Raúl Jiménez y Óscar Alzaga*
El muro de la frontera,
la deportación masiva de mexicanos y el orden económico mundial
arbitrario que busca imponer el nuevo presidente de Estados Unidos (EU)
representan una agresión a la humanidad, una amenaza a los derechos
humanos universales y al desarrollo de las naciones. Una amenaza que
viola el principio de no agresión de la Carta de San Francisco (ONU), el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Convención
Americana de Derechos Humanos (OEA), la Convención Internacional sobre
la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial y los
principios rectores de la política exterior de la Carta Magna de México.
Trump ha dado sobradas muestras de un racismo extremo y enfermo,
amenaza a México con el muro y su cobro, con reducir la economía
nacional a su arbitraria decisión. Pero el muro de la frontera no sólo
agrede a México, porque es regresivo para el desarrollo mundial: será un
muro entre el primer mundo y el tercer mundo, de inmediato entre EU y
América Latina. Divide al mundo entre ricos y pobres.
A México le impide su derecho de autodeterminación y no intervención
extranjera en asuntos internos, amenaza con imponer el pago del muro,
violenta la soberanía nacional y popular, rompe la igualdad jurídica y
la cooperación internacional entre las naciones, pone en riesgo el
diálogo pacífico entre ambos países.
Además impone a la economía internacional los privilegios para EU, a
costa del mundo. No se trata de un país árabe u oriental, sino del más
poderoso económica y militarmente del mundo, con predominio en la ONU,
OTAN, FMI, BM, etcétera. A la vista de todos resurge el imperialismo más
rapaz y agresivo de la era global, abusivo, racista, y amenaza la paz y
la seguridad mundiales.
No es sólo un problema de los mexicanos y centroamericanos. Ya
Alemania, Francia y China protestaron por las descabelladas pretensiones
de Trump de imponer su jefatura al mundo: ordenó a las empresas
europeas que salgan de México. Impone la irracional fuerza por encima de
los tratados internacionales y las leyes universales.
La política de Trump viola los derechos humanos de la ONU y OEA, lo
mismo que los derechos internacionales del desarrollo y del derecho
público, ya que agrede el libre comercio internacional y más contra las
naciones en desarrollo. Consecuentemente, debemos acudir a los
organismos internacionales y llamar a todas las naciones a frenar las
agresiones, antes de que la amenaza se vuelva incontrolable.
Las agresiones y los conflictos ya se iniciaron antes de tomar el
cargo Trump. ¿Debemos esperar para actuar? México debe convocar a las
naciones latinoamericanas a defender los derechos humanos y el derecho
del desarrollo sin trabas ni amenazas de nadie. Con el apoyo
latinoamericano, luego convocar a un foro mundial con ese propósito. A
la vez, llamar al pueblo de EU a frenar al irracional Trump. Todo en el
marco del derecho.
El muro es para seres humanos, no para las drogas, armas y narcos.
El muro es exclusivo para indocumentados, trata a los migrantes como
delincuentes, cuando no lo son, ni ilegales; así lo señalan la ONU y los
organismos de derechos humanos, ya que por razones económicas emigran.
Antes fueron expulsados de su país de origen, por la falta de empleo y
por los bajos salarios: son víctimas de aquí y de allá.
Pero EU demanda esa mano de obra para su economía en tres
áreas al menos: en el campo, la construcción y la limpieza de edificios,
industrias y calles. EU no hace ningún favor a los migrantes; ellos van
a desquitar su salario y sus derechos con trabajo honesto.
En cambio, el narcotráfico pasa de ida y vuelta con tolerancia
oficial. Porque EU es el mayor consumidor de droga del mundo: ¿qué país
produce y vende las armas a los narcos? ¿Quién financia la
droga y el consumo en EU? Para eso no hay muro ni es ilegal el tráfico.
En México la droga sólo ha dejado muertos, desaparecidos, inseguridad y
violencia creciente. Para la droga no hay muros ni opinión de Trump.
El TLC de 1994 abrió las fronteras para el capital y las mercancías,
no para los ciudadanos; igual ocurre con el Acuerdo Transpacífico. En el
marco del derecho internacional del desarrollo y del público se deben
denunciar las violaciones de Trump en la ONU y OEA, y en el marco de los
derechos humanos denunciar las violaciones en los tribunales
respectivos. Es evidente que Trump abusa del poder económico y militar
de EU para imponerse al mundo, sobre todo a países de economías
dependientes y débiles, como la de México.
¿El gobierno tiene el apoyo ciudadano para defender al país ante el poder de Trump? ¿Cuenta con el apoyo internacional?
Sabemos que no existe la unidad nacional, cuando la ciudadanía está inconforme con la política económica y social oficial. El gasolinazo es
sólo la última expresión de una política injusta que lleva cuatro años y
30 más de gobiernos neoliberales. ¿Qué beneficios han traído al pueblo
las reformas del gobierno actual? Ninguno, al contrario: sólo han
enriquecido más a la oligarquía y al capital extranjero y reducido los
salarios, los contratos colectivos, el empleo y crece la emigración.
Ante la creciente inconformidad popular, el gobierno no cambia su
política económica, sólo hace promesas. No asume una política de
austeridad y racionalidad que beneficie a las mayorías y al desarrollo
del país. No frena los excesos de la oligarquía, gobernantes, tres
poderes y partidos. Y de todos ellos no erradica la corrupción.
El gobierno no debe acudir a leyes que militaricen a la nación, sacar
a los militares a las calles, lo que una y otra vez fracasó. Legalizar
lo ilegal. Militarizar el país es reconocer el fracaso de la democracia y
la convivencia pacífica: amenaza las elecciones. Cuando lo que requiere
el país es confianza, paz y cambios para una economía social. México
tiene alternativas nacionales e internacionales que impulsar, tiene
historia de grandes enseñanzas y patria con dignidad.
*Presidente y coordinador de la ANAD
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