6/18/2016

El odio como única expresión



   QUINTO PODER
Por: Argentina Casanova*


Orlando, con 50 personas asesinadas, generó lo que Xalapa no pudo. Mostrar que como resultado violento del llamado de algunos líderes religiosos fanatizados, hay quienes están respondiendo con violencia contra la población LGBTI, sin importar la ciudad y no sólo es el islam, sino otros grupos que han avivado la flama del rechazo y los crímenes de odio.
 
El mundo no aguanta más y aun así en vez de ponderarse que quien disparó en el bar en Orlando, Florida, no era un “musulmán”, sino un hombre violento, un sano hijo del patriarcado a quien le enseñaron que las cosas debían ser como él quisiera y si no era así, podía borrar a las personas porque son prescindibles desde esa lógica de pensamiento.
 
El sujeto tenía un historial de violencia doméstica, lleno de odio contra la población homosexual, intolerante, fanático y casualmente al parecer con apellidos árabes.
 
En cambio, de quien hizo los disparos en Xalapa no sabes nada, pero nos lo dijeron todo: que eran narcos, que era una disputa por la venta de droga, que ahí no pasó nada y la vida de los que murieron en esa balacera no se parece en nada a lo que pasó en Estados Unidos, el país de la libertad y por supuesto de la seguridad.
 
El papel que juegan los medios de comunicación, las estrategias de difusión del mensaje, la intención de convencernos que uno responde a un atentado terrorista del islam para sembrar justamente más odio en un mundo occidental en el que llamar al odio es sólo patente de los que se autonombran bajo la fe judeocristiana.
 
El odio se exacerba por supuesto contra el cristianismo; se dice que la Biblia es un libro lleno de odio, pero se olvidan –porque no les interesa, como tampoco les interesa conocer y entender al islam, con el mismo fanatismo que se desprecia a quien no cree, el que no cree desprecia al que elige creer– que cristiano es el que asume el pacto del amor al prójimo.
 
Y entonces parece que todos estamos llamados y llamadas al odio, a rechazar, a condenar, a tragarnos todas las mentiras y todas las supuestas verdades con las que nos han construido los discursos sociales sin importar que quien las construye es el mismo sistema que oprime, el patriarcal, el del capital, el de las grandes corporaciones que venden armas. Las mismas con las que han disparado ahí, aquí, porque la muerte no conoce fronteras.
 
No son suficientes los asesinados en Xalapa, ni los 11 de una familia en Puebla, ni serán los 50 de Orlando porque no fueron los asesinados en las Torres Gemelas, ni los miles de asesinados en el Congo o en Ruanda, o en cualquier otra ciudad en cualquier otro tiempo en nombre de cualquier odio.
 
El odio es lo único que nos une y lo que trasciende. El odio es el que permanece y lo sabe quien quiere eliminar, borrar, extinguir, quien vende armas y quien las trafica. El odio como única forma de expresión que parecemos entender en la humanidad porque nos negamos a las palabras.
 
Rechazamos el amor, la palabra, rechazamos la esperanza, rechazamos que dos personas puedan amarse sólo por querer amarse. Imponemos nombre y contrato, lo llamamos matrimonio y elegimos quiénes lo merecen y quiénes no.
 
Por supuesto hacemos discursos de odio, para oprimir, para vulnerar, lo saben las mujeres, lo saben las lesbianas invisibilizadas y borradas en todo acto de violencia masiva como éste. Lo saben las víctimas que se acumulan por miles en todo el mundo.
 
No. No es fobia, la fobia repele, huye del objeto o la causa que lo genera. Es odio que busca lastimar. Es odio humano a secas. Es lo único que parece encontrar coincidencia entre ateos, cristianos, católicos, musulmanes y pueblos enteros que se odian porque no se saben una sola cosa: humanidad.
 
No es un luto para la comunidad “gay”, no es luto para una población distinta o una especie diferente. Es el luto cotidiano de las personas asesinadas en un mundo en el que siempre se encuentran argumentos para justificar la muerte, la extinción, el exterminio del afrodescendiente, del débil, del enfermo, del judío, de las mujeres, de las niñas, de los indígenas.
 
El exterminio que nos acompaña en la historia de la humanidad y que se renueva en nuevos odios contra nuevos grupos, nuevas poblaciones y ahora se llama odio contra mujeres y hombres que no aceptan la imposición de un discurso heteropatriarcal hegemónico. Es el patriarcado asesino.
 
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
 
Imagen retomada del sitio infogay.com
Cimacnoticias | Campeche.- 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario