2/02/2017

Los periodistas pal café. . . . .



Un par de filtraciones periodísticas colocaron ayer en delicada situación a la Presidencia de la República, a las fuerzas armadas mexicanas y a México como nación. A reserva de que los detalles sean precisados, la periodista Dolia Estévez, de credibilidad y larga experiencia como corresponsal de medios mexicanos en Washington, y Vivian Salama, reportera de la agencia The Associated Press, quien cubre la Casa Blanca, dieron a conocer que en la llamada telefónica del pasado viernes (la que Peña Nieto quiso presumir como muestra de una suerte de reconciliación o cuando menos recuperación de relaciones con el vecino) hubo un severo maltrato al mexicano y una denigrante postura hacia el Ejército de nuestro país, con la advertencia de que la potencia podría enviar a sus tropas para tomar control, dado que las fuerzas nativas no lo pueden hacer.
La primera versión de los términos de ese telefonema fue dada a conocer por Dolia Estévez en el espacio noticioso denominado Proyecto Puente (@proyectopuente), que se transmite por radio en Hermosillo, Sonora, y dirige Luis Alberto Medina (@elalbertomedina). Luego fue retomado por Carmen Aristegui en su noticiero diario por Internet, con tal amplitud y fuerza que el tema se colocó de inmediato en el aparador de las redes sociales. Estévez dijo a Aristegui que su información provenía de fuentes de alto nivel y había sido confirmada tanto en Estados Unidos como en México, aunque no había constancia escrita o grabada de esas presuntas palabras de Trump y de la respuesta balbuceante de un sorprendido Peña.
Estévez sostuvo que Trump había dicho: No necesito a los mexicanos, no necesito a México, vamos a construir el muro y ustedes van a pagar les guste o no; que los militares mexicanos no servían para su tarea de combatir el narcotráfico (...) y amenazó con usar la fuerza militar (...) si las fuerzas armadas mexicanas no pueden con el narcotráfico, él va a enviar sus tropas y no permitiría que las drogas procedentes de México sigan masacrando a nuestras ciudades. Por si fuera poco, el presidente estadunidense dijo, según la versión de Dolia, que no quería ir a México en agosto pasado, cuando estuvo en Los Pinos, pero que lo convenció uno de sus asesores más influyentes (se supone que su yerno, que es el contacto directo con Luis Videgaray Caso).
Estévez puso en juego su propia reputación y aseguró estar absolutamente convencida de que esa versión era cierta. Por la tarde, la Secretaría de Relaciones Exteriores, en un comunicado que hubo de retirar y reponer, pues llevaba fecha de 2016, aseguró que esa publicación está basada en absolutas falsedades y con evidente mala intención. Una línea del documento parecía abrir cierto resquicio: Quien haya sido su fuente confidencial de este lado de la frontera, le mintió.
Del lado estadunidense de la frontera, de donde muy probablemente provenía la misma filtración dada a conocer temprano por Estévez, llegó de inmediato la respuesta: Ap decía haber obtenido un extracto de una transcripción de la famosa llamada telefónica. En este reporte, las palabras eran citadas con precisión, entre comillas: “Usted tiene un montón de malos hombres (‘bad hombres’ habría sido la expresión utilizada por Trump) allá abajo. Usted no está haciendo lo suficiente para frenarlos. Yo pienso que sus militares están atemorizados. Nuestros militares no lo están, así que podría enviarlos abajo para que tomen el control”. Ap dijo tener solamente la parte telefónica correspondiente a Trump, no así las respuestas de Peña.
Todo apunta, pues, a que desde Washington se dieron a conocer las partes de esa conversación que un presidente con salud política debería tener bajo resguardo absoluto, como una práctica natural e histórica de confidencialidad respecto a ese tipo de pláticas. Las palabras adjudicadas a Trump corresponden, sin duda alguna, al espíritu grosero y belicoso que ha mostrado no solamente contra México.
Las revelaciones periodísticas fracturan la poca confiabilidad que debería tener la administración peñista respecto a Trump y deberían llevar a una remoción más de Videgaray, el canciller de Troya cuyo único capital político ha sido la relación especial con el yerno de Donald. Los golpes telefónicos de Trump, en caso de confirmarse la veracidad de lo hasta ahora difundido, afectan también a la institución castrense, único sostén real de quien actualmente ocupa Los Pinos, y muestra al país entero la colocación, al asomo del abismo, a que se ha llegado.
La casa presidencial mexicana está políticamente obligada hoy a demostrar que mantuvo una conducta digna y decorosa ante las infamias de Trump y que no se está en un proceso de mayor sometimiento, con un ocupante de Los Pinos maltratado, amenazado y tal vez advertido de escándalos y ataques venideros si él y su equipo no continúan plegándose al descarado ataque proveniente de la Casa Blanca.
Un gobierno con tan bajos niveles de popularidad y credibilidad debe hacer un esfuerzo extraordinario, magno, de transparencia informativa para hacer sentir a los mexicanos algo de confianza. No se logra ello negando, por ejemplo, la reunión de Videgaray con altos funcionarios gringos el pasado 31, como lo hizo ayer la SRE. La propia Estévez, quien había dado el dato de esa reunión, escribió ayer: El Pentágono y el Comando Norte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos corroboraron mediante una declaración escrita la celebración de la reunión en
Tapachula el 31 de enero en la que estuvo presente Videgaray, entre otros. Dicha reunión contó con la participación del almirante Kurt Tidd, jefe del Comando Sur, y de la general Lori Robinson, comandante del Comando Norte. ¿Qué andan haciendo Peña y Videgaray no sólo en el norte nuestro y el transfronterizo, sino también en el sur de México?
Y, mientras en la franja fronteriza tamaulipeca cierran las gasolineras y continúan las protestas contra el gasolinazo, ¡hasta mañana, con Peña Nieto y su campaña de promoción a lo Hecho en México!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero,Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx



