QUINTO PODER
Por: Argentina Casanova*
Orlando, con 50 personas asesinadas, generó lo que Xalapa no pudo.
Mostrar que como resultado violento del llamado de algunos líderes
religiosos fanatizados, hay quienes están respondiendo con violencia
contra la población LGBTI, sin importar la ciudad y no sólo es el islam,
sino otros grupos que han avivado la flama del rechazo y los crímenes
de odio.
El mundo no aguanta más y aun así en vez de ponderarse que quien disparó
en el bar en Orlando, Florida, no era un “musulmán”, sino un hombre
violento, un sano hijo del patriarcado a quien le enseñaron que las
cosas debían ser como él quisiera y si no era así, podía borrar a las
personas porque son prescindibles desde esa lógica de pensamiento.
El sujeto tenía un historial de violencia doméstica, lleno de odio
contra la población homosexual, intolerante, fanático y casualmente al
parecer con apellidos árabes.
En cambio, de quien hizo los disparos en Xalapa no sabes nada, pero nos
lo dijeron todo: que eran narcos, que era una disputa por la venta de
droga, que ahí no pasó nada y la vida de los que murieron en esa
balacera no se parece en nada a lo que pasó en Estados Unidos, el país
de la libertad y por supuesto de la seguridad.
El papel que juegan los medios de comunicación, las estrategias de
difusión del mensaje, la intención de convencernos que uno responde a un
atentado terrorista del islam para sembrar justamente más odio en un
mundo occidental en el que llamar al odio es sólo patente de los que se
autonombran bajo la fe judeocristiana.
El odio se exacerba por supuesto contra el cristianismo; se dice que la
Biblia es un libro lleno de odio, pero se olvidan –porque no les
interesa, como tampoco les interesa conocer y entender al islam, con el
mismo fanatismo que se desprecia a quien no cree, el que no cree
desprecia al que elige creer– que cristiano es el que asume el pacto del
amor al prójimo.
Y entonces parece que todos estamos llamados y llamadas al odio, a
rechazar, a condenar, a tragarnos todas las mentiras y todas las
supuestas verdades con las que nos han construido los discursos sociales
sin importar que quien las construye es el mismo sistema que oprime, el
patriarcal, el del capital, el de las grandes corporaciones que venden
armas. Las mismas con las que han disparado ahí, aquí, porque la muerte
no conoce fronteras.
No son suficientes los asesinados en Xalapa, ni los 11 de una familia en
Puebla, ni serán los 50 de Orlando porque no fueron los asesinados en
las Torres Gemelas, ni los miles de asesinados en el Congo o en Ruanda, o
en cualquier otra ciudad en cualquier otro tiempo en nombre de
cualquier odio.
El odio es lo único que nos une y lo que trasciende. El odio es el que
permanece y lo sabe quien quiere eliminar, borrar, extinguir, quien
vende armas y quien las trafica. El odio como única forma de expresión
que parecemos entender en la humanidad porque nos negamos a las
palabras.
Rechazamos el amor, la palabra, rechazamos la esperanza, rechazamos que
dos personas puedan amarse sólo por querer amarse. Imponemos nombre y
contrato, lo llamamos matrimonio y elegimos quiénes lo merecen y quiénes
no.
Por supuesto hacemos discursos de odio, para oprimir, para vulnerar, lo
saben las mujeres, lo saben las lesbianas invisibilizadas y borradas en
todo acto de violencia masiva como éste. Lo saben las víctimas que se
acumulan por miles en todo el mundo.
No. No es fobia, la fobia repele, huye del objeto o la causa que lo
genera. Es odio que busca lastimar. Es odio humano a secas. Es lo único
que parece encontrar coincidencia entre ateos, cristianos, católicos,
musulmanes y pueblos enteros que se odian porque no se saben una sola
cosa: humanidad.
No es un luto para la comunidad “gay”, no es luto para una población
distinta o una especie diferente. Es el luto cotidiano de las personas
asesinadas en un mundo en el que siempre se encuentran argumentos para
justificar la muerte, la extinción, el exterminio del afrodescendiente,
del débil, del enfermo, del judío, de las mujeres, de las niñas, de los
indígenas.
El exterminio que nos acompaña en la historia de la humanidad y que se
renueva en nuevos odios contra nuevos grupos, nuevas poblaciones y ahora
se llama odio contra mujeres y hombres que no aceptan la imposición de
un discurso heteropatriarcal hegemónico. Es el patriarcado asesino.
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
Imagen retomada del sitio infogay.com
Cimacnoticias | Campeche.-
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