6/15/2016

Militarismo educativo


Enfrentar la protesta magisterial con militarismo, fuerzas policiacas y justicia penal a modo, es un error muy grave.

lasillarota.com


Muchas horas se concentran en el cuarto de guerra del presidente Peña Nieto y su secretario Aurelio Nuño para enfrentar la rebeldía de miles de maestros por la contrareforma educativa. Han optado por el uso de la fuerza no sólo en contra de los manifestantes sino encarcelando a los dirigentes de la CNTE en Oaxaca quienes han mostrado la mayor resistencia.


Ya mandaron a la PGR para que dé la cara y se apresure a decir a los medios de comunicación, que existen ordenes de aprehensión contra otros 24 integrantes de la CNTE por diversos “hechos irregulares”.  Que ya son 7 líderes magisteriales detenidos y que van por más. Los ministerios públicos se han convertido en mandaderos del poder, propalando lo que pretenden hacer, violentando la ley para persuadir a la opinión pública que los maestros opositores son “presuntos” delincuentes.  Difamarlos sin derecho a defensa.

Los acusan de delitos graves para que pasen muchos meses o incluso años, al menos hasta que termine este régimen, para quedar como rehenes políticos para imponer a su antojo, según ellos, la mal reforma educativa.  Una reforma de cascarón, vacía, sin propuestas, ni participativa con los maestros ni con padres de familia.

También han impuesto cientos de despidos para detener la inconformidad magisterial, pero esta no cesa.  Los acusan de no acudir a exámenes de evaluación a pesar de haber sido notificados irregularmente con apenas dos días de anticipación y en horas y días inhábiles.  Maestras y maestros los despedidos sin tacha ni falta en todos sus años de trabajo.  Expedientes limpios y con un arraigo en las escuelas donde impartían sus clases por su trabajo. Pero aun así están fuera.

Los equipos jurídicos de los gobiernos estatales dirigidos desde la Secretaría de Educación Pública federal ya preparan más despidos, pero la revuelta sigue.

Los estrategas gubernamentales piensan que, con la fuerza pública, encarcelamientos y despidos así apagaran el movimiento opositor a esa reforma estructural. Son cientos de millones de pesos en publicidad los que gasta el gobierno federal para que en los medios de comunicación convenzan de las supuestas bondades de esa mal llamada reforma educativa y justificar así las acciones represivas.

Lo más grave ha sido el enfrentamiento con pobladores que se han unido a los maestros porque se han dado cuenta que sólo es demagogia eso de la mejora de sus escuelas y porque la manutención de éstas sigue recayendo en la gente más pobre. El gobierno se ha hecho a un lado de sus responsabilidades constitucionales para sostener ante todo la educación pública gratuita.

Hay gobiernos como el de Quintana Roo, ahora en relevo político, que han acusado a sus maestros de “usurpación de funciones” por atreverse a seguir dando clases a petición de los padres de familia. Mandan citatorios de los ministerios públicos para intimidar, pero no lo han logrado. La protesta sigue.

La revuelta magisterial se empata con una cuestionable reforma judicial recién aprobada la cual permite la intervención del ejército en las calles y en auxilio de la policía.  Ésta reforma le permite corroborar denuncias, localizar, descubrir o recibir aportaciones de indicios o elementos probatorios e incluso realizar detenciones.

En las últimas horas en la que habitantes de Nochixtlán, Oaxaca han realizado bloqueos carreteros por las acciones en contra del magisterio de ese estado se ha aparecido el ejército en apoyo a la policía federal y estatal.  Lo mismo ha sucedido en Tabasco, Guerrero y Chiapas en los últimos días.  En numerosas protestas el ejército ha relucido sus armas frente a un pueblo que levanta pancartas contra la reforma educativa.

En contubernio con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) el gobierno federal ya prepara imponer una comisión ejecutiva ilegítima de la sección 22 para descabezar legalmente la dirigencia. Lo que no entiende el gobierno es que el movimiento magisterial de todo el país no es de líderes es de bases. En muchos lugares no sólo participan padres de familia sino la población en general que no se deja engañar con las burdas acciones gubernamentales.

Es muy peligroso el experimento que realiza el gobierno federal para enfrentar la revuelta magisterial sin ningún tipo de dialogo ni búsqueda de alternativas ante derechos laborales que ha sido desconocidos sin ninguna justificación.

No usa argumentos sino la violencia irracional.  Enfrentar la protesta magisterial con militarismo, fuerzas policiacas y justicia penal a modo, es un error muy grave; pero el gobierno no lo entiende porque es pequeño.

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