Imagine a la UNAM con el triple del presupuesto que tiene hoy, con profesores e investigadores de primer mundo y con un número de estudiantes rechazados sustancialmente menor al actual. Y al Poli con aulas digitales y equipo de investigación de lo más moderno, y una réplica en Monterrey o Tijuana, la Ciudad Politécnica del Norte. Y becas de Conacyt generosas para que nuestros jóvenes que estudian en el extranjero no pasen hambres. (Los recursos manejados con absoluta corrección.) A pesar de que nos están despojando del petróleo, la luz y el gas, México tiene dinero suficiente para realizar ese sueño, pero quedará en eso, en sueño, porque debe pagar más de medio billón de pesos de intereses a los prestamistas anualmente. Es el costo financiero de una deuda cercana a 10 billones de pesos. Ese debería ser el tope, no endeudar más al país. Urge una reforma constitucional que imponga un límite al gobierno federal. E imponer límites también a los estados de la República.
La amenaza
La agencia Associated Press (Ap) confirmó la noticia que temprano dio ayer Aristegui Noticias, en voz de la reportera Dolia Estevez, sobre una supuesta amenaza que Trump habría hecho a Peña Nieto, en el sentido de enviar tropas a territorio mexicano, durante la conversación telefónica que tuvieron el viernes 27 de enero, la cual sucedió después de la cancelación de la reunión en Washington, programada para el día 31 del mismo mes. El diálogo, a través de intérpretes, habría sido hostil. De entrada, Trump habría dicho que no quería hacer la visita a México cuando andaba en campaña, pero su yerno y asesor, Jared Kushner, el esposo de Ivanka Trump, le insistió. La versión de Associated Press dice lo siguiente:
Foto‘‘El presidente Donald Trump amenazó a su homólogo mexicano –en una llamada telefónica– con enviar tropas estadunidenses para detener a ‘malos hombres allá abajo’, a menos que el Ejército Mexicano haga más para controlarlos por sí mismo, según el extracto de una transcripción de la conversación obtenida por The Associated Press (Ap). El fragmento de la conversación no dejó en claro a quién exactamente se refería Trump con ‘malos hombres’ –si a los cárteles de la droga, a los inmigrantes o a ambos–, ni al tono o el contexto de la observación, que se dio a través de una llamada telefónica del viernes por la mañana entre los líderes. Tampoco contenía la respuesta del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. Sin embargo, el extracto ofrece una mirada singular y provocadora con la que el nuevo presidente está conduciendo la diplomacia a puertas cerradas. El comentario de Trump sugiere que está usando con los líderes mundiales el mismo discurso duro y contundente que solía emplear en campaña electoral con las masas. Un portavoz de la Casa Blanca no respondió a las solicitudes de comentarios’’.
Hasta ahí la versión de Ap. En México, la Secretaría de Relaciones Exteriores distribuyó ayer mismo, vía Twitter, una aclaración dirigida a Dolia Estevez, expresándole que ‘‘en relación al texto que hoy escribe respecto a la conversación telefónica que sostuvieron los presidentes de México y Estados Unidos, es necesario aclarar que la publicación está basada en absolutas falsedades y con evidente mala intención’’. Finaliza así: ‘‘Estos son momentos en que el país necesita información veraz y, sobre todo, fundamentada’’.
El otro efecto Trump
Durante 2016 los paisanos que radican en Estados Unidos mandaron a familiares en México 26 mil 970 millones de dólares, de acuerdo con un informe del Banco de México. Es la cifra más alta desde 2007, cuando enviaron 26 mil 59 millones. Vale destacar que la cifra es superior a las exportaciones de petróleo de 2015; éstas sumaron 23 mil 200 millones. La remesa promedio es de 300 dólares. Durante su campaña, Trump dijo en múltiples ocasiones que México pagaría el muro. Incluso amenazó gravar con impuestos a las transferencias. La incertidumbre influyó en que los paisanos adelantaran sus envíos.



