7/14/2018

El ciclo de la información



Alexander Naime Sánchez-Henkel*


La prensa, la industria de la información, gira en torno a la voluntad del individuo de buscar y creer en la información que consume. Hoy esta voluntad está más fresca que nunca. Queremos saber y compartir información, pero la ecuación del momento (redes sociales por fake news dividida entre la automatización de noticias es igual a la posverdad), minimiza la importancia de la prensa.


El fake news, multiplicado principalmente en redes sociales (donde muchos adquieren su información), ya es una especie de código para descalificar un reportaje profesional que no compartes o, en algunos casos, contradice tus creencias. Este fenómeno social, aunado a la reciente integración a la prensa de contenido automatizado –intencionalmente engañoso, polarizante y provocativo– contribuye a la percepción de que la industria de la comunicación está en crisis.

En poco tiempo, y en un mundo donde ya todos somos capaces de publicar, el reto de la prensa cambió: de intentar sobrevivir como distribuidor y generador de contenidos e información por medio de nuevos canales y herramientas, a la posibilidad de alentar un periodismo más independiente y de interés público usando las mismas herramientas que tiempo atrás amenazaban su existencia.

Pero la esencia permanece. Aunque disfrutemos de nuevas plataformas y novedosas herramientas para contar historias, la excelencia periodística está definida por el reportaje auténtico, con integridad, basado en entrevistas, investigaciones y sensibilidad humana.

Esto es la constante de la prensa: responsabilizarse por la sociedad que la rodea –desde su pasión, atrevimiento y disciplina por la letra, la historia y la investigación– al ofrecer nuevos pensamientos y descubrimientos al individuo mediante noticias que afectan su vida o le muestran otro ángulo de su cotidianidad.

Hoy, toda información consumida pasa por un filtro de escepticismo en la mente del lector. Fenómeno para celebrar y defender: los jóvenes son más críticos, más inteligentes y buscan contrastar ideas.

Para satisfacer esa demanda, la prensa debe ser una red de distribución que genera contenidos en múltiples plataformas.

Debe producir artículos de investigación que destapen casos de corrupción; absorber, analizar y difundir videos o memes virales; conseguir likes; narrar un conflicto en liveblog; sumar retuits; encontrar el detalle de lo oculto y sacarlo a la luz; contar con una estrategia de redes sociales; relatar el movimiento de una protesta; cubrir el caso más reciente de virus.

Por esta responsabilidad, la prensa es hoy una de las industrias más importantes de nuestra civilización. Los argumentos y preocupaciones de las personas del siglo XXI (con la posibilidad de publicar y registrar toda su vida interior/exterior), expanden la influencia de la prensa.

En México, las redes sociales en época de elecciones estuvieron llenas de comentarios genuinos apelando por un mejor país, comentarios sustentados por notas de prensa, aunque sean fake.

La prensa, irónicamente, a la vez que sufre una devaluación de credibilidad es más importante que nunca para tu vida interactiva. Su habilidad para comunicar e influenciar la percepción del mundo diseña la evolución de nuestro futuro.

Entre el individuo que comparte su interés en redes/ bvlogs y un periodista, está el arte de contextualizar los acontecimientos y –en su efecto mariposa– volverlos relevantes para ti, para mí, para todos los que piensan diferente.

Con todo esto, ¿qué hacer?: asegurar la calidad de la información; exigir mejores estándares de calidad; promover que los periodistas pregunten y cuestionen y que alienten su curiosidad; gravitar hacia el análisis del Big Datay fomentar su humanización al contextualizar cifras en la vida de los seres humanos.

De ayer en adelante opinaremos y compartiremos información. La responsabilidad, entonces, recaerá en todos y cada uno de nosotros como parte y todo del ciclo humano que produce y consume información.

*Sociólogo

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