Así lo considera James Golston, director ejecutivo de Open Society
Justice Initiative, quien este martes presentó el informe “Atrocidades
innegables. Confrontando crímenes de lesa humanidad en México”, en
presencia de decenas de familiares de víctimas de la “guerra contra el
narcotráfico” iniciada por el expresidente Felipe Calderón.
Se trata de un compendio pormenorizado de violaciones a derechos
humanos, analizados bajo los estándares del Estatuto de Roma, que define
los crímenes de lesa humanidad perseguidos por la Corte Penal
Internacional (CPI).
El informe, realizado durante cuatro años, analiza la política de
militarización lanzada desde el sexenio pasado y continuada por Enrique
Peña Nieto, con un saldo de al menos 150 mil muertos y aproximadamente
26 mil desaparecidos, con la consecuente tortura a miles de personas
durante la persecución de los delitos, casos de los cuales la
Procuraduría General de la República tiene abiertas cerca de cinco mil
denuncias.
Son crímenes atroces causados tanto por la acción del narcotráfico como por el uso indiscriminado de la fuerza militar.
En entrevista con Apro al término de la presentación
del informe, Goldston reconoce que los casos y cifras citadas no son
son nuevos, pues entidades de Naciones Unidas y de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, así como diversas organizaciones
sociales, han hecho serios señalamientos.
Lo “nuevo es que el informe habla desde la perspectiva del derecho
internacional penal, que está enfocado en la responsabilidad individual,
y esto implica que el gobierno tiene la obligación de hacer algo para
resolver la situación, tiene que actuar, tiene que investigar,
enjuiciar, y hemos visto que el gobierno ha tomado pasos parciales”,
apunta.
El documento desmenuza lo obstáculos en las oficinas gubernamentales
para esclarecer los crímenes atroces, y ante las deficiencias y
corruptelas que subsisten, en muchos casos para proteger a agentes del
Estado involucrados, Goldston y las organizaciones que acompañan a Open
Society consideran que “después de tantos asesinatos, de tantas
desapariciones forzadas, de tanta tortura y tan poca rendición de
cuentas, es el momento de hacer algo distinto, porque lo que hemos visto
es que la diferencia entre la escala de violencia y la poca
determinación de responsabilidad, no hay correspondencia. Los crímenes
no están disminuyendo hasta la fecha”.
James Goldston habla en nombre de sus colegas mexicanos y funda sus
esperanzas en que los tiempos cambian y que México está admitiendo la
participación de instancias foráneas, como es el caso de del Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), creada por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para esclarecer la
desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
“Hace algún tiempo, tal vez tres o cinco años, muchas personas
habrían dicho que no era posible que el gobierno iba a pedir asistencia
internacional en la forma que lo hizo a la CIDH. Después de algún
tiempo las circunstancias han cambiado y lo hizo, a pesar de que el GIEl
no dio todos los resultados que se quería, siendo que su trabajo fue
excelente”, subraya Golston.
Tomando la experiencia del caso Ayotzinapa, donde los expertos
independientes hicieron aportaciones al expediente de la PGR, Goldston
señala que “lo cambios tienen que venir desde dentro, pero aceptando la
colaboración internacional”.
Añade: “Yo creo que la solución de estos problemas tiene que venir
desde adentro, se tiene que crear la voluntad política desde la fuerza
de las organizaciones de derechos humanos, desde la fuerza de las
organizaciones de víctimas y de la buena gente que está trabajando
dentro de las agencias de los gobiernos federal y estatal, porque hay
buena gente ahí que está tratando de hacer bien las cosas”.
El director ejecutivo de Open Society Justice Initiative insiste que
ante la crisis de derechos humanos en México “se requieren medidas
extraordinarias, y la posibilidad de ( crear) una entidad compuesta por
personal nacional e internacional es una de las opciones que el gobierno
debe considerar para resolver esta situación”.
Goldston reconoce que la propuesta central presentada por Open
Society empezó a comentarse meses atrás, tomando en cuenta experiencias
de otros países como Guatemala, Honduras y Colombia, en América Latina,
así como en Europa y Asia, que han solicitado asistencia internacional.
Para el defensor, por el panorama mexicano lo ideal sería que se
presentara una “propuesta del Estado, una invitación a la comunidad
internacional, al sistema interamericano y a la ONU, para ayuda técnica,
no solamente personas que solo vienen por unos días o en un corto
plazo, tienen que ser personas que tienen mucha experiencia como
investigadores, como fiscales, como policía, que pueden trabajar junto
con sus contrapartes mexicanos en casos particulares, muy graves, y eso
no ha pasado todavía, y la invitación va a tener que venir del Estado”.
Luego de reconocer que no es nada sencillo que el gobierno mexicano
pida ayuda internacional, Goldston considera que dependerá también de la
labor de organismos nacionales e internacionales para presionar en la
creación de un mecanismo que permita dar cauce legal a algunos de los
casos más graves.
Al señalar que los miembros de su organización están en espera de una
respuesta del gobierno federal, Goldston destaca que la entidad de
expertos internacionales propuesta “podría tomar años en crearse, pero
una vez que la decisión política está tomada para hacerlo tiene que
buscar los fondos, discutir el mandato específico, el papel del
personal. Tal vez habrá que hacer algunas modificaciones en las
regulaciones de México, va a tomar tiempo, pero la cuestión fundamental
es si hay la voluntad para hacerlo”.
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