tengo en el aula es que se dan a la vez dos cosas diferentes –y no puedo cuantificarlas–: mujeres y hombres con un tipo de relaciones que llamaría anticuadas, con un modelo de pareja cercano a la generación de mis padres, en las que ellos controlan, ellas se dejan controlar, conductas inaceptables en mi generación.
 
“Y por otra parte, parejas con una visión altamente igualitaria. Se dan en el mismo espacio, a la vez, sin ocultación, aunque sin mucha relación entre ellas”.
 
–CN/AP: AMIT da mucha importancia al trabajo conjunto. Choca con el individualismo del que venimos.
–CD: No es posible un trabajo individual en el campo de la ciencia. Tienes que trabajar de manera colectiva, en red. Y eso favorece a las mujeres, el trabajo colectivo y de apoyo mutuo es imprescindible para que las mujeres y la ciencia avancen.



Por: Gloria López
Cimacnoticias/AmecoPress | Madrid, Esp.-
  

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