"La división de la
izquierda le impidió a ésta obtener el triunfo en Tlaxcala, Oaxaca y
Zacatecas. Asimismo, en Veracruz una alianza exclusivamente entre Morena
y PRD se hubiera alzado con la victoria...".
Se reproduce el artículo titulado “Pleito de partidos”, del perredista Pablo Gómez:
Las
recientes elecciones en casi la mitad del país se nos presentaron como
un pleito de partidos. Los protagonistas principales se la han pasado
echando bravatas y lanzando golpes: siguen en eso. No sabemos de cierto
lo que cada cual propone aunque estamos seguros que el PRI no posee más
que la política aplicada hasta ahora por parte de Peña Nieto, es decir,
nada nuevo. Sin embargo, la competencia ha sido muy dura y los
resultados están apretados: habrá gobernadores con algo más del 30 por
ciento de la votación.
La concurrencia en los doce estados
donde se eligieron cargos ejecutivos ha sido normal: poco más del 50%
del listado de electores; y muy baja en las entidades (CdMx y BC) donde
sólo se eligieron diputados: menos del 30%. Pero el hecho de mayor
trascendencia es que el PRI perdió cinco gubernaturas (Ags., Chih.,
Dgo., Q. Roo y Tamps.) aunque recobró dos (Oax. y Sinaloa). Este saldo
desfavorable para el gobierno de Peña es producto de la política
conservadora de corte neoliberal, la incesante corrupción gubernamental y
la crisis de violencia que se recrudece en el país.
La otra característica ha sido que la
división de la izquierda le impidió a ésta obtener el triunfo en
Tlaxcala, Oaxaca y Zacatecas. Asimismo, en Veracruz una alianza
exclusivamente entre Morena y PRD se hubiera alzado con la victoria. En
esos cuatro estados la izquierda es mayoría política pero no ejerce esa
responsabilidad: pierden con ello el país y la democracia. El objetivo
de Morena de tomar el puesto de partido principal de la izquierda es una
victoria sin trascendencia ni validez en tanto que la lucha es contra
la derecha. En el otro lado, la tesis de la dirección del PRD de que
sólo en alianza con la derecha panista se puede derrotar al PRI es
igualmente falsa. Los dos partidos de izquierda se demostraron a sí
mismos que su política no es la mejor aunque no se han tomado la
molestia de iniciar un examen directo de la situación política del país.
Al PRD no le ha ido bien porque cosechó divisiones internas en Veracruz, Oaxaca y Zacatecas al
grado de no alcanzar por ese motivo las gubernaturas en estos dos
últimos estados donde los candidatos aliancistas eran militantes suyos.
Ahora bien, en la Ciudad de México
aparentemente no se produjeron cambios pero los resultados en el terreno
indican otra cosa. Morena mantuvo su condición de partido más votado
pero además ya es mayoría en diez delegaciones mientras el PRD sólo lo
es en cinco y el PAN en una. Las causas de la derrota del PRD, tanto en
2015 como el pasado 5 de junio, no consisten en la escisión que sufrió
sino en la errática política del gobierno capitalino que en el
imaginario ciudadano corresponde a ese partido. La administración de
Miguel Ángel Mancera nunca tuvo proyecto alguno por lo que la ciudad ha
funcionado con piloto automático.
Desde diciembre de 2012 no ha ocurrido
nada verdaderamente nuevo, casi todo ha sido aplicar leyes y programas
anteriores. En consecuencia, la ciudad no está mejor que antes y los
electores así lo reportan. En realidad, el PRD en la CdMx se encuentra
anclado con su voto duro y no hizo siquiera el intento de realizar una
campaña electoral. La lista de los primeros seis candidatos externos
hizo ver que la dirección del partido carecía de figuras propias para
encabezar una planilla porque aplica una política de exclusión. En este
esquema político, Mancera y Jesús Ortega se repartieron las candidaturas
como si fueran dueños de una miscelánea. El resultado porcentual no fue
tan catastrófico como un año antes porque la participación ciudadana
fue muy baja y el voto duro perredista todavía existe como producto del
clientelismo directo, según lo demuestra el hecho de que el PRD recién
recibió en la CdMx la misma votación que la totalidad de los sufragios
registrados en sus propias elecciones internas de 2014: poco más de
medio millón. El porcentaje de ahora es mayor (28% contra 20% de hace un
año) pero la masa de votos es la misma.
Desde otro ángulo de análisis, la suma de los sufragios en favor de Morena y PRD arroja el 61.6% de la votación válida,
casi 15 puntos porcentuales más que hace un año, lo cual indica que la
división no ha provocado una reversión de las coordenadas políticas
básicas de la ciudad porque el PRI y el PAN nunca habían estado tan
bajos en porcentaje: carecen de plataforma propia y no saben siquiera
ser oposición. El problema consiste, sin embargo, en que la división se
ha convertido en buena medida en un pleito particular entre dos partidos
en lugar de abrir un espacio de debate político que tanto demandan la
izquierda y el país entero.
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