Con la originalidad que lo caracteriza, el gobierno peñanietista decidió lanzar una creativa campaña propagandística, ideada y puesta en marcha… casi medio siglo atrás. Es el echeverriato redivivo: lo hecho en México (está bien hecho), salvo que en el sexenio de arriba y adelante México defendía la tesis de que la sustitución de importaciones era la vía idónea para el desarrollo industrial de la nación, mientras ahora fanáticamente se promueve el sistema de libre comercio y fronteras abiertas, por mucho que el país dependa en grado sumo (85 por ciento) del vecino del norte.
El energúmeno Trump no sólo humilla al inquilino de Los Pinos (en público y en privado), ofende a los mexicanos y sacude a la de por sí endeble economía nacional, sino que el terremoto por él provocado de golpe rompió la burbuja de confort del gobierno mexicano y lo agarró con los dedos en la puerta: no sabe qué hacer ni por dónde empezar.
Y el problema se acrecienta porque de plano la creatividad no es el fuerte de la actual administración, la de mover a México, pues no sólo ha retomado la práctica de los viejos pactos (el primero de ellos en el arranque mismo del sexenio, que no sirvió más que para hacer negocios privados y apuntalar la corrupción) y repetido hasta el cansancio la frase célebre de las medidas dolorosas, pero necesarias acuñada por Miguel de la Madrid más de tres décadas atrás, sino que, al igual que en aquellos tiempos, Peña Nieto y sus genios han pasado a cuchillo a los mexicanos.
Con todos sus defectos, errores y excesos, aquel modelo de sustitución de importaciones hincó los pilotes para que en un futuro no lejano nuestro país pudiera convertirse en una potencia industrial, proceso que se truncó con la llegada de los neoliberales. Por aquellos ayeres (que se crecía a una tasa anual de 6 por ciento) se puso en marcha la campaña propagandística de lo hecho en México está bien hecho, siempre con el objetivo de consumir productos nacionales y mejorar su calidad con vistas a la exportación.
A partir de 1982, Miguel de la Madrid y sus tecnócratas dieron un giro de 180 grados al modelo económico y arrasaron con el sector industrial nacional (reconvertido a mero importador), dando cuerpo y perspectiva a la República maquiladora que hoy es México, en la que cada día se importa más (comenzando con lo básico: alimentos) y se produce menos.
A lo largo de seis sexenios el gobierno se aferró a la fórmula exportadora (maquiladora, en realidad) y a la tesis de que era necesario ver hacia afuera (léase hacia Estados Unidos) para estructurar el futuro nacional. A partir de entonces, la economía nacional crece a una tasa anual promedio de 2 por ciento, tres veces menos que en el sueño industrializador, pero con la corrupción a todo galope.
Pero bueno, casi medio siglo después de la campaña original, Enrique Peña Nieto y sus socios de la iniciativa privada piden a los mexicanos que se pongan la camiseta y que consuman lo hecho en México… sin importar el origen del capital (qué más da si la ganancia se va para afuera). Todo ello, desde luego, aderezado con un discurso patriotero de ocasión: nuestro país vive un momento histórico donde la unidad florece como la gran fuerza nacional y se muestra generosa y solidaria (EPN dixit). ¡Ole!
Pero bueno, como el país florece, los recortes al pronóstico de crecimiento económico están en el orden del día. El Banco de México dio a conocer los resultados de la más reciente encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, correspondiente al cierre de enero de 2017, y de nueva cuenta las tijeras salen a relucir, para dejar en claro –por si existiera duda– de que crecer, lo que se llama crecer, no es el fuerte de la floreciente economía mexicana.
Como lo hace mes tras mes, el Banco de México consultó a 34 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero, y el consenso fue reducir, una vez más, el potencial de crecimiento del país e incrementar la expectativa inflacionaria, para 2017 en ambos casos.



Más de un siglo antes de que se echara a andar la globalización neoliberal los autores socialistas y anarquistas clásicos ya tenían claro que el capital no tiene patria y que para hacer frente a su internacionalización era necesario que la organización de la clase obrera brincara las fronteras nacionales. Con esa convicción se fundaron las primeras tres Internacionales. El internacionalismo proletario era praxis derivada de esa noción y hasta principios del siglo pasado era de obvio consenso que el remplazo del capitalismo por el socialismo tenía que ser una tarea mundial. Al fin de la Gran Guerra el recién nacido poder soviético esperaba ser rescatado por el ciclo revolucionario que tuvo lugar en Europa –especialmente en Alemania–, pero las revueltas obreras fueron aplastadas en todas partes y los bolcheviques se encontraron solos y rodeados de regímenes hostiles.
En esas circunstancias, en el otoño de 1924, Stalin presentó una idea que, si bien encontraba sustento en las condiciones de la Rusia soviética cercada, resultaba disparatada e incoherente para la lógica marxista y contradecía hasta los discursos del propio Stalin de unos meses antes: construir el socialismo en un solo país. Las posteriores derrotas de varias revoluciones (Bulgaria, Alemania, China) se debieron, en buena medida, al aislacionismo estalinista y a su empeño en congraciarse con los gobiernos capitalistas, y tal vez esa incongruencia casi fundacional haya resultado determinante en el derrumbe final de la Unión Soviética, seis décadas más tarde.
Valga el breve recuento como un punto de referencia para comprender lo que Donald Trump pretende hacer, 90 años después, desde la presidencia de Estados Unidos: el neoliberalismo en un solo país, un oxímoron aún más grotesco, si cabe, que el del astuto y sanguinario dictador soviético. La doctrina neoliberal surgió en la posguerra, el siglo pasado, como un programa para llevar a sus últimas consecuencias la internacionalización de los capitales, lo que implicaba, entre otras cosas, la transferencia paulatina de potestades y funciones de los estados a los consejos de administración de los consorcios internacionales y la demolición de las fronteras nacionales para el paso libérrimo de las mercancías y los servicios.
El Estado nación ya era un franco estorbo para la obtención de tasas máximas de utilidad y era preciso, si no suprimirlo, al menos reducirlo al mínimo y estricto aparato de control gubernamental, eliminando todo factor de socialización económica, redistribución de la riqueza y movilidad social. El proteccionismo, que buscaba asegurar mercados nacionales a las empresas, y de paso empleos, fue visto como la bestia negra del pensamiento económico y la embestida en su contra formó parte esencial del llamado Consenso de Washington, un recetario acuñado en 1989 por el ideólogo John Williamson, cuando ya el modelo neoliberal había sido implantado en el Chile de Pinochet, la Inglaterra de Thatcher y el Estados Unidos de Reagan-Bush.






A yer, pocas horas después de que el líder de la Confederación de Cámaras Industriales, Manuel Herrera Vega, pidió ante el presidente Enrique Peña Nieto detener los incrementos de los energéticos, la Comisión Federal de Electricidad informó de un nuevo tarifazo de entre 6.4 y 8.4 por ciento para el sector industrial, de entre 3.8 y 5.8 por ciento para el comercial y de 3.8 por ciento para el uso doméstico de alto consumo. Todo ello, con el telón de fondo de las continuadas protestas sociales por el gasolinazo del primer día de este año y del que está previsto para el sábado próximo.

