Adela Micha, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Paola Rojas, Eduardo Ruíz Healy, Ricardo Rocha y Ricardo Alemán. Foto: Procesofoto |
MÉXICO,
D.F. (apro).- Es bien sabido que en México la transición a la
democracia fracasó en el 2000 cuando por primera vez en su historia el
PRI perdió el poder presidencial a manos del empresario Vicente Fox
quien, en lugar de crear las condiciones para un ajuste de cuentas
políticas, sociales, judiciales y de derechos humanos, pactó con los
poderes fácticos, entre ellos las televisoras.
Este tema viene a
colación por el reciente caso del conductor estrella de Televisa,
Joaquín López-Dóriga, acusado de extorsión por la empresaria más rica de
México, María Asunción Aramburuzabala, y exhibido en su negocio de
venta de espacios en sus programas de radio y televisión a figuras
políticas y funcionarios, como lo reveló el excelente reportaje de
Jenaro Villamil en la revista Proceso de esta semana, titulado “Los negocios de López Dóriga. Cuando el micrófono tiene precio”.
López-Dóriga no es el único que ha hecho un gran negocio
personal con el uso del espacio noticioso en diversos medios. No hace
mucho en las redes sociales circularon copias escaneadas de contratos
a nombre de la empresa Comunícalo SA de CV, presuntamente de Ricardo
Alemán, por 2 millones 250 mil pesos y el gobierno del priista Eruviel
Ávila. El pago era para aparecer en el programa del periodista titulado
“La Báscula”, que se emitía en TV Mexiquense y que el columnista
conducía en ese entonces hasta que le dieron un espacio en Televisa.
Hubo otra información
parecida que causó polémica, se trataba de la lista de pago a varios
conductores de noticias en 2012 y 2013 por parte del gobierno mexiquense
para que hablaran bien de Enrique Peña Nieto. En dicha lista aparecía
Joaquín López-Dóriga, José Cárdenas, Óscar Mario Beteta, Ricardo Rocha,
Eduardo Ruiz Healy, Jorge Fernández, Denise Maerker, Ciro Gómez Leyva,
Adela Micha y Paola Rojas. Fue difundida en las redes con una riada de
críticas a la ética y moral de cada uno de estos personajes de los
medios de comunicación.
A pesar de que esta información fue
desmentida y desdeñada por cada uno de los aludidos, en las redes
sociales quedaron estigmatizados como parte de la prensa oficiosa que se
ha enriquecido usufructuando sus espacios noticiosos o de análisis en
diversas empresas privadas de comunicación que, a su vez, han sido
beneficiadas por el gobierno federal a través contratos de publicidad o
concesiones de espacios en el espectro público.
En el fondo de
esta práctica lo que encontramos es que la mayor parte de las empresas
de medios se han convertido en verdaderos poderes fácticos que actúan
con toda impunidad en el marco de un gobierno acostumbrado a los pactos y
alianzas con grupos de interés y de presión para mantener ciertos
privilegios y ganancias particulares.
Las grandes empresas de los
medios de comunicación nunca entraron en el proceso de transición a la
democracia sino al revés, impidieron y obstaculizaron la apertura social
y dejaron que algunos de sus “conductores estrella” hicieran sus
propios negocios con distintos personajes del poder político, dando paso
a una etapa negra del periodismo mexicano. Al final ambos se han
beneficiado del negocio político creado detrás de los micrófonos.
Twitter: @GilOlmos
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