Activa en protestas en San Quintín, ahora es secretaria sindical
Minerva
Marín Ordaz, una de las dos mujeres que integran las secretarías del
Sindicato Nacional Independiente Democrático de Jornaleros Agrícolas
Una trabajadora agrícola de Ensenada, Baja California (BC), oyó sobre el
paro laboral que en 2015 iniciaron las y jornaleros de San Quintín. Se
impresionó de la protesta y del interés nacional que estaba causando. Se
sintió contagiada y en menos de lo que pensó se convirtió en la
secretaria de Igualdad de Género del primer sindicato nacional de las y
los jornaleros.
Ella es Minerva Marín Ordaz, una de las dos mujeres que integran las
secretarías del Sindicato Nacional Independiente Democrático de
Jornaleros Agrícolas, que obtuvo su registro en noviembre de 2015 luego
de emprender marchas multitudinarias nunca antes vistas en esa región
agrícola, paros laborales en los principales centros de trabajo, y
reuniones en San Quintín con funcionarias y funcionarios federales que
nunca habían pisado la zona.
El pasado fin de semana Minerva Marín estuvo en esta ciudad para
participar como integrante de la Coordinadora Nacional de Defensoras de
Derechos Humanos Laborales, una iniciativa de la organización civil
Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ProDESC).
Junto con trabajadoras del hogar, de la maquila y migrantes –todas
defensoras de sus garantías laborales–, ella emprendió un proceso de
capacitación y aprendizaje. Su primer gran reto es como secretaria de
Igualdad de Género de su gremio, porque –acota– no tuvo estudios y, como
dice, “va saliendo del surco”, que es el pedazo de tierra que las
jornaleras trabajan (a veces de cuclillas) para la pizca de productos
del campo.
Como la mayoría de las personas en San Quintín, una región agrícola de
Ensenada, BC, Marín Ordaz ha sido jornalera y migrante toda su vida.
Nació en el estado de Oaxaca, pero emigró a Veracruz donde desde los 12
años de edad trabajó en la siembra de calabaza, tomate y arroz.
A los 18 años atravesó al menos seis entidades y llegó a Ensenada, al
norte del país, donde siguió ayudando a su madre y a su padre a trabajar
en el campo a cortar espinaca, pepinos, pelar zanahoria y empacar.
De acuerdo con datos que recopiló ProDESC, de los 5.5 millones de
personas que se ocupan en actividades agrícolas en México, 11 por ciento
son mujeres cuya edad promedio es de 39 años.
Ahora Minerva –a sus 42 años de edad– tiene tres hijos y es soltera.
Todavía es jornalera y se dedica al empaquetado de verduras. Se contrata
por día o por temporada.
Como ella, 80 por ciento de las jornaleras carecen de seguridad social y
no pueden acudir a un médico en caso de accidentes; 35 por ciento han
sido víctimas de violaciones a sus Derechos Humanos laborales durante la
jornada de trabajo, y 40 por ciento reciben un salario menor que el de
sus compañeros varones, según la Encuesta Nacional de Jornaleros 2009
(la más reciente) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi).
Para Minerva Marín, ser trabajadora agrícola significa laborar bajo la
lluvia o el sol, estar agachada 10 o 12 horas, levantarse desde las 3 o 4
de la mañana para preparar el “lonche” (comida) que ella y sus familias
llevan a los campos, y regresar hasta las 7 u 8 de la noche a la casa
con una paga mísera de 150 pesos.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las
labores agrícolas son de las más riesgosas a nivel internacional por el
contacto constante con químicos y fertilizantes.
El hartazgo ante estas pésimas condiciones llevó a que la Alianza de
Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social en
San Quintín iniciara movilizaciones en 2015, lo que motivó a Minerva a
seguir el camino de la defensa de los derechos laborales, relata.
“Creo que a todo mundo nos impactó cómo unos simples jornaleros
levantaron la voz de que ya estaban cansados de mucha injusticia y de
que nadie volteara a verlos exigiendo los derechos que nadie nos
reconoce (…). Salieron del surco a levantar la voz para denunciar los
abusos de muchos años atrás porque ha habido mucha discriminación de
todo tipo para las personas que trabajamos hasta más de 12 horas por un
sueldo miserable”, señala.
Marín Ordaz cuenta que aunque ahora sólo haya dos mujeres en la
dirección del sindicato –único en su tipo en México–, las jornaleras se
integraron desde el principio a la misma lucha por los derechos
laborales, porque también somos “mujeres cansadas de todo el abuso que
hemos vivido”, expresa.
Ella considera que junto a su compañera María Elena Flores –secretaria
de Relaciones Exteriores del gremio– enfrenta un reto muy grande para
seguir en la lucha, ya que debe hacerse cargo de su familia y tiene que
seguir trabajando, pues prácticamente vive “al día”.
“El reto yo misma me lo pregunto porque soy una mujer sola con tres
hijos. Es muy difícil porque voy al día y con un sueldo miserable.
Quisiera aprender más o trabajar más, y ese es el reto porque no hay
apoyo y no hay posibilidades para trabajar al 100 por ciento como debe
ser, pero estoy haciendo el mejor esfuerzo de aprender y captar lo que
se pueda”, reflexiona.
Con sus movilizaciones, el movimiento jornalero obtuvo un aumento
salarial de 30 pesos al pasar su pago de 120 a 150 pesos, pero esto
derivó en que las empresas agrícolas aumentaran la carga laboral,
hubiera despidos masivos, y también agresiones y persecución policiaca
contra las y los trabajadores.
A pesar de este panorama, Minerva Marín se dice convencida de que las
mujeres “deben estar a raya para exigir nuestros derechos, no tanto por
nosotras pero sí por nuestros hijos, que no vamos a dejarles una buena
herencia, pero sí una mejor vida, una vida digna”, recalca.
La líder jornalera se lamenta de que a más de un año de distancia del
paro laboral que inició el 24 de marzo de 2015 en San Quintín, el
hartazgo sigue, ya que el gobierno federal ha incumplido todos los
compromisos que firmó en minutas y acuerdos, entre ellos la construcción
de guarderías para las madres trabajadoras y el aumento del salario a
300 pesos.
Como representante gremial, Minerva se propone difundir en el país que
ya hay un sindicato para la defensa de las y los jornaleros, y que es
nacional, por lo que debe integrar a las y los trabajadores agrícolas
que padecen las mismas condiciones de explotación en todo México.
| CIMACFoto: César Martínez López
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario