Alicia Bárcena*
▲ Los más pobres son los más vulnerables a los efectos de los gases de efecto invernadero. La imagen, a la entrada del templo de San Juan Bautista en Coyoacán, Ciudad de México.Foto Alfredo Domínguez
El Foro Político de Alto Nivel que se desarrolla en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, entre el 9 y el 18 de julio, invita a los países miembros a presentar sus avances en la puesta en marcha de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada en 2015, e intercambiar experiencias en la construcción de sociedades más resilientes. Con este objetivo, el foro este año se enfoca principalmente en cinco de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuya aplicación contribuye a fortalecer la resiliencia económica, social y ambiental.
Avanzar hacia sociedades más resilientes es un reto aún mayor para nuestra región debido a su alto grado de vulnerabilidad ante los desastres naturales, particularmente en América Central y el Caribe, cuya fragilidad ante estos eventos aumenta como consecuencia del cambio climático. Entre 1990 y 2017 se registraron 345 desastres vinculados al clima en los pequeños estados insulares del Caribe y su impacto representa una carga adicional para estos países que, por su tamaño, no pueden aprovechar economías de escala.
Asimismo, se han visto caracterizados por altos niveles de endeudamiento que han limitado la asignación presupuestaria hacia la prevención, mitigación y reconstrucción posdesastre, en detrimento de inversiones en otros sectores claves para el desarrollo sostenible. Por ello, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el contexto de su estrategia Caribe Primero, ha destacado el actual contexto de crisis ambiental y vulnerabilidad financiera como oportunidad para crear un mecanismo de alivio de la deuda multilateral de países del Caribe, con el fin de liberar recursos destinados a la creación de un fondo para inversiones de adaptación y mitigación climáticas bajas en carbono.
En toda la región, la capacidad de dar respuesta a los desafíos climáticos y ambientales se ve debilitada por la persistencia de la desigualdad en sus diferentes dimensiones, cuyos efectos empeoran debido al cambio climático. Este fenómeno conlleva una doble inequidad: los grupos de mayores ingresos son los principales emisores de gases de efecto invernadero –al ser los mayores consumidores de combustibles fósiles–, mientras los más pobres son los más vulnerables a sus efectos, dada su menor capacidad de mitigación y adaptación.
La reducción de la desigualdad en términos de ingresos observada en la primera década de este siglo se ha frenado en los años recientes y la brecha sigue siendo una de las más elevadas: a escala regional el ingreso del quintil más rico representa alrededor de 45 por ciento del ingreso de los hogares, mientras el salario promedio del quintil más pobre alcanza apenas 6 por ciento del ingreso total.
En América Latina y el Caribe, dado el alto nivel de urbanización que según la ONU alcanzará 83.6 por ciento en 2030, las ciudades emergen como uno de los espacios estratégicos y prioritarios en los esfuerzos para fomentar el desarrollo sostenible y resiliente con la contribución de múltiples actores. A escala mundial, las ciudades concentran un porcentaje cada vez más grande de la población y son responsables de la mayor parte del consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero.
La transición energética hacia mayor participación de fuentes renovables y limpias representa una oportunidad prioritaria, no solamente para la sostenibilidad urbana, sino para impulsar el crecimiento de sectores productivos con la incorporación de progreso tecnológico. Cambiar la matriz energética de la movilidad en la estrategia de las ciudades y asegurar su accesibilidad es clave para las inversiones sostenibles y puede ser una importante contribución para el cumplimiento del Acuerdo de París y de la Agenda 2030.
La segunda reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, que se celebró en abril de 2018 en la sede de la Cepal en Santiago de Chile, fue una oportunidad de debatir e intercambiar experiencias sobre los temas prioritarios para la cooperación e inversiones sostenibles e involucrar a múltiples actores en la puesta en operación de las agendas globales de sostenibilidad.
Cerrar las múltiples brechas de desigualdad en las ciudades y territorios es una condición fundamental para lograr un desarrollo sostenible y resiliente en la región. La estrategia debe sustentarse con mecanismos de gobernanza más armónicos entre diferentes niveles de gobierno y el fortalecimiento de su financiamiento. Estos retos llaman a una renovada conversación entre el Estado, el mercado y la sociedad y a un aumento en la capacidad de formar coaliciones y fortalecer instituciones para el fomento de políticas sostenibles y promotoras de resiliencia a escalas mundial, regional, nacional y local.
*Secretaria Ejecutiva de la Cepal
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