Piden a gobierno michoacano liberar a profesores
A yer, el gobierno de Michoacán, por conducto de la policía estatal, desató una brutal represión contra cientos de maestros que se manifestaban pacíficamente en la ciudad Lázaro Cárdenas para pedir la liberación del profesor Miguel Benítez Elías.

Hace medio siglo se produjo un milagro en México. El 14 de febrero de 1967 se concluyó en nuestra ciudad capital la redacción del Tratado para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina y el Caribe, mejor conocido como el Tratado de Tlatelolco. Alfonso García Robles, a la sazón subsecretario de Relaciones Exteriores, fue su principal arquitecto, un esfuerzo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1982, mismo que compartió con Alva Myrdal, de Suecia.

Por increíble que parezca, hay un gobierno de izquierda en Europa, antineoliberal, que marcha bien. Por increíble que parezca, porque parece que el clima no daría para eso. Syriza no ha logrado enfrentar la austeridad de la Unión Europea. El PSOE se ha negado a una alianza con Podemos, que habría llevado a un gobierno como el de Portugal. Y los portugueses, que escriben artículos sobre tantos temas, no ayudan para nada a difundir al gobierno de su país, un gobierno de izquierda que resulta. Una actitud cobarde se sumarse al silencio de los grandes medios internacionales contra el gobierno portugués, que une a toda la izquierda del país.

Si no todo, casi todo se ha dicho sobre el significado de Donald Trump para México y el mundo, especialmente para el mundo subdesarrollado. Ni siquiera George W. Bush o Ronald Reagan habían provocado tanto rechazo en su país y en otras muchas naciones. Su manera de hacer política (¿política?) ha despertado oposición incluso en su propio partido, y no pocos de los que votaron por él están ahora arrepentidos: ha bajado su popularidad en menos de 15 días de gobierno. Su voluntad, digna de análisis siquiátrico, parece ser la guía del gobierno que encabeza, y lo grave es que se trata de imponer no sólo en su país, sino en el resto del planeta. En resumen, casi nadie lo quiere, es un sociópata.

A cien años de distancia, se celebra en grande y se hace recuento de las amplias aportaciones de los congresistas que redactaron la Constitución de 1917, exaltándose la figura de Carranza como el gran visionario que construyó las bases de la organización jurídica de México. En este contexto de unanimidad celebrativa, no encuentro observaciones críticas y eso me impulsa a expresar algunas propias, que voy a hacer mediante tres preguntas y sus respuestas:

Con una estela mórbida de decisiones en la crucial relación con México y en materia ambiental, inició Donald Trump la primera semana como presidente de Estados Unidos. Dejó un rastro de imágenes de prepotencia, improvisación, autoritarismo, regresión científica, desmesura tuitera y despropósitos migratorios que se extienden desde el muro con México, América Latina y el Caribe, al mundo. Trump conduce a una potencia en intensa militarización, financiarización y bajo el estancamiento secular del capitalismo monopólico, añadiéndole riesgosa fosilización, en un gabinete integrado con alta presencia de Wall Street, el Pentágono y del cabildo de la industria del carbón, gas y del petróleo, con el Departamento de Estado bajo la batuta de ExxonMobil, primera petrolera privada mundial con la mira en yacimientos de Venezuela, aguas profundas de México y el Ártico.

En las elecciones presidenciales ecuatorianas del 16 de febrero se decide si el proyecto antineoliberal, popular y latinoamericanista de Alianza País retiene el Ejecutivo y el Legislativo, como ha sucedido en los últimos diez años, o si una de estas ramas, o las dos, pasan a manos de la oposición neoliberal. Todo un desafío, al no candidatearse el presidente Rafael Correa –el político más popular del país– en medio de la feroz ofensiva regional de las fuerzas imperialistas y las derechas locales contra los gobiernos antineoliberales que, además de soportar una catarata de mentiras de los medios de difusión hegemónicos, enfrentan constantes intentos destabilizadores. En varios casos derrotados pero que ya se han tenido éxito con los golpes de Estado parlamentarios en Honduras, Paraguay y Brasil, más la inaudita campaña de mentiras contra el Frente para la Victoria en Argentina.
Foto
Emmanuelle Riva con Jean Louis Trintignant en una escena de Amor, 2012, filme de Michael Haneke Foto tomada de Internet

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